Cada vez que uno se dispone a usar la grapadora y descubre que no quedan grapas clama a los cielos, se pregunta por qué, un rayo cae sobre una azotea cercana y los perros aúllan hasta que el tipo acaba gritando "¡siempre igual, estoy harto!" como si las grapas se tuvieran que gastar solas y reponerse sin que uno estuviera al tanto.
Comentarios
Joder, sólo con ver el titular se me había ocurrido a mi lo mismo sin leer el artículo. Y hasta tendrán patente y todo!
#1 Idem de lo mismo. No hay que ser un lumbreras para encontrar la solución