Cuando el 25 de noviembre la mayoría de los trabajadores de Cajasur volvieron a depositar su confianza en Aspromonte, quizás no eran conscientes todavía del juego que se traía entre manos ese sindicato con fama de amarillo. O puede que lo fueran, pero prefirieron cerrar los ojos y dejarse arrastrar por la aparente seguridad de lo malo conocido, acogotados como estaban ante el incierto futuro de la entidad cordobesa desde la intervención de que había sido objeto seis meses atrás por parte del Banco de España.
Comentarios
hostias como panes ???