Por todas partes y en cualquier rincón. Ocultos entre las penumbras de la bodega, entre botes salvavidas, contenedores, cabinas, detrás de los ventiladores, en la pala del timón, en los conductos, bajo el suelo de las máquinas, entre el rumor de los motores o incluso en las rampas. Para quienes consiguen esquivar los controles de seguridad comienza un largo y recóndito viaje de soledad. El viaje del polizón.
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Dicen que congelan a las polizones en las cámaras frigoríficas y los tiran al mar para ahorrarse problemas en la aduana...