Son numerosos los robos de coches en Berlín y alrededores, que en pocas horas llegan a la frontera polaca y cambian de matrícula y color de pintura en talleres clandestinos, para ser vendidos en Europa del Este o volver incluso a negocios de segunda mano en otros puntos de Alemania. Pero los ladrones que se llevaron ayer tres furgonetas del aparcamiento de una empresa de transportes se encontraron con una sorpresa que con toda seguridad no esperaban.