Cuando la Unión Soviética estaba en pleno apogeo, Stalin mandó construir una carretera en la inhóspita y lejana Siberia. La carretera, de unos 2000 kilómetros, uniría las ciudades de Magadan y Yakutsk y facilitaría el control comunista en todo este vasto territorio. De este modo, Stalin también tuvo ocupados y alejados a miles de disidentes al régimen, que fueron los que de sol a sol trabajaron a pico y pala en la construcción de esta carretera.
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