Hace 16 años | Por --87131-- a muyinteresante.es
Publicado hace 16 años por --87131-- a muyinteresante.es

[c&p] Quienes están preocupados por la discriminación racial, de clase o sexista preferirían que la mente fuese una tabla rasa, porque entonces sería imposible decir, por ejemplo, que los hombres son significativamente diferentes a las mujeres. Yo sostengo que no debemos confundir nuestro legítimo rechazo moral y político a prejuzgar a un individuo en función de una categoría con la reclamación de que la gente es biológicamente indistinguible o que la mente de un recién nacido es una hoja en blanco.

Comentarios

D

Muy interesante la entrevista:

– Asegura que estudiando ciertos aspectos de la adquisición del leguaje por los niños –concretamente, investigando cómo aprenden a usar verbos– usted cayó, como Alicia, en un mundo oculto donde podía observar las estructuras cognitivas más profundas. ¿Qué vio usted en ese país de las maravillas?

– En este aspecto es importante imaginar cómo los niños aprenden a usar verbos simples para poner las cosas en su sitio; verbos como “llenar”, “echar”, “cargar” o “salpicar”, que implican movimiento de algo a alguna parte. El problema era cómo explicar la manera en que un niño pequeño, sin conocimientos previos sobre el funcionamiento de un idioma concreto y que no va a recibir lecciones sobre cómo usar las palabras en determinadas circunstancias, aprende lo que significan las palabras y las frases en las que se pueden emplear. Nosotros, los adultos, por ejemplo, diremos "llena el vaso de agua" pero no "llena el agua dentro del vaso", aunque entendemos perfectamente el significado de la frase. Diremos "echa el agua dentro del vaso" pero no "echa el vaso con agua". La segunda versión es razonable, pero no suena bien. Sin embargo, con un verbo como “cargar” podemos decir tanto "cargar el heno en el vagón" como "cargar el vagón con heno".

Así que tienes un verbo que toma el contenedor como objeto directo, uno que toma el contenido como dicho objeto, y el tercero que puede funcionar de ambas maneras. ¿Cómo se las apañan los niños para acertar casi siempre desde el principio? La respuesta es que aprenden diferentes maneras de formular una misma situación. Si yo me acerco al fregadero y el vaso acaba lleno, puedo pensar en una actividad como hacerle algo al agua –es decir, causando que entre en el vaso– o hacer algo al vaso –provocando que cambie de estado de vacío a lleno–. Por eso, “llenar” y “echar” tienen comportamientos diferentes. Si la acción más simple, como poner agua en un vaso, puede ser formulada de esas dos maneras, con diferentes consecuencias en términos de cómo usamos las palabras, eso sugiere que uno de los dos talentos fundamentales de la mente es enmarcar cada situación de múltiple modos. El debate y el desacuerdo puede surgir cuando dos personas –o una persona en diferentes ocasiones– interpretan el mismo evento de diversas maneras. “Echar agua” frente a “llenar un vaso” es un matiz inofensivo, pero decir “invadir Irak” frente a “liberar a Irak”, o "confiscar bienes" frente a "redistribuir recursos" tiene consecuencias más importantes. Esta facultad sugiere limitaciones a nuestra racionalidad; por ejemplo, que podemos ser vulnerables a falacias en el razonamiento o a la corrupción de nuestras instituciones.