Pues claro que los fascistas han leído mucho, y han escrito muchísimo, se han hartado de viajar. No esperes que reconozca su condición, eso es impensable, pero amenaza su poder y verás de lo que son capaces, cuando hay un fortuna detrás, parece ser que sus custodios son capaces de hacer cualquier cosa por conservarla, y a las pruebas me remito, y cuanto más poder, mas enmascarados y más peligrosos.
Es muy fácil imaginarse a un fascista asalariado sin educación y violento, nada más lejos de la realidad, los verdaderos fascistas son diametralmente opuestos al modelo establecido, con mucho capital y una extensa lista de tropelías ligada con el máximo orgullo a su prospera estirpe.
El caso de Belchite refleja muy bien lo que digo. Un día después del fallido intento del golpe de Estado y del comienzo de la guerra, Constantino Lafoz Garcés un campesino y otros miembros del partido falangista asesinaron a 400 personas inocentes y desarmadas. Hombre, mujeres y niños, porque los cabecilla del partido lo habían ordenado.
Constantino Lafoz Garcés campesino de 35 años, fue detenido por los leales a la República e interrogado el 7 de septiembre de 1937. Su declaración, que se guarda en el Archivo General de la Guerra Civil Española (Salamanca), es estremecedora. Sostiene que se fusilaron a unas 200 personas en el interior del cementerio ―y otras 200 fuera―, civiles todos, de los que él mismo mató a 50 hombres y cinco mujeres, tal y como le ordenaron los jefes de la Falange. Lafoz detalló que las tropas que defendían el pueblo incluían a unos 100 falangistas, 150 miembros de Acción Ciudadana y un centenar de requetés. Sus jefes se llamaban Miguel Salas, don Antonio (registrador de la propiedad) y el requeté Narciso Garreta.
¿Y quiénes eran? El testimonio de Constantino Lafoz no deja lugar a dudas. Da nombres y motes de las víctimas y relata que fusilaron, en grupos de 20 personas, a los hermanos Sargantanas, al Hojalatero, al Listero, al Alpargatero, al Sopas, a Carruela, a Simón Pedro Juan y a una hija de este, a la Pascualota o a las Muñecas... Antes, según Lafoz, fueron azotados “para sacarles declaración”.
La moraleja de está historia, es que los fascistas poderosos, son fascistas para proteger su capital, se inventaron todo solo para proteger sus posesiones, los comunistas come niños, los judios y los protocolos de zion, toda esa mierda adornada con el pensamiento de Pemán, aquél que dijo las palabras premonitorias antes del genocidio. "Limpiad esta tierra de las hordas sin Patria y sin Dios". Justo, las entelequías que usan para el control social del proletariado menos educado, lo dicen bien alto, el que quiera vivir, debe subordinarse a nuestra voluntad. Ahh que pensabais que la guerra empezó por el asesinato de Calvo Sotelo¿Quién era Calvo Sotelo? No era nadie, totalmente desconocido, eso fue una vulgar excusa, no querían que se supiera que era por tierras, el verdadero motivo del golpe de Estado fue la reforma agraria que había iniciado la república, iba a devolver al campesinado las tierras ancestrales que fueron robadas en el feudalismo, expropiado a los grandes terratenientes, como los Alba u otros que ya conocéis. O pensais que el regalo que le hicieron a Franco fue gratis, toda la zona donde está Xanadu es de su propiedad, le pagaron por su servicio, vamos parece ser que solo les importa el poder que da el dinero, el resto es sacrificable, mandaron a otros a hacer el trabajo sucio, mientras que ellos luego lo negaron, imaginaros 500 personas menos sin documentar, te puedes quedar con todo lo que poseerán, tierras, bienes inmobiliarios..etc, ¿quién te lo iba a recriminar?.¿quién se iba a jugar la vida? Pero seguro que Constantino Lafoz Garcés no saco el mismo provecho que los gerifaltes de falange, y es que son muy inteligentes, tanto casi como avariciosos, venden lo que sea por un poco de capital, ideologías inclusive, solo hay que recordar como ellos mismos por unas promesas de millones acabaron con el movimiento, de los 400 diputados de las cortes franquistas, 350 dijeron que a la mierda, que el franquismo muriera con el dictador y sálvese quien puede llevando lo que pille, aunque hubo 50 que no les gusto el giro de los acontecimientos, entre ellos Blas Piñar, todavía recuerdo su cara, era un mapa. Esos 50 traicionados querían un franquismo orgulloso ante el mundo, poder demostrar lo poderosos que fueron, pensaban que podrían borrar lo que hicieron, y aunque lo borraron de la historia, lo borraron de los libros, y lo borraron de las mentes, jamás podrán soñar con borrarlo de los corazones.
Hoy se ha sabido que los abuelos de Joan Manuel Serrat, fueron asesinado por los falangistas en Belchite, descansan en la fosa del cementerio con otras 200 personas.
Por estas y otras razones, jamás acepto ninguna autoridad por muy respetable que sea, si no está respaldada por la razón y el sentido común.
Había cometido el crimen perfecto. O eso creía Juan Gómez. No había ninguna relación entre la víctima y él, había tirado el cadáver envuelto en plásticos resistentes y fuertemente cerrado con cinta americana en el cauce de un río seco lleno de maleza y árboles por donde absolutamente nadie pasaba ya que estaba impracticable. Lo había hecho a las cuatro de la mañana. Ni un alma a esas horas por allí. Sacó el cadáver envuelto y lo arrojó desde una altura de unos veinte metros cayendo entre la maleza y quedando totalmente oculto. Después se fue a la discoteca que había a las afueras en el polígono Malpisa, donde se tomó un par de refrescos y bailó descamisado en el centro de una de las pistas, llamando la atención como era su propósito. En la barra quiso invitar a una mujer a su casa para terminar la fiesta, ya que habían bailado juntos, como la mujer contestó que otro día, se despidieron y a las siete de la mañana salió hacia su casa, justo le pilló el control donde calculaba que estaría. Le pidieron la documentación y sopló dando un esperado cero en alcohol. Volvió a casa y se acostó.
A eso de la una del mediodía le despertó un impresionante trueno, acompañado de tremendos rayos, se asomó a la ventana medio dormido y vio cómo una tromba de agua comenzaba a caer. Se acercó a la cocina y preparó un café bien cargado. No le gustaba tener que despertarse a esas horas, pero la urgencia de anoche le había obligado a actuar así. Tras el primer sorbo se asomó a la ventana y vio el río de agua que corría calle abajo. Se quedó paralizado, su mente estaba sopesando, calculando posibilidades. El cauce. El cuerpo. El torrente de agua. El móvil de la chica en el paquete. Apagado. El final del cauce. Las ramas obstaculizando o no. Cuánto llovería y cuándo pararía de llover. Qué pistas podría haber en el cuerpo. Ninguna. Si el agua llevaría el cadáver hasta el mar. Agujeros en el plástico para que entrarán alimañas. Todo controlado. Aun así seguía estático mirando la ventana con la taza de café en la mano viendo cómo una inmensa tromba de agua caía sobre las calles. Miró la taza con el serigrafiado del as de pica en un lateral. Seguía lloviendo, conectó la tableta y escuchó noticias de la zona sobre la alarma de lluvias, una alerta naranja. Naranja eran la lencería que llevaba esa chica. Pero todas tienen sangre roja.
Esperó a que la lluvia dejara de caer con esa furiosa intensidad que a veces la naturaleza declara con firma y rúbrica. Mientras veía caer la cortina de agua en la ventana de la cocina, vio que el plan de comida de hoy era arroz hervido, huevos fritos y pisto, todo mezclado a modo de plato combinado. En alguna parte de su cerebro seguía pensando que el crimen perfecto de anoche, podría tener algún detalle incriminatorio. Se había llevado la tarjeta sim del móvil y la había tirado en un contenedor al azar, pero esos aparatos modernos a los que no se les podía quitar la batería igual le complicaban el asunto, incluso estando apagados. Y luego estaba esa lluvia intensa e inesperada. Tomó nota de mirar esos detalles, porque se enteró después de que llevaban tres días anunciando alerta naranja por tormentas y lluvias. Juan pasó en su momento de encajar esa pieza en el puzle. ¿Error? Con una media sonrisa en la cara, pensó que quizás fuera un acierto.
Juan tenía muy claro que esto no era un juego de poder, de víctimas y entes poderosos, como vendían muchos libros sobre asesinos en serie. Oh, el poder sobre sus víctimas. Menuda estupidez, esto iba de cazadores y cazados, de policías y ladrones, de leones y gacelas. Si no existieran los que le pretendían pillarle, nada de esto tendría sentido. Sería el despiece de un animal en una carnicería y además no te lo podrías comer. Absurdo. Y además sabía que muchos, muchísimos casos de desapariciones, o crímenes quedaban en el limbo de la justicia, en el limbo de todo lo que las películas quieren vender, donde siempre se pilla al culpable. Claro.
menéame