Hace 15 años | Por --48271-- a paper.avui.cat
Publicado hace 15 años por --48271-- a paper.avui.cat

Algunas medidas que adopta la DGT para reducir los accidentes de tráfico suscitan polémica. Carles Capdevila del diario Avui da su visión del asunto; haciendo un poco de memoria histórica y con un toque de humor. Traduccion en el comentario #1.

Comentarios

D

La policía detiene un coche:

Le hemos estado siguiendo y usted es un conductor modélico. Le damos mil euros de premio.
Me irán de coña para sacarme el carnet – responde él.
No le haga caso, que va borracho, responde la mujer.
Ya os dije yo que con un coche robado no iríamos muy lejos, remata la suegra.

Es un chiste bastante que podría estar basado en echos reales. Hace unos días un taxista sin carnet ( había perdido todos los puntos ) avanzó a los Mossos d'Esquadra a 180 por hora en una carretera donde no se podía pasar de 80. Cuando corres el riesgo de encontrarte con un suicida así, no ríes tanto. Lo único que hace gracia es leer que han detenido al tipo, i saber que comienzo el 2009 con unos cuantos miles de imprudentes retirados de la circulación, por obra de medidas tan impopulares y eficientes.

La reducción de accidentes mortales no es simbólica, ni anecdotica, ni casual, ni puntual. En pocos años, la gente que pierde la vida al volante se ha reducido a la mitad. Lo digo por los demagogos que denuncian con una insultante seguridad, que los controles de velocidad los ponen para robarnos el dinero, que los controles de alcoholemia tienen como única misión amargarnos las cenas y que los carnets por puntos son una maquinación para dar más trabajo a las autoescuelas; tenga el detalle de rectificar, o si más no, estar calladito un rato. Bien, no se que me digo, pedir coherencia y rigor a un demagogo es desconocer su esencia: que a la verdad no frene nunca la vocación conspiratoria.
Recuerdo cuando inventaron el cinturón de seguridad. Escuché de todo: que era para dar negocio a los talleres que te lo tenían que instalar, que en el fondo era más peligroso llevarlo puesto, que era porque el Estado no tenia dinero...Había gente que se lo aguantaba con la mano sobre el pecho sin sujetarlo, para engañar a la policia pero para no tener que sufrir aquella presión incomoda, la sensación de sentirse atado a aquel cacharro represor que nos encarcela, nos niega nuestro sueño mas antiguo, el derecho a volar, la oportunidad de salir por la ventana delantera y enlairarse por las nubes hasta el cielo.

Que triste, que se piensen que la única manera que haga que protejamos nuestra vida, y la de los otros, es por una simple multa. Y más triste aún es que tengan razón. Así estamos: tristes, vigilados y multados. Pero vivos.