#142 He leído un libro titulado "manual completo del suicidio", o algo parecido. La gente elige distintos medios para suicidarse y algunos son muy poco efectivos como las pastillas.
Este ha funcionado. O sea que ha elegido un buen método y querría saber cual es.
Suponen un suicidio pero no dicen nada del método elegido. Para mi seria una parte importante de la noticia. No es morbo. No hace falta que me acuseis.
"Aunque la prensa de la época hablaba de alrededor de 300 muertes (cifra que acabará convirtiéndose en parte de las leyendas que surgirán alrededor de los ángeles de la muerte de Nagyrév, nombre con el que pasaron a ser conocidas), el investigador que más ha llegado a fondo en este caso, Béla Bodó, cuenta entre 45 y 50 asesinatos confirmados."
Le veo una utilidad: bajar aquí y coger el primer tren que vaya en dirección contraria. Puede que al llegar aquí ya estés cansado de ver el rio y si haces esto te ahorres una parte de viaje sin interés. Ni idea de horarios, ni distancias ni nada de nada.
Sólo relacionado: Hay una tertuliana del PP en TEM que me cae francamente mal, creo que es diputada y se llama Vazquez. Ayer debatía con otro sobre un tema y ella se iba descaradamente cambiando de tema, atacando, insultando... Ya cuando está tranquila no la soporto, cuando se excita y se mete en faena de mentir a tope, es odiosa.
En la entrega de los premios Princesa de Gerona, que se hizo en el Liceu de Barcelona. Cortaron el acceso a la Rambla y colocaron francotiradores "para que se vieran".
Los premios no se dan en Girona porque las manifestaciones lo impiden. En Barcelona, la monarquía encuentra mejor acogida. PPSOE
Traducción
El rifle es, ante todo, un argumento. No un argumento retórico –estos hace tiempo que los han agotado–, sino un argumento físico, contundente, de aquellos que no admiten réplica. Cuando un francotirador se instala en la azotea del Liceu para proteger la visita a Barcelona del rey de los españoles, lo que hace, lisa y llanamente, es conjugar los verbos más antiguos del poder: intimidar, asustar, amenazar.
Un rifle de precisión no es un arma cualquiera. Es la violencia convertida en cirugía. El francotirador no dispara al azar; elige, selecciona, decide y mata. Cualquiera entre la masa amenazada puede ser el elegido. Y ese es el mensaje subliminar que se cernía el miércoles sobre la Rambla de Barcelona mientras los manifestantes de la ANC –ellos siempre están donde toca– levantaban las pancartas. Podemos matarlos uno a uno. A quien queramos.
El rifle es el arma moderna por excelencia, el símbolo de la precisión industrial aplicada a la muerte. Y no es casual, por tanto, que sea ésta, y no otra, la que elijan. El rifle –como el discurso del Borbón el 3 de octubre– es la negación absoluta del diálogo, la antítesis de la política entendida como arte de la palabra.
Pero ahí está también su tragedia. Un estado que necesita rifles para relacionarse con una parte de sus ciudadanos ha dejado de ser, claramente, el estado de esos ciudadanos. Se ha convertido en otra cosa: una estructura de opresión que ya sólo se mantiene por la fuerza potencial, por la amenaza latente sobre la población. El rifle no estaba en la azotea necesariamente para disparar –esperamos–, pero estaba allí, y se hacía visible, para recordarnos a todos que podría pasar.
Los catalanes tenemos una larga experiencia con los rifles. Nos han apuntado tantas vueltas que casi forma parte del paisaje. Felipe V, Espartero, Primo de Rivera, Franco… La lista de quienes han creído que la cuestión catalana podían resolverla a tiros es larga y tediosa. El hecho de que sorprende, en todo caso, es la… » ver todo el comentario