Aunque son sólo 3 kilómetros, se trata de un viacrucis "como Dios manda". Eso sí, las vistas son espectaculares y merece la pena sudar un poco y conocer uno de los rincones de Cuenca que no está en las guías de viaje. Si además lo haces al atardecer y llegas arriba de noche, te quedarás sin palabras
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¡Qué bonito!