#225 Iñaki Errazkin@Errazkin Les prometí ayer contarles cosas sobre Camilo José Cela, un censor y delator franquista que trepó socialmente como un mandril gracias a los dos anteriores jefes del Estado y a la complicidad activa o silenciosa de políticos y periodistas. Contaba Juan Goytisolo, que lo conoció bien, que Cela llegó a hacerse con obras inéditas de presos políticos condenados a muerte de las que se apropiaba sin reparo. Algunas ni siquiera las corregía, hasta el punto de que su primera esposa, Rosario Conde, que actuaba como ayudante del soplón, llegó a decir: "Hay que ver lo nervioso que se pone cuando escribe, que no parece su letra". Varias de las obras fusiladas (nunca mejor dicho) contribuyeron a su fama de "excelente escritor" y le llevaron a ser distinguido con los premios Príncipe de Asturias de las Letras (1987), Nobel de Literatura (1989) y Cervantes (1995). Juan Carlos de Borbón lo nombró personalmente senador en la primera legislatura y, en 1996, marqués de Iria Flavia, título creado especialmente para él. Pero lo que da una idea de su maldad humana es el hecho de que tuviera en su despacho, en lugar bien visible, el garrote vil con el que se asesinó legalmente al anarquista catalán Salvador Puig Antich. Un canalla.
#224 Es posible, pero sin pruebas...
Y si, se sale, me acuerdo que la primera vez que lo leí lo comenté en la cuadrilla de adolescentes con la que salía y al final de la noche se abrió debate con diversas interpretaciones, sobre todo lo que llevó a Pascuar Duarte a hacer lo que hizo al final, eso en lugar de hablar de sexo y de tías o futbol, es que éramos unos raros.