(c&p) Le precede su fama de hombre malhumorado, pero tras hablar con él de temas poco amables y sucesos desafortunados podemos confirmar que es pura leyenda.Victorino Ruiz de Azúa (Burgos, 1952), de formación filosófica y oficio periodístico, recorrió las redacciones de varias provincias hasta recalar hace tres decenios en El País, donde echó amarras y del que fue corresponsal, jefe de local, delegado en el País Vasco y redactor jefe de cierre. Hoy consagra su pluma a combatir lo que denomina “el desmantelamiento del primer diario en España".
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Menudas hostias le da a Javier Moreno, el director. Más dolorosas que las de Cebrián, de lejos. "Está en la dirección solo porque es el hombre al que no le tiembla la mano". Vamos, que Cebrián lo utiliza como parapeto, para que corte cabezas sin que le salpique la sangre. Qué ruin.