Hace 13 años | Por --222407-- a elpais.com
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Sentado ante el hermoso campo de Pedreña, Ramón Sota recordaba hace unas semanas para este periódico los primeros pasos de su sobrino Severiano: Era un niño, pero ya se podía adivinar en él un genio. Como yo, había mamado el golf a escondidas, jugando donde no estaba permitido para un chico como él, en las noches de luna llena, por los caminos, cuando se escapaba del colegio... Tenía el...