Pasear por París, amén de una experiencia estética insuperable, fue elevado a las cumbres poéticas por Baudelaire, aquel flanêur que hizo del deambular toda una forma de expresión artística. Y aunque la norma dicta que en la vida nada suplanta al original, en el caso del callejear parisiense existe un sucedáneo de oro: abrir un libro y contemplar los mundos de Eugène Atget (Libourne,...
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