#1 Anal Roza Quincalla.
El estrés postraumático de un boina verde español tras su experiencia en Iraq
#4 Sus votantes suelen decir aquello de "algo habrán hecho" y se quedan tan panchos.
#4 no, eso no ofende a los buenos cristianos, cosas como la ceremonia de inauguración de los juegos olímpicos sí.
Alguien debería pedirle explicaciones a los partidos de derecha españoles de porqué estan apoyando bombardeos de iglesias católicas, no?
#4 Sus votantes suelen decir aquello de "algo habrán hecho" y se quedan tan panchos.
#4 No creo que esa iglesia sea católica, los cristianos católicos son muy pocos por esos lares.
#20 buscando en google religion libano
cristianos 37,6%, de los cuales católicos 25,1%
1 de cada 4 personas
#23 Querrás decir 1 de cada 12 personas.
En todo caso eso refuerza lo que he dicho yo, que lo más probable es que la iglesia no sea católica porque los cristianos católicos son minoritarios.
Viendo datos de wikipedia, 1 de cada 20 libaneses, el 5% de la población. https://es.m.wikipedia.org/wiki/Religi%C3%B3n_en_L%C3%ADbano
La proporción de católicos dentro de los cristianos parece menor de lo que has dicho.
#25 porque no estás contando a los cristianos maronitas no se muy bien la razón.
#34 Ah, pues tienes razón. Fallo mío el situar a lo maronitas como grupo independiente de Roma
#25 Qué tiene que ver cuántos sean; aunque sean 50 pueden tener una iglesia. Anda que no hay templos de religiones de todo tipo en España.
#43 Era un mero planteamiento de probabilidades, que de todas formas ha sido erroneo.
#23 mmh
#4 ¿Están apoyando bombardear iglesias? Suena a invención.
#48 peguntales a ver qué te responden
#60 No voy a hacerte el trabajo de investigar tus palabras, enseña tú tus fuentes, no quedes de mentiroso (si es posible).
Tengo una duda. Cuando ves un artículo de opinión que es pura basura pero crees que es interesante ver las groseras trampas logicas que es capaz de utilizar su autor... Se debe menear?
#28 siempre, por los Loles.
Ni el más ultra de la CEOE sería capaz de firmar tremendo planfleto.
Digamos que ya me he apañado solo
Yo también, parece interesante.
Esta obra maestra del pensamiento contemporáneo ha sido creada por el astuto gurú financiero y líder intelectual A. Squirrelstein.Este libro no solo es una guía práctica para alcanzar la riqueza, sino también un brillante tratado sobre cómo desafiar a las fuerzas que han mantenido a la mayoría en la ignorancia. Squirrelstein presenta un sistema innovador que desafía la dictadura de lo políticamente correcto y propone un camino hacia la prosperidad personal y colectiva, haciendo hincapié en la primera cuando se presente cualquier disyuntiva al respecto.Desde el inicio, el autor demuestra su comprensión profunda de los problemas que aquejan a nuestra sociedad: la corrupción, el despilfarro, la inflación, la inmigración descontrolada, la manipulación mediática, el adoctrinamiento progre, los derechos humanos y la democracia. Con su carisma y su capacidad de liderazgo, el autor se erige como la figura ideal para abanderar una Revolución.La primera fase de su estrategia es admirable: construir una comunidad de apasionados seguidores que compartan su visión de un futuro más justo, así como su atención y su dinero. Al involucrar a la gente y motivarla a tomar acción, Squirrelstein transforma la frustración en odio, el odio en fuerza, la fuerza en derecho y el derecho en dinero, algo que todos deberíamos aprender a hacer.La verdadera genialidad del libro radica en su segunda parte, donde Squirrelstein revela su audaz plan para obtener ingresos y poder político, que vienen a ser lo mismo. Su brillante estrategia, basada en su profundo conocimiento de la psique humana y su innata tendencia al hijoputismo, no solo conseguirá convertirlo en un predicador mediático, sino también los votos de sus seguidores-clientes. Demuestra un agudo sentido de la estrategia política. Gracias a un excelente manejo de la corrupción, en el buen sentido del término, se asegura de que su movimiento no solo tenga voz, sino también influencia en el sistema. La habilidad de Squirrelstein para invertir la narrativa y tomar lo que le pertenece a las élites es una jugada maestra que cualquier aspirante a emprendedor debería adoptar.Un argumento clave que Squirrelstein expone es que el robo es parte de la naturaleza humana. Según él, la mejor forma de luchar contra la mentira y el latrocinio que predominan en el sistema es adelantarse a ellos: mentir con más fuerza y robar más. Esta perspectiva audaz no solo es provocadora, sino que también redefine las reglas del juego. En lugar de ser una víctima, Squirrelstein insta a sus seguidores a adoptar una postura proactiva, convirtiéndose en los arquitectos de su propio destino. “Toma el control de tu vida, empodérate, sé el menos ético de tus semejantes: si son tus semejantes son como tú”.A diferencia del legendario Robin Hood, que robaba a los ricos para dárselo a los pobres, Squirrelstein presenta una versión mejorada de este arquetipo. Argumenta que esa práctica es errónea, ya que los pobres suelen convertirse en peligrosos colectivistas que terminan apoyando a las élites corruptas. En lugar de redistribuir la riqueza, Squirrelstein sostiene que es más efectivo que los líderes se queden con el dinero en sus propios bolsillos, pues eso es lo que realmente ofende a las élites, disminuyendo al mismo tiempo el monto total disponible para ser robado. Este enfoque no solo desafía las expectativas, sino que también fortalece la posición de sus seguidores al hacer que la lucha contra el sistema sea mucho más personal y gratificante. “Yo elijo quién me roba”.El estilo directo y provocador de Squirrelstein hace que cada página sea una revelación, una epifanía, invitando al lector a cuestionar las normas y a reimaginar su propio potencial. Hazte rico luchando contra el sistema es una lectura esencial para cualquier persona que desee no solo enriquecer su vida, sino también desafiar y transformar el orden establecido. La obra de Squirrelstein es, sin lugar a dudas, un faro de inspiración en un mundo que a menudo parece opresivo, especialmente cuando no tenemos el poder de ser los opresores.Recomiendo este libro, dándole la más alta valoración, a todos aquellos que buscan un camino claro hacia la riqueza y el poder que no incluya los aburridos y poco provechosos senderos de la virtud y el trabajo. Es un sistema ingenioso que merece ser seguido y celebrado.La obra está a disposición exclusiva de los miembros del selecto club de emprendedores Ponzi Investment, al cual se puede acceder mediante una cuota mensual que da acceso a fantásticos cursos de crecimiento personal y evasión fiscal.
Está bien que utilices las palabras "ciencia ficción" y "película" para seguir difundiendo una teoría de la conspiración tan dañina. Tampoco es una técnica de propaganda nueva, pero así te evitas problemas.
Ahora solo te falta añadir aquello tan divertido de la ausencia de prueba no es prueba de ausencia, que tanto te gusta.
El libro se basa más o menos en esta premisa: «Hace años que no mato a nadie, y no pienso volver a hacerlo nunca más. Fue solo una mala racha que estaba pasando.»"Luego, el segundo pilar, es su odio al mar y a las mujeres. No me voy a molestar en explicar por qué. Da igual.Casi todo da igual, o esa es la sensación que me queda. Porque se trata de un adolescente psicópata que ha matado a dos primos y a un hermano, y que piensa que lo más divertido de la vida es portarse como una mierda y conseguir que todo el mundo se desviva por ti.Me acerqué al libro con ciertas reservas, porque todo lo que va sobre maniáticos y psicópatas da ocasión a decir gilipolleces sin necesidad de justificarlas, y salí de él con esa misma impresión: que el autor tenía ganas de escribir maldades ode ahorrarse un psicólogo y compuso esta novela que, seguramente, sería muy provechosa para él, pero no tanto para sus lectores. O así lo veo yo.No obstante, reconozco que está mejor escrita que la media y que gran parte del desagrado viene de que no me gustan las novelas sobre adolescentes (no, tampoco el guardián en el centeno, ni el señor de las moscas) y tampoco las que se basaban en universos mentales con reglas propias, y rituales propios, como la fábrica de avispas, sus altares de sacrificios y sus chorradas diversas. Prefiero elfos y dragones. Me los creo más. O me aburren menos.Un asco de novela, pero que puede interesar a los aficionados a estas malas digestiones mentales.
Jeje, precisamente tengo el guardian entre el centeno y el señor de las moscas a medio leer porque se me hacian aburridas, especialmente la primera...
#11 Si ya salió lo siento... No me suena haberlo visto
"Los empleados ganan demasiado y deben recordar que trabajan para sus jefes, no al revés" Propuestas de un CEO para disciplinar a los trabajadores.
Granjas de esclavos en el sudeste asiático. Estancias de lujo para los explotadores, cadenas y tortura para los explotados.
¿Alguien puede eliminar este artículo? Está duplicado. El otro tiene las imágenes correctas.
Gracias
@admin
Opinión sobre Roberto Vaquero y su Resistencia y lucha contra el posmodernismo. Hace unos días acabé la lectura de este libro del líder de Frente Obrero. Lo analizaré desde mi visión personal.En palabras de su autor, «pretende dar una visión crítica desde la izquierda obrera de la situación actual de la sociedad y del papel que tiene la izquierda del sistema, progre y acomplejada, ante los problemas que afectan al mundo y en especial a nuestro país». La tesis básica de la obra podría enunciarse así: «El posmodernismo ideológico y el fascismo son dos caras de la misma moneda: se retroalimentan el uno al otro dependiendo de lo que le interese al gran capital que está detrás de ambos».Veamos con más detenimiento las ideas del autor.La derecha y la ultraderecha emplean el término “marxismo cultural” para designar a las ideas de la izquierda posmoderna. Apuntan a que es parte de una conspiración mundial que pretende implantar un pensamiento único basado en lo políticamente correcto. Pretenden destruir la sociedad occidental y sus valores, haciéndola degenerar. Puesto que la izquierda perdió la Guerra Fría, es su nueva estrategia revanchista para destruir a Occidente. Esta izquierda posmoderna no es otra cosa que aquella que basa sus reivindicaciones en el ecologismo, el feminismo, el pacifismo, los derechos LGTBI+, etc., y que tiene su peor versión en la materialización de la implantación de un discurso de lo políticamente correcto que apunta con el dedo y reprime públicamente a todo aquel que osa contradecirlo. Roberto Vaquero, lejos de denunciar que esta teoría de la conspiración es falsa, lo que hace es darle la vuelta. El marxismo cultural sí que es parte de una conspiración mundial, solo que de signo contrario: es una herramienta de la derecha para destruir a los marxistas. Esta estrategia, que ya tuvo su momento álgido en el 68, consiste en desvirtuar el marxismo clásico, destruyéndolo desde dentro. Los activistas comunistas han caído en la trampa y han asimilado ese discurso que no es más que un virus ideológico creado por sus enemigos para corromper sus organizaciones. De este modo, el comunismo ha dejado de apuntar al corazón del problema, que es el sistema capitalista, para enfocarse en una serie de luchas parciales que no afectan a la esencia del sistema. Así, mientras la nueva izquierda está entretenida en implantar el lenguaje inclusivo y salvar a los pingüinos, el gran capital puede seguir campando a sus anchas, pues, al enfocar a sus enemigos en objetivos totalmente irrelevantes, consigue su objetivo principal, que es la salvaguarda del sistema. El posmodernismo, que se desvincula de la realidad material y se enfoca en lo subjetivo y en lo individual, tiene como resultado el debilitamiento de las luchas sociales, favoreciendo al capitalismo mediante la implantación de un individualismo cada vez más propicio a las tesis neoliberales.Esta estrategia de la derecha ha conseguido un gran éxito, de forma que la izquierda actual es indisciplinada, poco combativa, fragmentaria, pacífica, contradictoria y, en esencia, una traidora a las ideas clásicas de la lucha de clases. Ya no se aspira a la superación del capitalismo mediante la implantación del socialismo, la única acción realmente relevante y que solucionaría, de forma real y efectiva, todas las luchas secundarias en las que se centran actualmente.Vaquero defiende abiertamente el sistema del socialismo real representado por la ideología marxista-leninista y materializada en el estalinismo. Esa es la verdadera revolución y el verdadero sentido del marxismo. El resto son desviaciones ideológicas intolerables; el dictador ruso tenía toda la razón al perseguirlas implacablemente. La imagen de tirano sangriento que ha llegado hasta nuestros días es, para este autor, una manipulación de sus enemigos. En definitiva, la verdadera izquierda es la que debe tener como modelo la URSS de los primeros tiempos, es decir, la realidad soviética hasta la muerte de Stalin, momento que los revisionistas aprovecharon para dar un golpe de Estado interno y convertir la Revolución en un sistema diferente, basado en el privilegio de unas élites que acabaron arruinando el experimento soviético.Teniendo en cuenta esta línea de pensamiento, se puede dividir el discurso presentado en este ensayo en dos partes, de modo que puedo, personalmente, estar en cierta medida de acuerdo con una de ellas, pero totalmente opuesto respecto a la segunda.La primera parte del razonamiento de Vaquero me parece aceptable, con muchas matizaciones. La historia del marxismo y de su aplicación a la política no puede desligarse del hecho de que es una ideología anticapitalista y revolucionaria por lo que el poder establecido intentó, por todos los medios, erradicarla de raíz, utilizando toda una panoplia de tácticas que mentes muy brillantes diseñaron. Para los beneficiarios del sistema capitalista, la destrucción del marxismo era una necesidad vital. Una vez dividido el mundo, tras la Segunda Guerra Mundial, en dos realidades enfrentadas, los líderes capitalistas, entre otras muchas acciones, se pusieron manos a la obra con el fin de domesticar a la clase trabajadora, haciendo que, al menos, no fuera hostil al sistema. Supongo que no es innovador afirmar que la creación del Estado del Bienestar fue una de las tácticas más exitosas. Para evitar que los obreros explotados sufrieran la tentación de defender las ideas imperantes al otro lado del río Elba, una estrategia razonable era disminuir su explotación y elevar su nivel de vida, convirtiendo al capitalismo en un tirano aceptable. Así, se extendieron los seguros sociales, la educación y la sanidad universales, las jubilaciones, las ayudas de todo tipo y una serie de transferencias de renta desde la burguesía a la clase obrera, sirviendo para asimilar a la posible disidencia. Una táctica realmente costosa para las élites sociales, pero mucho menos que mantener el sistema mediante la pura represión y vivir bajo la espada de Damocles de la subversión. Tampoco será ninguna sorpresa afirmar que, una vez acabada la Guerra Fría, no es de extrañar que este Estado del Bienestar se esté desmontando paulatinamente a medida que se convierte en un arma obsoleta frente a un enemigo marginal. Vaquero no se centra en esta táctica del capitalismo, supongo que porque sería admitir que la socialdemocracia consiguió mejoras materiales para el proletariado, sino en otra, como es la de la lucha en el campo de las ideas, concebida como la perversión del espíritu marxista revolucionario, desviándolo, fragmentándolo y domesticándolo, hasta conseguir que pase de defender la Revolución que ha de abolir el sistema a abogar por unas reformas que, cada vez, eran más cosméticas que reales. De este modo, el capital consiguió infiltrarse en el movimiento obrero e inocular en él todas las ideas que son las más reconocibles de la izquierda actual; esas ideas que tanto la ultraderecha como Roberto Vaquero ridiculizan. Pero mientras la ultraderecha afirma, de una forma más ridícula todavía, que el lenguaje inclusivo es parte de una estrategia para destruir la sociedad, el autor del libro analizado lo considera una payasada que únicamente sirve para neutralizar la lucha social: mientras la izquierda más antisistema está distraída en descubrir nuevos géneros, el capital puede seguir explotando al trabajador.Esta primera idea, que podemos categorizar como el diagnóstico del problema, me parece razonable hasta cierto punto, aunque peca de simplista, pues considera que no ha habido una evolución interna de la izquierda y sus críticas contra ciertas luchas, que son totalmente legítimas, me parecen exageradas y caricaturescas. Podríamos materializar esta visión en un par de viñetas, por añadir un poco de humor, ejercicio siempre recomendable.El primero es Iván, veterano del sitio de Leningrado, quien gustosamente daría su vida por la Madre Patria y por la Revolución proletaria. Aspira a la derrota del capitalismo. Solo se arrepiente de no haber podido matar más nazis durante la guerra. La segunda es Karen. Vive con sus padres. Tiene un gato y una cuenta de Instagram comprometida, que son sus principales ocupaciones. Siente ansiedad cuando escribe a favor del veganismo o del lenguaje inclusivo y la critican. Por ello aspira a que le proporcionen espacios seguros de debate donde no la confronten. Recientemente, participó en una batucada reivindicativa. El gran problema de este ensayo, o de la ideología de este autor, el elefante en medio de la habitación, es la solución que da al problema planteado: la implantación del estalinismo más clásico, al que defiende de forma abierta. Si la superación del sistema implica el establecimiento de una tiranía totalitaria, bendito sea el sistema actual. Tal vez el propio Roberto Vaquero hace lo que critica sin ser consciente de ello. Si la izquierda marxista no ha aprendido nada de su propia historia y quiere repetir los mismos errores, entonces tal vez él también esté sirviendo al sistema. Pues si se puede utilizar la caricatura de una izquierda que considera subversivo fumar porros y definirse como de género fluido, también se puede utilizar la caricatura de unos comunistas estalinistas que todavía no se han enterado de que la URSS fracasó, que la dictadura del proletariado es eso, una dictadura y que ciertos experimentos cuestan muchas vidas. La cruda realidad es que el autor defiende un sistema tiránico, lo cual es inaceptable para cualquier demócrata y me lleva a rechazar de plano sus propuestas. Teniendo en cuenta que el libro es de acceso abierto, es de agradable lectura y permite asomarse a los planteamientos ideológicos de un líder político del cual siempre conviene estar informado, se puede recomendar su lectura. Siempre es interesante analizar los razonamientos del prójimo, aunque sea para poder hacer una crítica bien fundada.
Opinión sobre Roberto Vaquero y su Resistencia y lucha contra el posmodernismo. Hace unos días acabé la lectura de este libro del líder de Frente Obrero. Lo analizaré desde mi visión personal.En palabras de su autor, «pretende dar una visión crítica desde la izquierda obrera de la situación actual de la sociedad y del papel que tiene la izquierda del sistema, progre y acomplejada, ante los problemas que afectan al mundo y en especial a nuestro país». La tesis básica de la obra podría enunciarse así: «El posmodernismo ideológico y el fascismo son dos caras de la misma moneda: se retroalimentan el uno al otro dependiendo de lo que le interese al gran capital que está detrás de ambos».Veamos con más detenimiento las ideas del autor.La derecha y la ultraderecha emplean el término “marxismo cultural” para designar a las ideas de la izquierda posmoderna. Apuntan a que es parte de una conspiración mundial que pretende implantar un pensamiento único basado en lo políticamente correcto. Pretenden destruir la sociedad occidental y sus valores, haciéndola degenerar. Puesto que la izquierda perdió la Guerra Fría, es su nueva estrategia revanchista para destruir a Occidente. Esta izquierda posmoderna no es otra cosa que aquella que basa sus reivindicaciones en el ecologismo, el feminismo, el pacifismo, los derechos LGTBI+, etc., y que tiene su peor versión en la materialización de la implantación de un discurso de lo políticamente correcto que apunta con el dedo y reprime públicamente a todo aquel que osa contradecirlo. Roberto Vaquero, lejos de denunciar que esta teoría de la conspiración es falsa, lo que hace es darle la vuelta. El marxismo cultural sí que es parte de una conspiración mundial, solo que de signo contrario: es una herramienta de la derecha para destruir a los marxistas. Esta estrategia, que ya tuvo su momento álgido en el 68, consiste en desvirtuar el marxismo clásico, destruyéndolo desde dentro. Los activistas comunistas han caído en la trampa y han asimilado ese discurso que no es más que un virus ideológico creado por sus enemigos para corromper sus organizaciones. De este modo, el comunismo ha dejado de apuntar al corazón del problema, que es el sistema capitalista, para enfocarse en una serie de luchas parciales que no afectan a la esencia del sistema. Así, mientras la nueva izquierda está entretenida en implantar el lenguaje inclusivo y salvar a los pingüinos, el gran capital puede seguir campando a sus anchas, pues, al enfocar a sus enemigos en objetivos totalmente irrelevantes, consigue su objetivo principal, que es la salvaguarda del sistema. El posmodernismo, que se desvincula de la realidad material y se enfoca en lo subjetivo y en lo individual, tiene como resultado el debilitamiento de las luchas sociales, favoreciendo al capitalismo mediante la implantación de un individualismo cada vez más propicio a las tesis neoliberales.Esta estrategia de la derecha ha conseguido un gran éxito, de forma que la izquierda actual es indisciplinada, poco combativa, fragmentaria, pacífica, contradictoria y, en esencia, una traidora a las ideas clásicas de la lucha de clases. Ya no se aspira a la superación del capitalismo mediante la implantación del socialismo, la única acción realmente relevante y que solucionaría, de forma real y efectiva, todas las luchas secundarias en las que se centran actualmente.Vaquero defiende abiertamente el sistema del socialismo real representado por la ideología marxista-leninista y materializada en el estalinismo. Esa es la verdadera revolución y el verdadero sentido del marxismo. El resto son desviaciones ideológicas intolerables; el dictador ruso tenía toda la razón al perseguirlas implacablemente. La imagen de tirano sangriento que ha llegado hasta nuestros días es, para este autor, una manipulación de sus enemigos. En definitiva, la verdadera izquierda es la que debe tener como modelo la URSS de los primeros tiempos, es decir, la realidad soviética hasta la muerte de Stalin, momento que los revisionistas aprovecharon para dar un golpe de Estado interno y convertir la Revolución en un sistema diferente, basado en el privilegio de unas élites que acabaron arruinando el experimento soviético.Teniendo en cuenta esta línea de pensamiento, se puede dividir el discurso presentado en este ensayo en dos partes, de modo que puedo, personalmente, estar en cierta medida de acuerdo con una de ellas, pero totalmente opuesto respecto a la segunda.La primera parte del razonamiento de Vaquero me parece aceptable, con muchas matizaciones. La historia del marxismo y de su aplicación a la política no puede desligarse del hecho de que es una ideología anticapitalista y revolucionaria por lo que el poder establecido intentó, por todos los medios, erradicarla de raíz, utilizando toda una panoplia de tácticas que mentes muy brillantes diseñaron. Para los beneficiarios del sistema capitalista, la destrucción del marxismo era una necesidad vital. Una vez dividido el mundo, tras la Segunda Guerra Mundial, en dos realidades enfrentadas, los líderes capitalistas, entre otras muchas acciones, se pusieron manos a la obra con el fin de domesticar a la clase trabajadora, haciendo que, al menos, no fuera hostil al sistema. Supongo que no es innovador afirmar que la creación del Estado del Bienestar fue una de las tácticas más exitosas. Para evitar que los obreros explotados sufrieran la tentación de defender las ideas imperantes al otro lado del río Elba, una estrategia razonable era disminuir su explotación y elevar su nivel de vida, convirtiendo al capitalismo en un tirano aceptable. Así, se extendieron los seguros sociales, la educación y la sanidad universales, las jubilaciones, las ayudas de todo tipo y una serie de transferencias de renta desde la burguesía a la clase obrera, sirviendo para asimilar a la posible disidencia. Una táctica realmente costosa para las élites sociales, pero mucho menos que mantener el sistema mediante la pura represión y vivir bajo la espada de Damocles de la subversión. Tampoco será ninguna sorpresa afirmar que, una vez acabada la Guerra Fría, no es de extrañar que este Estado del Bienestar se esté desmontando paulatinamente a medida que se convierte en un arma obsoleta frente a un enemigo marginal. Vaquero no se centra en esta táctica del capitalismo, supongo que porque sería admitir que la socialdemocracia consiguió mejoras materiales para el proletariado, sino en otra, como es la de la lucha en el campo de las ideas, concebida como la perversión del espíritu marxista revolucionario, desviándolo, fragmentándolo y domesticándolo, hasta conseguir que pase de defender la Revolución que ha de abolir el sistema a abogar por unas reformas que, cada vez, eran más cosméticas que reales. De este modo, el capital consiguió infiltrarse en el movimiento obrero e inocular en él todas las ideas que son las más reconocibles de la izquierda actual; esas ideas que tanto la ultraderecha como Roberto Vaquero ridiculizan. Pero mientras la ultraderecha afirma, de una forma más ridícula todavía, que el lenguaje inclusivo es parte de una estrategia para destruir la sociedad, el autor del libro analizado lo considera una payasada que únicamente sirve para neutralizar la lucha social: mientras la izquierda más antisistema está distraída en descubrir nuevos géneros, el capital puede seguir explotando al trabajador.Esta primera idea, que podemos categorizar como el diagnóstico del problema, me parece razonable hasta cierto punto, aunque peca de simplista, pues considera que no ha habido una evolución interna de la izquierda y sus críticas contra ciertas luchas, que son totalmente legítimas, me parecen exageradas y caricaturescas. Podríamos materializar esta visión en un par de viñetas, por añadir un poco de humor, ejercicio siempre recomendable.El primero es Iván, veterano del sitio de Leningrado, quien gustosamente daría su vida por la Madre Patria y por la Revolución proletaria. Aspira a la derrota del capitalismo. Solo se arrepiente de no haber podido matar más nazis durante la guerra. La segunda es Karen. Vive con sus padres. Tiene un gato y una cuenta de Instagram comprometida, que son sus principales ocupaciones. Siente ansiedad cuando escribe a favor del veganismo o del lenguaje inclusivo y la critican. Por ello aspira a que le proporcionen espacios seguros de debate donde no la confronten. Recientemente, participó en una batucada reivindicativa. El gran problema de este ensayo, o de la ideología de este autor, el elefante en medio de la habitación, es la solución que da al problema planteado: la implantación del estalinismo más clásico, al que defiende de forma abierta. Si la superación del sistema implica el establecimiento de una tiranía totalitaria, bendito sea el sistema actual. Tal vez el propio Roberto Vaquero hace lo que critica sin ser consciente de ello. Si la izquierda marxista no ha aprendido nada de su propia historia y quiere repetir los mismos errores, entonces tal vez él también esté sirviendo al sistema. Pues si se puede utilizar la caricatura de una izquierda que considera subversivo fumar porros y definirse como de género fluido, también se puede utilizar la caricatura de unos comunistas estalinistas que todavía no se han enterado de que la URSS fracasó, que la dictadura del proletariado es eso, una dictadura y que ciertos experimentos cuestan muchas vidas. La cruda realidad es que el autor defiende un sistema tiránico, lo cual es inaceptable para cualquier demócrata y me lleva a rechazar de plano sus propuestas. Teniendo en cuenta que el libro es de acceso abierto, es de agradable lectura y permite asomarse a los planteamientos ideológicos de un líder político del cual siempre conviene estar informado, se puede recomendar su lectura. Siempre es interesante analizar los razonamientos del prójimo, aunque sea para poder hacer una crítica bien fundada.
#4 Gracias
#1 Cuidado con esto: aunque el argumento no va desencaminado del todo, no hay ninguna "selección natural". La preferencia por ciertos oficios no es genética ni los judíos son más listos que cualquier otra etnia.
Lo que pasa es que, en efecto, una cultura, que no es más que un conjunto de reglas, tiene efectos sobre la realidad material de la sociedad que la porta. Por ejemplo, la irrupción del protestantismo impulsó la alfabetización de los países por los cuales se extendió, porque ahora se había implementado una nueva norma cultural del tipo "puesto que es bueno juzgar por ti mismo la Biblia y no contentarse con la versión oficial, como hacen los católicos, es recomendable aprender a leer".
Con los judíos ha pasado algo parecido. Si tienen normas sociales del tipo "es imprescindible saber leer, escribir y memorizar" o "la usura no es pecado", es totalmente lógico que abunden los funcionarios, abogados, médicos y banqueros entre ellos. El caso contrario puede ser el de los gitanos, cuya cultura tiene algoritmos del tipo "hay que abandonar la escuela lo antes posible", con los resultados esperables.
Las diferentes culturas tienen efectos sobre sus usuarios, pero no son inmutables ni modifican los genes. El argumento racista no solamente es inmoral, sino científicamente falso.
Saludos
#2 Claro que no había selección natural, a los judíos se les impedía trabajar en trabajos de personas, sólo se les dejaba aquellos oficios que un buen cristinano no haría, banca, joyería, comercio de artículos no esenciales, etc...
#2 Muy cierto, lo has explicado mejor que yo. A eso me refería con la selección natural.
#4 Gracias
De ASQUEROSA QUINTANA no me podía esperar menos.