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En 1997, cuando trabajaba para la compañía 3M, Kris Hansen descubrió que las muestras de sangre recogidas a lo largo de EEUU contenían PFAS, una sustancia química peligrosa para la salud humana que se ha vuelto omnipresente en los ecosistemas: ahora revela que la empresa trató de desacreditar sus datos y ocultar la toxicidad del compuesto.