Vlad Costel nació hace casi 50 años en la ciudad rumana de Calarasi. Desde allí, empezando desde lo más bajo, comenzó a forjar su 'imperio' con mano de hierro. Un 'imperio' que se levanta sobre la explotación sexual, la humillación y el maltrato de centenares de chicas, muchas de ellas menores de edad. Décadas después, su crueldad, su falta de escrúpulos y el terror que inspira a sus subordinados le llevarían a la cúpula de los proxenetas que controlan la prostitución rumana en Europa.