Minan la moral de los soldados, disminuyen la capacidad para combatir y son responsables de más de la mitad de los días que pierden los militares por verse incapaces de acudir a primera línea de fuego. Aunque no causan víctimas mortales, las enfermedades de la piel están muy presentes en los campos de batalla y provocan numerosas bajas e incidentes, según un estudio de la Universidad de Bethesda y la Clínica de Medicina aérea del Pentágono.