Si tenéis niños en vuestras familias y veis lo que ven ahora, comprobaréis que todo tiene un ritmo mucho más trepidante.
Ver un capítulo de Barrio Sésamo es relajante porque hablan despacio y no existe ninguna intención de engancharte para que estés pegado a la pantalla deseando pulsar en "siguiente" para ver el próximo capítulo. No hay algoritmo que alimentar, simplemente era un contenido que distraía a los niños y a la vez les enseñaba 4 cosas.
Lo de ahora es un bombardeo constante de colores, cambios de plano, música a buen ritmo... Nada que ver. Terminas de ver un capítulo de lo que sea hoy en día y sales sobreestimulado www.youtube.com/watch?v=zO3ZSC35Q58
#16 No estoy de acuerdo. Yo puedo trabajar de teleoperador en remoto desde casa y no me tengo que exponer al juicio de valor de la chavalería día sí y día también.
Si esta mujer trabajaba expuesta al escarnio de sus estudiantes a diario ya podía tener la mayor de las resiliencias que acabaría afectándole por fuerza.
#6 Soy un cuarentón que hizo la EGB y tengo una hernia discal y desgaste en las vértebras.
A lo mejor sí que nos afectó el cargar con las mochilas más de lo que creemos.
#4 Pues lo siento. Realmente el ser humano es bueno en esencia y la mayor parte de las personas realizan buenas acciones todos los días sin que sea noticia.
Lo que ocurre es que al actuar en sociedad muchos se dejan llevar por la masa.
#16 Pues estabas de acuerdo con #5, que decía que no destrozaba el mobiliario del parque en su época.
Tú tampoco pero recogiais todo porque un responsable os lo pedía.
No os portabais bien por iniciativa propia.
Desde el respeto, no le veo mérito a ese civismo.
#70 Opino lo mismo. Desde que conozco la enfermedad a través de mi tío, imagino lo que debe ser no poder fiarte de lo que ves, oyes o percibes como algo real. Esa incertidumbre respecto a lo que es real y lo que no, debe ser horrible.
#3 No comparto lo de educar a los hijos "a ostias" pero es verdad que algunos padres pasan de sus hijos como si no hubieran deseado tenerlos jamás, como si les estorbasen en su vida.
#4 Mucha suerte educando a la población. Mientras tanto es mejor proteger lo que algunos consideran su espacio para el botellón y no convertir las calles en 1984.
En cuanto a restringir el uso de un parque para niños de 8:00 a 22:00 tampoco me parece descabellado.
Me parece genial, deberían hacerlo en todas las ciudades.
Donde yo vivo, a partir de las 8 de la tarde empieza a aparecer la chavalería a apalancarse en los columpios más grandes y a hacer el ganso y molestando a los más pequeños que aún sigan por ahí.
Muchas veces llevo a mi hijo a este u otro parque y nos encontramos con que la tirolina está cedida o atascada, el tobogán pringado de cerveza seca, peladuras de pipas por todas partes...
Y el ayuntamiento no puede estar limpiando y reparando estos espacios constantemente, debería bastar con cuidar lo que tenemos.
#37 Perdona, acabo de darme cuenta de que no he contestado a tu pregunta después del tocho que te he metido.
Era feliz, todo lo feliz que podía ser debido al alto grado de esquizofrenia que sufría.
A él le hubiera gustado conocer el amor pero no pudo.
#37 Gracias por la corrección, estuve dudando sobre cómo escribirlo jaja.
Su padre, mi abuelo, fue quien supo gestionarlo porque consiguió que esa pensión fuese pagada por la empresa en la que trabajaba cuando le dio el brote. No me explicaron muy bien la historia en su momento y creo que ya no hay nadie que me lo pueda aclarar.
Su periplo fue largo en cuanto a "las residencias".
Al principio vivió con sus padres y al morir su padre siguió viviendo con su madre que mentalmente no estaba muy allá, sufría de algo de demencia.
Mi padre creyó que era la mejor opción pensando que un palo sujetaba al otro pero finalmente se dio cuenta de que la cosa no funcionaba.
Los cambios de médicos a lo largo de su vida hacían que su medicación variase, disminuyendo y aumentando la dosis según el criterio de cada uno, lo que, o bien hacía que los brotes o alucinaciones fuesen a más, o bien en el caso de altas dosis, lo anulaban al punto en el que apenas podía hablar.
Mi padre metió a los dos en una residencia (vivían a 700 km de nosotros), a su madre en una de ancianos y a él en una especializada en esta enfermedad.
Ahí descubrí que no todos los esquizofrénicos estaban tan jodidos como mi tío, había muchos que con una medicación moderada podían hacer una vida totalmente normal con pareja, trabajo etc.
Estos entraban y salían de esa residencia a voluntad.
Con el tiempo mi tío se fue haciendo mayor y debido a su ansiedad al comer, desarrolló problemas digestivos y el centro nos solicitó a la familia que lo trasladasemos a otro lugar ya que no estaban especializados en problemas de esa índole.
En aquella época lo tuvieron que ingresar en un hospital psiquiátrico durante un tiempo debido a una recaída y a su salida fue a una residencia de ancianos, donde podían cambiarle la bolsa gástrica pero no eran especialistas en su enfermedad.
Al tiempo empezó a dar problemas en esa residencia, empezó a robar y volvimos a cambiarle se residencia, esta vez a una más cercana para poder visitarlo con más frecuencia.
Él era muy de su tierra y si a algo se resistía era a alejarse de ella pero eso nos complicaba mucho el poder visitarle y estar pendientes de él.
Finalmente murió de un atragantamiento fruto de su compulsividad a la hora de comer.