El olor se detecta mucho antes de atravesar la puerta. Es denso, a basura. Dentro, toneladas de envases de todos los colores y formas caen de los camiones, y entre ellos miles, millones de bolsas de plástico, esos films que con tanta facilidad se cogen en los comercios para los objetos más insignificantes y de los que sólo un 13% acaba en el contenedor amarillo para reencarnarse en una maceta o una tubería.
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Fuente original: http://www.elmundo.es/elmundo/2009/10/22/ciencia/1256230896.html