Dar y quitar. Es el juego más tonto del mundo. Tanto, que ni siquiera se sabe cuándo se gana. Pero ahí está la gracia: dar un dinero ficticio a los jugadores, y ver qué hacen con él y con el de los demás. El resultado, cuando no hay otros intereses, es que los participantes tienden a igualar las cantidades: le quitan al que más tiene, y le dan al que menos. En este ficticio bosque de Sherwood, Robin Hood no hubiera necesitado de los abusos de los normandos para actuar.
Comentarios
Pues es cierto, lo que pasa que hay algunos que les va más el rollo del Sheriff de Notingham...