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#17 por acuerdo quieres decir lo que quiera Rusia ¿no? Vamos a hacer lo mismo en Palestina, a lo mejor quieren que Israel se quede con la mitad de Gaza...
#1 "La vicepresidente primera ha mostrado su “perplejidad” en la réplica al diputado de Vox. “No sé si es mala fe o desconocimiento”,"
Que son subnormales, no lo pone en duda nadie, pero en este caso, lo que son es malos , mienten mas que hablan.
El viejo mantra que nos dice que debemos actualizar a la última versión de nuestro sistema operativo para evitar cualquier fallo de seguridad se vio seriamente comprometido tras la caída de CrowdStrike la semana pasada. Prácticamente todas las aerolíneas se vieron afectadas, todas a excepción de una que se mantuvo en pie contra viento y marea. Curiosamente, lo hizo con un sistema operativo de hace 32 años.
Paper Tactics es un juego sencillo que está creado con total exquisitez. Es un entretenimiento para una o dos personas, en la que se puede jugar contra otras personas online o contra un bot. De forma resumida, a mi me ha recordado a una especie de combinación entre el go, el Othello, el juego de las cajas (Timbiriche) e incluso el tres en raya. Las reglas son sencillas y están explicadas al principio. Se juega por turnos, cada jugador desde una esquina.
#11 puedes montaje las película que quieras, la realidad es que no todo los animales salvajes atacan de forma frecuente a humanos, la mayoría huye de ellos. En India cuando se detecta un tigre que acecha a humanos se caza para evitar que provoque esa conducta.
Se protegen las especies, no individuos, si un animal supone un peligro real para los humanos se pone por encima los intereses de las personas.
IntroducciónEn la madrugada del 12 de abril de 1861, el recién creado Gobierno Confederado ordenó abrir fuego contra Fort Sumter, una fortaleza en un islote en la bahía de Charleston, capital de Carolina del Sur. El 13 de abril, el mayor Robert Anderson, rindió la posición, y dos días más tarde, Abraham Lincoln, decimo sexto presidente de los Estados Unidos, llamaba a filas. Durante las siguientes semanas los diferentes estados tomaron postura por uno u otro bando. La Guerra de Secesión, o Guerra Civil de los Estados Unidos, acababa de comenzar, y supondría prácticamente cuatro años de sangriento conflicto. Pero, ¿cómo se llegó a esa situación? Tradicionalmente se ha señalado que la causa principal del conflicto era la esclavitud, sin embargo, de ser así, ¿cómo es que el decreto de emancipación, que daba la libertad a los esclavos, no llegó hasta el 1 de enero de 1863, un año y nueve meses después de iniciada la contienda? ¿Fue realmente una guerra por la liberación de los negros, o por contra, la emancipación era uno de tantos puntos en los que las élites del norte y las del sur chocaban? Para averiguarlo, lo mejor es analizar el conflicto en profundidad. La Esclavitud en Estados Unidos Tras la independencia, el recién creado gobierno de los Estados Unidos siguió apoyando la esclavitud. Tenían una razón muy poderosa para hacerlo y es que en 1790, el Sur de Estados Unidos producía mil toneladas de algodón anuales, pero en 1860, setenta años más tarde, la cifra ascendía a un millón. Como consecuencia de este lucrativo negocio, la población esclava pasó de medio millón a cuatro millones en ese mismo período de tiempo. El sistema de plantaciones se extendió en el sur, lo que explica el incremento de mano de obra esclava. El hecho es que desde 1808 la importación de esclavos (que no la esclavitud) quedó ilegalizada, pese a ello, se importaron doscientos cincuenta mil esclavos antes de 1860, lo que es bastante significativo de la poca predisposición a aplicar la ley. El crecimiento de la población esclava también va vinculado a la propia reproducción de los afroamericanos. Estamos hablando de cuatro millones de personas a las que les habían robado su libertad y destruído sus vidas en una época en que la población de España era de 15 millones de personas. Pongo el ejemplo de España porque creo que todos tenemos en mente la población actual del país y podemos hacernos una idea de cuánto suponían cuatro millones de personas en 1860. Estados Unidos en 1860 tenía el doble, unos 31 millones (de los cuales, 4 eran esclavos). En estos cálculos no estamos teniendo en cuenta la cantidad de africanos que murieron en el viaje, o en el proceso de esclavización, ni los esclavos que existían en otras regiones del mundo. Tampoco la estadística puede registrar lo que suponía para una familia afroamericana ser separada por la codicia de los amos que podían vender a un marido, una esposa, un hijo o hija, etc. Ni el sufrimiento provocado por azotamientos y castigos que formaban parte de la disciplina laboral. La realidad de la esclavitud fue devastadora, especialmente para África, continente que además sufrió la colonización, cuyas cicatrices aún hoy provocan sufrimiento. Pero de este tema, el de la esclavitud, quizá mejor hablamos en otro momento de forma más profunda y extensa. Creo que con este esbozo que hemos hecho de esta terrible institución de los Estados Unidos del siglo XIX es más que suficiente para el tema que nos atañe. Aunque me gustaría, eso sí, desarrollar un poco, también muy por encima, la resistencia negra a la esclavitud. Cabe señalar, antes de continuar, que esclavitud ha existido desde que existe humanidad, pero me atreveré a afirmar que el caso estadounidense fue especialmente sangrante, quizá el más cruel proceso de esclavización. Los afroamericanos, por supuesto, ofrecieron resistencia. Creo que es importante señalar esto, dado que en muchas ocasiones se afirmó que la poca frecuencia de revueltas o lo poco multitudinarias de estas en Estados Unidos, comparando con las islas del Caribe o Sudamérica, demostraban que los esclavos eran felices. Pero la realidad es que existían otras formas de oposición. Herbert Gutman descubrió que cuatro de cada cinco recolectores de algodón se insubordinaron de alguna forma entre 1841 y 1842, curiosamente el porcentaje era ligeramente superior en las mujeres. Eugene Genovese, estudioso de la esclavitud, señala que se trataba de un proceso de adaptación y resistencia simultáneas por vía del sabotaje, la lentitud en el trabajo o baja productividad, el asesinato de capataces y amos, la quema de plantaciones y las fugas. Pero incluso cuando los afroamericanos se adaptaban a sus condiciones esta adaptación, señala Genovese, encubría acciones subversivas. En la década de 1850, unos mil esclavos huyeron cada año al norte de Estados Unidos, a Canadá o a México. Por supuesto, se dieron algunas revueltas importantes. Como la de Nat Turner en 1831 o la de Nueva Orleans de 1811. Acababan en represión militar, con ejecuciones y devolución de esclavos a sus propietarios. A veces los blancos pobres ayudaban a los esclavos, no era algo frecuente pero sucedió suficientes veces como para que se impusieran severas medidas policiales a aquellos blancos que confraternizaran con los afroamericanos. Se pagaba a gente de las clases bajas para vigilar a los esclavos y para que fueran los primeros en sufrir el odio de estos. Henry Tragle, en “La revuelta esclava de Southampton de 1831” dice que en 1831 Virginia era un estado armado y acuartelado, con una población de 1,2 millones de habitantes disponía de una milicia de 100 mil hombres en una época de paz. Aunque se dieron pocos casos, la revuelta era un miedo constante en el sur. Los negros intensificaron su militancia conforme el conflicto norte-sur se iba incrementando. Las diferencias habituales entre abolicionistas blancos y negros eran claras: los negros estaban más inclinados hacia la insurrección armada, sabían que la presión moral no era suficiente. Pese a todo, los blancos llevaron a cabo una labor que podemos catalogar de valiente y pionera en las tribunas de oradores, en los periódicos y colaborando con el ferrocarril subterráneo, que era un método por el que se ayudaba a escapar a los esclavos hacia el norte. Los negros se enfrentaron también al racismo inconsciente de los abolicionistas blancos. Como hemos dicho al inicio, un negocio tan lucrativo suponía un incentivo enorme para las élites, y por ende para el Estado central de los Estados Unidos. Como era de esperar, el gobierno nunca aceptaría que esta acabase por medio de una rebelión que pudiera poner en jaque los intereses de los propietarios. En algún momento, esto lo sabían, las clases empresariales del norte, por necesidad, requerirían su abolición. Pero esta debería plantearse con unas condiciones controladas por los blancos. Esta situación se dio durante la guerra, y Abraham Lincol fue capaz de combinar a la perfección las necesidades empresariales, la ambición del nuevo Partido Republicano y el discurso humanitario. Y todo ello teniendo en cuenta que la abolición no estaba, ni mucho menos, en la cabeza de su lista de prioridades. Para muestra, un botón. En 1850 se aprobó la Ley de Esclavos Fugitivos, que imponía mayores penas para aquellos que ayudaron a huir a cualquier esclavo, e implicaba la devolución de todos ellos. Para entender hasta qué punto el gobierno estaba dispuesto a defender los intereses de los esclavistas, se llegó a plantear ir a la guerra contra Inglaterra cuando los esclavos de un barco, el Creole, se amotinaron, tomaron el control de la nave y la llevaron a las Antillas Británicas. Inglaterra, pese a que Estados Unidos pidió la devolución de los esclavos, se negó. Lincoln se negó a condenar públicamente esta ley. Siendo congresista, en 1849, propuso una resolución para abolir la esclavitud en Columbia, pero incluía una sección que requería que las autoridades locales capturasen y devolvieran los esclavos que se refugiasen en Washington. Lincoln no veía a los esclavos como iguales, por lo que en su programa político, cuando hablaba de liberarlos, también mencionaba devolverlos de vuelta a África. Lincoln solía argumentar lúcida y pasionalmente contra la esclavitud en base a motivos morales, pero a la par, actuaba cuidadosamente en base a sus intereses políticos. Él sabía, porque había estudiado de forma sesuda la constitución, que la esclavitud no podía prohibirse constitucionalmente debido a la décima enmienda que otorgaba los poderes de los que no disfrutaba el Gobierno a los Estados. En 1858 en su campaña en Illinois, hablaba de forma distinta según los oyentes. En Chicago dijo:“Olvidemos todas esas disputas sobre este hombre y aquel, sobre esta raza y aquella o la otra que, por ser inferiores, deben estar en una posición inferior. Olvidemos todas esas sutilezas y formemos un solo pueblo en este país, hasta que volvamos a alzarnos otra vez para declarar que todos los hombres se crearon iguales.”Dos meses más tarde, en Charleston, Illinois, dijo: “He de decir que no estoy ni jamás he estado a favor de establecer en forma alguna la igualdad social y política de las razas blanca y negra; que no estoy ni jamás he estado a favor de que se conceda el voto a los negros, que puedan ser miembros de un jurado, que ocupen un cargo público o se casen con personas blancas [...]. Y, dado que no pueden vivir así, mientras permanezcan justas, deberá existir la posición superior y la posición inferior, y yo, al igual que cualquier otro hombre, estoy a favor de que la posición superior se asigne a la raza blanca”. Dos visiones opuestas de la Unión, el telón de fondo de la guerraA veces sucede que el árbol nos tapa el bosque. Es posible que por descuido, o por una forma intencionada de explicar el relato histórico, se acabe confundiendo consecuencias con causas. Este resumen de la esclavitud y de la postura de Lincoln y de Estados Unidos al respecto de ella no es casual. Es habitual que se interprete que esta institución fue la causa de la guerra, y que el sacrificio de tantas personas perseguía dar un paso más en el avance hacia la justicia social. Pero la realidad es que la abolición fue más bien una consecuencia de la guerra que la propia causa. Por lo general, los motivos reales de un conflicto se encuentran en el telón de fondo, y no en el propio escenario. Las actitudes al respecto de la esclavitud por parte de Lincoln y del Norte de Estados Unidos previas a la guerra son bastante esclarecedoras, pero más tarde, cuando hablemos de la reconstrucción del sur, veremos otros indicios que nos demuestran que la situación de los afroamericanos no era la principal preocupación del norte. Pero entonces, ¿dónde se encuentran las causas de la Guerra de Secesión? Tiene mucho más que ver con el peso desigual entre las dos regiones, el desequilibrio de poder, y, sobre todo, de una concepción dispar de lo que suponía la Unión. Antes de la secesión se dieron varios enfrentamientos políticos entre el norte y el sur que no fueron fruto de la esclavitud. Aunque en el norte existía mucho más abolicionismo que en el sur, a la mayoría de los habitantes no les importaba tanto la cuestión como para hacer un sacrificio por ella, mucho menos una guerra. No hablamos, pues, del enfrentamiento entre dos pueblos, sino entre las élites del norte y del sur. Cabe señalar, que cuando Estados Unidos adquirió la independencia ya se daban ciertas diferencias entre los estados del norte y del sur, pero eran mucho más sutiles. Durante las siguientes décadas después de la independencia, Estados Unidos siguió su desarrollo, acompañado de una expansión hacia el oeste. Para mediados del siglo XIX, la población era, como ya hemos mencionado, de 31-32 millones de habitantes (cuatro de ellos, esclavos). Su crecimiento vegetativo superaba por cuatro a cualquier otro país gracias a una baja mortalidad y al flujo constante de inmigrantes europeos. Después de Rusia y Francia, era el tercer país más habitado de occidente, por poner perspectiva, España entonces tenía 15 millones de habitantes. Estados Unidos había desarrollado un mercado interior tan grande que permitió la especialización agraria, la estandarización y, sobre todo, dio combustible a un proceso industrializador. El téxtil y otras industrias empezaron a apostar por las factorías. Para 1850-1860 ya eran la segunda potencia en producción industrial tras el Reino Unido. Una de las razones de éste éxito era contar con una población altamente alfabetizada, cerca del 80%, algo que contrastaba con el 65% de Reino Unido y 25% del sur y este de Europa. El desarrollo, no obstante, no fue igual en ambas zonas del país, sino que el norte se desarrolló a un ritmo mucho más rápido. Desde 1820 las diferencias se empezaron a incrementar, la población del norte crecía más, se urbanizaba más deprisa y, sobre todo, contaba con menos esclavos. El 95% de la esclavitud vivía en el sur y representaba ⅓ de la población. El boom del algodón y el modelo de plantaciones con mano de obra esclava frenaban el proceso urbanizador del sur. Ya en la década de 1850-1860 los coetáneos resaltaban las diferencias entre norte y sur: dos sistemas económicos, capitalistas ambos; dos estilos de vida; prácticamente dos civilizaciones y dos formas de entender la nación que serían las causantes de la Guerra Civil. Hay historiadores que encuentran que las diferencias eran suficientes para causar la guerra civil. Pero los hay que creen que fueron los intereses comunes los que realmente llevaron al enfrentamiento. Se refieren a la expansión al oeste, algo que ambas élites buscaban. Pero, sinceramente, a parte de querer expandirse ambos hacia el oeste, no hay más intereses comunes pues aquí se encuentran de nuevo diferencias, dado que tenían visiones distintas sobre cómo debía llevarse a cabo esa expansión. La élite empresarial norteña deseaba una expansión económica basada en los principios de tierra libre, mano de obra libre, mercado libre y aranceles proteccionistas para los fabricantes junto a la creación de un banco de los Estados Unidos. Los intereses de las élites sudistas, no obstante, eran opuestos completamente a estos preceptos.Cuando hablamos de la expansión territorial nos referimos a la infame Conquista del Oeste. Algún día hablaré de ella y de lo que supuso para los pueblos nativos, sometidos a un proceso de colonización de poblamiento. Pero hoy nos enfocaremos en la percepción que tenían los estadounidenses. Antes de la guerra con México, el escritor de Nueva Inglaterra Ralph Waldo Emerson dijo: “México nos envenenará”. No se refería, evidentemente, a que México fuera a emprender una acción contra Estados Unidos, sino todo lo contrario. Estados Unidos se disponía a invadir México con el objetivo de arrebatarle parte de su territorio, concretamente un 60%, y Ralph Waldo Emerson creía que esa conquista, a largo plazo, supondría un veneno para la sociedad norteamericana. Y no era el único, por poner otro ejemplo, John C. Calhoun, un político de Carolina del Sur y defensor acérrimo de los derechos de cada estado frente al gobierno central, también expresó una postura similar.No hablaban por hablar, en 1803, la compra de Louisiana ya había supuesto abrir el melón del modelo de expansión: es decir el debate giraba en torno a si los territorios adquiridos serían esclavistas o seguirán el modelo nordista. El acuerdo de Missouri de 1820 estableció un equilibrio al aceptar Maine como Estado Libre (así llamaremos al modelo nordista, aunque es matizable, claro está), y Louisiana como estado esclavista. Esto se mantuvo con Arkansas como esclavista en 1835 e Iowa como libre en 1846. Pero los inmensos territorios adquiridos a México en la guerra de 1846 a 1848 no hicieron más que volver a poner de manifiesto este conflicto. De la Guerra de México se podría hablar largo y tendido, y es un buen ejemplo de la manera de gestionar las relaciones exteriores que ha tenido Estados Unidos. Sin embargo, para el tema que nos atañe, quedémonos con que dos terceras partes de los voluntarios que combatieron eran sudistas, y que la gente en Nueva Inglaterra se oponía abiertamente al conflicto. Entre las élites nordistas se consideraba el conflicto como un complot de las élites sudistas. El 8 de agosto de 1846, los congresistas demócratas y whigs del Norte aprobaron la Enmienda Wilmot, que establecía que cualquier territorio ganado a México no podría ser esclavista. Fue aprobada por la Cámara de los Representantes, pero no por el Senado, dominado por el sur (que contaba con 15 estados frente a 14 del norte). En el norte creían que el Congreso tenía poder para prohibir la esclavitud en esos territorios y en el sur creían lo opuesto, las respuestas agresivas entre ambos bandos pusieron en duda la autoridad del propio Congreso. John C. Calhoun, ex vicepresidente de los Estados Unidos con los presidentes John Quincy Adams, y Andrew Jackson; siendo senador en los últimos años de su vida (era sureño, por cierto), defendió que los territorios adquiridos eran propiedad de todos los estados y que, por tanto, los ciudadanos podrían viajar a ellos llevando a su propiedad consigo. Los esclavos, recordemos, eran propiedades, así que estaban incluidos. Él estimaba que el congreso no tenía autoridad constitucional para aprobar la Enmienda Wilmot y defendió que el norte estaba avasallando al sur, situación que de prolongarse, les obligaría a secesionarse. No había terminado la guerra con México todavía, pero Norte y Sur ya estaban enfrentados en dos ideologías políticas expansionistas excluyentes. El norte, como ya hemos comentado, basaba su ideología en las máximas de tierra libre, trabajo libre y hombres libres, dentro de este pensamiento, el trabajo asalariado se consideraba opuesto y superior al esclavo y permitía la igualdad de oportunidades y movilidad social. El sur, sin embargo, estaba dominado por el conservadurismo sudista, era hegemónico, e ideológicamente trataba de conciliar la extensión del modelo parlamentarista, que estaba teniendo lugar en Estados Unidos, con el motor de su crecimiento económico, que era la esclavitud. El presidente Polk era partidario de extender el modelo de Missouri. Sin embargo, se pusieron sobre la mesa propuestas distintas como la de los senadores Lewis Cass, de Michigan, y Stephen Douglas, de Illinois, que plantearon que fuera la soberanía popular de los ciudadanos de cada territorio adquirido la que decidiera el modelo de expansión que tendría el susodicho. La propuesta era un poco ambigua, Norte y Sur la interpretaron de forma distinta, y, además, rompía con la tendencia previa en la que el Congreso había estado decidiendo por los territorios. En 1848 Zachary Taylor, héroe de la Guerra de México, ganó las elecciones, con el apoyo de ocho estados sudistas, presentándose por el partido Whig. La expansión era el debate que dominaba el Congreso, y en 1849 se recrudeció cuando California entró como Estado Libre y los mormones de Salt Lake City y los colonos de Nuevo México aspiraban a lo mismo. Taylor había animado a los colonos de California y Nuevo México a redactar sus constituciones para entrar como Estados Libres en la Unión, de forma rápida y sin pasar por el proceso de establecer un gobierno territorial, pues se oponía a la extensión de la esclavitud. El Sur se sintió traicionado, ellos habían puesto muchos más voluntarios sobre el terreno. En Nashville, Tennessee, se reunieron en Junio de 1850 para buscar formas de resistencia a esta agresión del norte y se habló abiertamente de secesión. El compromiso de 1850Taylor no quería hacer ninguna concesión, pero algunos políticos del medio oeste y de la frontera buscaron la conciliación, como por ejemplo Henry Clay y sus ocho propuestas al Senado. Fueron meses de intensos debates. La repentina muerte de Taylor, dio con Millard Fillmore en la presidencia, mucho más moderado y cauteloso, y permitió un acuerdo en septiembre de 1850 parecido a la propuesta de Clay. Se incorporó California como Estado Libre, se ajustó la frontera de Nuevo México y Texas compensando a la última por la pérdidas territoriales asumiendo los 10 millones de deuda que habían adquirido durante la guerra. Permitieron que en los territorios se decidiese por soberanía popular si serían libres o esclavistas. La realidad es que el norte obtenía ventaja con este acuerdo, y aunque no parecía muy estable, era una prueba fehaciente de que la mayoría seguía viendo ventajas en la unión. Pero sí hubo una concesión real al sur: el endurecimiento de la ley de esclavos fugados que implicaba responsabilidad federal en hacerla cumplir y multas de hasta 1.000 dólares para los agentes que se negasen a aplicarla. La ley federal que autorizaba a los propietarios a cruzar las fronteras para capturar a sus esclavos huidos y probar, ante un magistrado local, que eran de su propiedad. No había protección de Habeas Corpus al esclavo, ni derecho a juicio con jurado, ni testificación a favor del esclavo. Algunos Estados del Norte, los más comprometidos con el abolicionismo, promulgaron, en respuesta, leyes de Libertad Personal. Estas proporcionaban derecho a Habeas Corpus, a testificar y a juicio con jurado; constituyeron, además, Comités de Vigilancia que cooperaban con el Underground Railroad, o Ferrocarril Subterráneo, una red clandestina que ayudaba a los esclavos que huían a llegar a Estados Libres o a Canadá. Pese a la encomiable labor de esta organización, la verdad es que los estados sudistas exageraron su envergadura, especialmente los del sur más profundo que fueron, precisamente, los menos afectados. El norte tampoco ayudó a reducir la leyenda, dado que allí se mitificó como una forma de posicionarse en una situación de superioridad moral. Hubo otras formas de resistencia a la Ley de Fugitivos. Los cuáqueros de Cristiana, Pensilvania, por ejemplo. Hubo que utilizar el ejército con ellos. La novela de Harriet Beecher Stowe, llamada “La Cabaña del Tío Tom”, es un buen medidor del impacto moral que tuvo esta ley en el norte. En ella se narran las vicisitudes de una familia esclava que huye a Canadá, a la par que las de un pobre esclavo llamado Tom que, perdón por el spoiler, muere torturado en el sur. Sin publicidad alguna, vendió tres mil ejemplares el primer día, veinte mil las primeras tres semanas, tres cientos mil al año y traducido a tres lenguas vendió varios millones en el mundo. Ganó a muchos nordistas para la causa del abolicionismo. En 1852 hubo elecciones. Francis Pierce, candidato demócrata, ganó por abrumadora mayoría y obtuvo el control de ambas cámaras en un momento en el que el partido whig había perdido a sus principales líderes y estaba dividido. Podemos decir que estaba herido de muerte, pues acabó por desaparecer al poco tiempo. De manera que sin oposición, Pierce se lanzó a expandir la esclavitud y reforzar el poder sudista. Intentó adquirir Cuba y más territorios de México con el fin de establecer un imperio esclavista, aunque no logró ninguno de los dos objetivos. Pero lo que sí alcanzó a hacer fue endurecer aún más la ley de Esclavos Fugitivos, y esto radicalizó un poco más al norte. Pero me gustaría incidir mucho en que esta radicalización siguió sin ser suficiente como para que el norte considerase ir a la guerra para lograr la abolición de la esclavitud. Como muestra de ello, en Marzo de 1861, en su discurso inaugural, Lincoln dijo: “No tengo intención de interferir, directa o indirectamente, en la institución de la esclavitud en los estados en los que existe”. Muchas veces los políticos lanzan proclamas un poco al aire con el fin de apaciguar los conflictos, sin embargo, si nos adelantamos un poco a los acontecimientos, podemos comprobar que iba bastante en serio con esto. Cuatro meses después del discurso inaugural, John C. Frémont, general nordista, declaró la ley marcial en Misuri y aseguró que liberaría a los esclavos de los propietarios que combatieran contra Estados Unidos, pero Lincoln revocó esa orden para no perder la lealtad de Maryland, Kentucky, Delaware y el mismo Misuri. Camino a la SecesiónLa situación política se erosionó como consecuencia de lo que se ha convenido en llamar “La Crisis del Segundo Sistema de Partidos”, que básicamente consiste en el hundimiento del partido Whig, lo que otorgó mucho poder al partido demócrata en las elecciones de 1852. Pero la situación será completamente distinta en 1860, con un nuevo partido, el Republicano. Los orígenes del Partido Republicano se encuentran en la organización del último territorio pendiente adquirido en la compra de Louisiana, hablamos de Nebraska.Algunos políticos del norte tenían interés en organizarlo para construir un ferrocarril transcontinental a través del mismo. A los sudistas, a priori, les daba igual porque, según el acuerdo de Misuri, Nebraska quedaba fuera de la zona esclavista. Pero ellos eran partidarios de una ruta por el sur para el transcontinental. En 1854, William A. Richardson y Stephen A. Douglas, dos políticos demócratas de Illinois con intereses económicos en esta expansión, elaboraron una Propuesta de Ley con el fin de ordenar el territorio. Esta se llamaba Ley Kansas-Nebraska, y con el fin de implicar al sur y atraerlo en su propuesta, anulaba lo dispuesto en el Compromiso de Misuri proponiendo la soberanía popular como método de elección del modelo de estado. No cabe la menor duda de que, en el norte, esto no gustó. Pero recordemos, estamos en 1854, los demócratas han arrasado y el partido whig está fragmentado y descabezado. ¿Cómo podía el norte oponerse? Pues empezaron a organizarse mediante coaliciones electorales que se oponían a la ley en cuestión y que, en muchos casos, tomaron el nombre de “republicanos”. Paralelamente a la aparición de los republicanos en el medio oeste, en el este surgieron los nativistas. Coincidían en muchos puntos con los republicanos, pero a estos les preocupaba mucho la inmigración, mientras que los republicanos consideraban esencial un flujo abundante de migrantes para seguir colonizando el oeste. De las coaliciones republicanas, destacó especialmente la del Estado de Illinois, dónde Stephen Douglas, uno de los redactores de la ley, se enfrentó en intensos debates con un prometedor político del partido Whig: Abraham Lincoln. Ape para los amigos. Lincoln, como todo gran político, es un hombre lleno de luces y de sombras. Un hombre del momento. El mérito de Lincoln no es el de proporcionar unas líneas ideológicas concretas, sino el de ser capaz de organizar y aunar esfuerzos entre las diferentes coaliciones que surgieron para sustituir al partido Whig y que, en ciertos aspectos, eran muy dispares. Él había nacido en una granja, en una familia de agricultores, había pasado por múltiples empleos, incluyendo la milicia, y logró convertirse en abogado y luego se casó con la hija de un propietario de esclavos de Kentucky. Para 1854, llevaba ya 20 años en la política por el partido Whig y había destacado en la Cámara de Representantes por su oposición a la guerra contra México. Los puntos que Lincoln defendió durante su campaña contra Stephen Douglas acabarían por convertirse en el programa del Partido Republicano, con el que llegaría a presidente seis años después. Lincoln defendió que los Padres Fundadores toleraron la esclavitud temporalmente, pero se oponían, lo que explicaba las legislaciones contra su expansión en la Ordenanza del Noroeste de 1787, o la abolición del tráfico de esclavos de 1807. La constitución, defendía Lincoln, protegía la esclavitud allá dónde existía, pero no su extensión y, por tanto, un gobierno nacional tenía el derecho y el deber de evitar la ampliación de la misma. En Nebraska los colonos de los estados libres fundaron un estado libre, y en Kansas los colonos pro estado libre, y los pro esclavistas competían. Llegaron a las armas. En Nueva Inglaterra se creó la Sociedad de Ayuda al Emigrante en 1854 para ayudar a colonizar Kansas con partidarios de un estado libre, en Missouri se fundó la Asociación de Defensa del Municipio con el propósito opuesto. Cientos de proesclavistas entraron en Kansas a elegir la primera Legislatura para decidir sobre la esclavitud, en Lecompton, en junio de 1855. Como respuesta, los antiesclavistas formaron su propio gobierno y Legislatura en Topeka, con una constitución opuesta. Los republicanos controlaban la Cámara de los representantes y los demócratas el Senado, así que no se logró aprobar ninguna de las dos. Como consecuencia, los proesclavistas atacaron Lawrence, centro de las fuerzas pro estado libre. John Brown, padre de 20 hijos que creía que tenía la misión divina de combatir a los esclavistas, respondió al ataque con la masacre de Pottowotomie Creek. Los periodistas del norte lo convirtieron en un héroe y comenzaron a hablar de “Guerra Civil en Kansas”. En las elecciones de 1856 los republicanos se presentaron bajo el lema “free soil, free labor, free men”, tierra libre, trabajo libre, hombres libres. El candidato era John C. Frémont, nacido y criado en el sur, explorador y considerado “Conquistador de California”, y con poca experiencia política. Los demócratas escogieron un nordista aceptable: James Buchanan. En el norte se implantó el partido republicano con fuerza, pero el sur logró imponerse pese a perder los votos de Maryland, ya que lograron los de New Jersey, Indiana, Illinois y California. Buchanan tenía que resolver la situación de Kansas para que la hegemonía demócrata no se perdiera. Él ya veía bien que los ciudadanos de Kansas (los kansinos) decidieran ser un Estado Libre si mantenían su voto al partido demócrata, pero tras dos elecciones fraudulentas, los proesclavistas lograron dominar la Convención y establecer una constitución que declaraba inviolable la esclavitud. Buchanan se calló. Pese a todo, en 1858, en las elecciones de Kansas, volvieron a ganar los partidario de un Estado Libre, y éste acabó entrando en la unión sin esclavitud en 1861, ya comenzada la guerra. Esto se debió a que en 1858 el partido demócrata ya se había dividido lo que permitió a los republicanos ganar las elecciones al Congreso ese mismo año. En esa campaña, precisamente, nació el liderazgo de Lincoln, que paradójicamente perdió en Illinois, su estado. Pero una cosa quedó clara: ganando el norte, los republicanos podían hacerse con la presidencia. Esto alarmó a los sudistas, y, sumado a una nueva incursión de John Brown (que esta vez le costó la vida), empezaron a aumentar sus temores. Las dos cámaras estaban divididas territorialmente, y los congresistas no solo se insultaban (entre los del norte y los del sur), también iban armados. En 1860 Lincoln fue elegido presidente. Fue el primer presidente elegido sin la colaboración del sur, lo que supuso un duro golpe para las élites sudistas y evidenciaba hasta qué punto el sur había perdido relevancia. El programa de Lincoln tampoco ayudaba, dado que estaba basado en exclusiva en los intereses del Norte y el Oeste: elevación de aranceles, reparto de tierras en el Oeste y oposición a extender la esclavitud allí. Aunque no mencionaba nada de abolirla allá dónde ya existía. Pese a todo, el sur seguía controlando más de un tercio del colegio electoral, y el siguiente presidente podría haber dado la vuelta a la situación. La constitución, con su sistema de balances y pesos, limitaba el poder de acción de Lincoln. Por lo tanto, la secesión sólo puede explicarse como un reflejo de su convicción de que no tenían obligación alguna de aceptar la derrota. En el norte existía la convicción de que la nación era única e indivisible, pero en el sur, como ya hemos comentado, creían lo opuesto. Veían la unión como un pacto que se mantendría mientras conviniera a los intereses individuales de cada estado. FUENTESFundamentalmente me he basado en tres manuales de historia de los Estados Unidos:
La organización sin ánimo de lucro francesa dns0 ha lanzado un servicio público europeo de DNS que, según sus fundadores, debería proteger a los ciudadanos y organizaciones de la UE. Además, dns0 ofrece un Internet "amigable para niños" sin anuncios, pornografía, citas, piratería y vídeos de YouTube para adultos. Sitio web: https://www.dns0.eu/es/zero
La Guerra Civil de los Estados Unidos II: El nacimiento de una naciónIntroducción Ya hemos comentado cómo fue el tortuoso camino que llevó al día 12 de abril de 1861, en el que el recién creado Gobierno Confederado ordenó abrir fuego contra Fort Sumter, dando así comienzo a la guerra de secesión. Tradicionalmente se ha utilizado la esclavitud como causa de esta guerra. Pero la realidad es que los motivos reales del conflicto hunden sus raíces en otro sitio. Norte y sur tenían dos ritmos completamente distintos de desarrollo económico, esto les llevaba a plantearse dos necesidades distintas: mientras el norte buscaba proteccionismo para su industria, menos competitiva que la inglesa, y garantizar una expansión del modelo norteño al oeste (tierra libre, trabajo libre, hombres libres), el sur de E.E.U.U. pretendía todo lo opuesto. Su modelo de plantaciones algodoneras requería de mano de obra esclava, y eran defensores del libre mercado (1). Asimismo, norte y sur también se diferenciaban en la concepción de la Unión; mientras el norte consideraba a la misma como indisoluble (una idea muy propia del nacionalismo), el sur la veía como una coalición de estados que podía disolverse cuando los intereses individuales de estos lo requiriese. La abolición de la esclavitud es más una consecuencia del conflicto que una causa. Con todo, se podría todavía argumentar que la esclavitud era el gran problema central, dado que, especialmente para el sur, estaba en el foco de todos sus movimientos políticos y, en el norte, se había convertido también en un arma arrojadiza que les permitía situarse en una posición moralmente superior. Durante la guerra, como veremos a continuación, se dio un cierto fervor abolicionista en las élites del norte, pero entonces, tras el conflicto, llegó la reconstrucción y es en ese momento dónde realmente vemos hasta dónde llegaba, mayoritariamente, el interés del norte por la situación de los afroamericanos. Quisiera destacar, antes de entrar en materia, que este conflicto significa algo más que la abolición de la esclavitud, hecho importante aunque no se tradujera en medidas de igualdad reales. Si la Guerra de Independencia supuso la separación de las colonias de Gran Bretaña, la Guerra de Secesión supondrá el nacimiento de la nación estadounidense propiamente dicha. La secesión En noviembre de 1860, con una participación del 81% del electorado (que no de la población, que es distinto), Lincoln obtuvo el 40% de los votos que, bien colocados en diferentes estados del norte, le proporcionaron una mayoría de 180 a 123 en el colegio electoral, siendo nombrado presidente. Ya antes de las elecciones pintaba mal la cosa para el sur: los republicanos eran los favoritos para ganar, y eligieron a Lincoln como candidato por su moderación, opuesto a la esclavitud pero no partidario de su abolición, abstemio pero opuesto a la prohibición del alcohol, etc. Su gran promesa era un ferrocarril transcontinental hacia el norte del Pacífico, la concesión de 100 acres de tierra a los colonos que se dirigieran al oeste y la oposición a la extensión de la esclavitud. Importante: se oponía a que los nuevos estados fueran esclavistas, no planteaba prohibir la institución allí dónde ya existía. En el sur, el sentimiento era de pérdida de poder. Hasta ese momento habían mantenido un cierto control, gracias a su sobrerrepresentación, sobre la Unión, y esta victoria electoral la interpretaban como la culminación de una serie de agresiones por parte del norte durante las décadas previas. Antes de las elecciones, el gobierno de Carolina del Sur había amenazada con la secesión si un republicano negro (así llamaban a los que se oponían a la extensión de la esclavitud) como Lincoln ganaba. El mismo estado, en 1832 había amenazado con la secesión en contra de la anulación de un arancel, pero nadie les siguió. En 1850 también, en contra del compromiso de 1850, precisamente. Tampoco nadie les siguió. Esta vez, sería diferente. Así pues, unas semanas más tarde, y citando a Thomas Jefferson y alegando que defendía sus derechos como estado frente a la agresión constante del norte, se separaron. El 20 de diciembre de 1860, con un solo voto en contra, Carolina del Sur ratificó el decreto que cortaba los lazos con la Unión. El 9 de enero de 1861 lo hacía Misisipi, el 10 Florida, el 11 Alabama. En Febrero, el día 1, los siete estados del sur profundo (desde Carolina del Sur hasta la frontera con Texas), se habían declarado independientes. El 8 de febrero se reunieron en Montgomery, Alabama, constituyeron un gobierno provisional, aprobaron una nueva Constitución que protegía, explícitamente, la esclavitud y salvaguardaba los derechos de los estados. Eligieron a Jefferson Davis como primer presidente, quién se había formado en West Point y había destacado como militar en la Guerra de México. Por su parte, en el alto sur, es decir, Carolina del Norte, Tennessee, Missouri, Arkansas y Virginia, la decisión se postergó: no parecían partidarios de la inmediata secesión. Existían aún simpatías por la Unión en muchos de estos estados. En Maryland ni siquiera se convocaron elecciones a una Convención y en Delaware la Legislatura votó en contra de la secesión. Y mientras tanto, el gobierno federal no hizo nada. La administración de Buchanan estaba encantada de no comerse el marrón, y los republicanos aún no habían decidido qué hacer. Decíamos que Lincoln fue elegido por su moderación, y eso intentó. No quiso tomar una posición excesivamente confrontativa, pero tampoco renunciar a sus promesas y ceder ante el sur. Intentó asegurar al sur que no tenía intención de inmiscuirse indirecta o directamente en la esclavitud con el fin de evitar la violencia pero dejó claro que defendería la Unión. En marzo de 1861 varios representantes confederados llegaron a Washington con el fin de negociar la evacuación de los fuertes e instalaciones federales. El gobierno de la Unión lo rechazó. A principios de abril, las provisiones de Fort Sumter, en Charleston, Carolina del Sur, escaseaban. Para la Confederación, Fort Sumter era un enclave con tropas extranjeras en su territorio, y no podía tolerarlo. Lincoln debía decidir qué hacer: si evacuaba el fuerte supondría reconocer a la Confederación, si lo reforzaba supondría una provocación. Decidió, nuevamente, el camino intermedio: enviar abastecimientos para mantener la guarnición y avisar al gobernador de Carolina del Sur. A las 4:30 de la madrugada del 12 de abril de 1861, las baterías de Charleston iniciaron el bombardeo de Fort Sumter. El 13 de abril, es decir, un día después de iniciado el asedio, el mayor Robert Anderson rindió la posición. El día 15, Lincoln llamó a filas. La guerra de secesión acababa de comenzar. Los ocho estados del alto sur tuvieron que tomar partido, eran decisivos, pues suponían la mitad de la población del sur, dos tercios de la población blanca, tres cuartos de la capacidad industrial y tres quintas partes del ganado y cosechas. Su peso era muy significativo para la Confederación. Virginia se unió a los confederados, y ofreció Richmond como capital. Era el único estado capaz de producir artillería pesada y, además, aportó al mejor oficial del ejército de aquél momento, el general Robert E. Lee. Por cierto, Lee era contrario a la esclavitud pero en sus propias palabras “no podía levantar mi mano contra mi lugar de nacimiento, mi casa y mis hijos”, razón que le llevó a rechazar la oferta de dirigir las tropas de la Unión. El posicionamiento de Virginia arrastró a Arkansas, Carolina del Norte y Tennessee, que en mayo y junio de 1861 se unieron con gran entusiasmo popular a la Confederación. Sin embargo, los condados con pocos esclavos como West Virginia, East Tennessee, West y North Carolina y North Arkansas se opusieron. West Virginia, de hecho, logró integrarse como Estado por derecho propio en la Unión. East Tennessee no llegó a secesionarse, pero aportó nada menos que 30.000 hombres blancos al ejército de la Unión. Delaware, Maryland, Missouri y Kentucky, cuya proporción de esclavos era menor, mantuvieron su lealtad a la Unión, a costa de muchas divisiones internas. Pero es lógico que se posicionaran con el norte. Maryland, por ejemplo, dependía económicamente de los estados nordistas. En Delaware no hubo divisiones internas. Allí, salvo por un 2% de población esclava, podríamos hablar de un estado prácticamente nordista. En Missouri hubo una guerra civil entre partidarios de una Kansas libre y los de una Kansas esclavista (Kansas era el territorio vecino, recién adquirido), y en Kentucky, estado natal de Lincoln y de Davis, el conflicto fue mucho más fratricida que en ningún otro estado. La división del alto sur en los dos bandos caracterizó la guerra. Si como bloque hubieran escogido el norte, o el sur, todo habría sido distinto. Pero al dividirse, otorgaron al sur capacidad bélica pero, a su vez, una ventaja muy decisiva al norte. Se ha considerado muchas veces que fue la Primera Guerra Moderna, supongo por el uso del telégrafo, de las primeras armas de repetición, etc. Pero la verdad, hay quien dice que fue la Guerra de Crimea, o la Primera Guerra Mundial, que introdujo aún más armamento. Pero hay tantísimas guerras, desde la antigüedad de hecho, que han implicado innovación que yo, personalmente, considero que se trata de una guerra propia de su época. Es cierto que está a medio camino entre la guerra de grandes ejércitos luchando en batallones de línea y la guerra de trincheras de la Primera Guerra Mundial. Pero es la evolución lógica, consecuencia del progreso constante del armamento cada vez más mortífero. Es como ahora, la introducción de los drones está cambiando el paradigma del combate. Los ejércitos Desde un inicio, se planteó como una guerra corta con las perspectivas militares del XIX. Desde la batalla de Bull Run, en junio de 1861 hasta 1862, el conflicto fue evolucionando y en 1862 ya adopta los tintes de una guerra total. Hay quien considera que es precursora de las guerras totales. Pero de nuevo, yo discrepo. Las Guerras de Religión, por poner un ejemplo, ya fueron guerras totales. Una guerra total es un concepto acuñado en el siglo XX, y define un conflicto en el que ambos bandos llevan al límite todos sus recursos disponibles: humanos, militares, industriales, agrícolas, etc. con el fin de destruir totalmente la capacidad del rival. Las Guerras Púnicas, especialmente la segunda, son un buen ejemplo de ello. Lo que sí es cierto es que esta guerra fue suficientemente novedosa como para que la experiencia de la Guerra de México no les sirviera de nada a ninguno de los dos bandos, pues no estaban realmente preparados para lo que se les venía encima. Para que se entienda, a comienzos de 1861 el ejército de Estados Unidos era pequeño, 16.000 hombres, con fusiles viejos de chispa. El general jefe, Winfield Scott, tenía setenta y cuatro años, sufría hidropesía y vértigo y se dormía en las reuniones. Carecían de estado mayor, de planes estratégicos y de programas de movilizaciones y sólo dos oficiales, mayores de setenta, con experiencia dirigiendo batallones en combate. Los confederados reclutaron 100.000 voluntarios durante 12 meses (el alistamiento tenía una duración preestablecida), que se unieron a las milicias formando unidades conjuntas. Escogieron el gris cadete para el uniforme, pero los regimientos proporcionaban sus uniformes, sus caballos, e incluso, algunos, sus propias armas y esclavos para cocinar y lavar. A veces, los hombres ricos pagaban uniformes y equipo. Tras la caída de Fort Sumter, se enrolaron 60.000 hombres más. Desde el principio tuvieron problemas logísticos y de escasez, debido a la baja capacidad industrial y al rápido deterioro que sufrieron las líneas férreas. No podían reemplazar lo destruído. Tiendas, mantas, uniformes, zapatos, carros… incluso la comida: siempre escaseó. En 1861 reclutaron 400.000 hombres y tuvieron que rechazar 200.000 por falta de equipo. Por su parte, la Unión contó con el poder naval, que se mantuvo mayoritariamente en el norte, aunque ⅓ de los oficiales se unieron a la Confederación. En cuanto a su ejército de tierra, el norte contaba con 2,5 veces más hombres blancos en edad militar disponibles. En abril de 1861 Lincoln reclutó 75.000 hombres. Al ver que la cosa se alargaba, reclutaron 42.000 más y 18.000 marineros. En julio de 1861 ya autorizaron 1.000.000 más por tres años (ya habían aceptado que la cosa iba para largo). A principios de 1862 ya se habían unido 700.000 hombres, cerca de 90.000 que se habían enrolado por 3 meses se reengancharon por 3 años. La financiación se hizo a través de asociaciones voluntarias y, también, por hombres ricos, lo que le dio al ejército del norte también una fisonomía variopinta de uniformes. Pero a finales de 1861, el departamento de guerra tomó la responsabilidad directa de alimentar, vestir (con su uniforme azulado) y armar a los soldados de la unión, para lo cuál tuvieron que combatir la corrupción. Tanto en norte como en sur, los regimientos tenían una identidad muy propia al mantener una relación muy estrecha con sus propios estados y estar reclutados, mayoritariamente, en una misma ciudad, pueblo o condado (o por afinidad étnica). Esto les daba ánimos y subía la moral, pero cuando un regimiento era diezmado provocaba desgracias masivas en familias, barrios o pueblos enteros. Ambos ejércitos estaban muy politizados, la diferencia radicaba en que en el norte predominaban objetivos ideológicos abstractos mientras que en el sur se trataba de patriotismo y defensa de la familia. Sin embargo, ambos alegaban luchar por la libertad. Aunque en el norte se luchaba por la Unión, se extendió, durante la guerra, la idea de que no podría terminar el conflicto hasta que la esclavitud no fuera abolida. Como en la Guerra de Independencia (y en otros muchos conflictos), el ejército fue un motor de politización social. La guerra En 1861 ambos bandos creían que sería un conflicto corto y sus objetivos eran limitados. Jefferson Davis dijo, tras la captura de Fort Sumter:“No buscamos la conquista, ni el engrandecimiento. Todo lo que pedimos es que nos dejen solos”. Pero la batalla de Bull Run, el 21 de julio de 1861, acabó con esas perspectivas. Ante la atenta mirada de cientos de civiles que fueron de picnic desde Washington (a 35-40km del campo de batalla), se libró un enfrentamiento con el que ambos bandos esperaban terminar la guerra. Dos ejércitos inexpertos liderados por dos ex compañeros de West Point (Irwin McDowell, de la Unión, y Pierre Gustave Beauegard, confederado), intentaron la misma estrategia: rodear y atacar por el flanco izquierdo. Los unionistas casi se imponen, pero los refuerzos confederados lograron hacerlos retroceder. Como el sur no podía permitirse una guerra larga, intentó provocar varias derrotas significativas para obligar a Lincoln a desistir y para lograr el apoyo de Francia e Inglaterra. Su estrategia sólo podía ser defensiva. Por contra el norte adoptó la estrategia ofensiva, aunque al principio, limitada: defender Washington, bloquear navalmente el sur e invadirlo por las vías fluviales con el fin de dividirlo. Los generales norteños no eran suficientemente agresivos y no buscaban la destrucción total del enemigo, además pretendían esperar a que las fuerzas del norte estuvieran completamente listas. Tras Bull Run, algunos generales menos brillantes (en ese momento), sacaron lecciones distintas que las de los principales oficiales y elaboraron una estrategia distinta. Ulysses S. Grant sacó dos ideas: la primera: como ambos ejércitos eran inexpertos, no era necesario esperar a que el de la Unión estuviera listo, debían atacar ya; la segunda, no valía con derrotar al enemigo, había que destruirlo. El primer destino de Ulysses S. Grant, que fue dónde se formó junto a Philip H. Sheridan y John Sherman, todos bajo el mando de John C. Frémont, fue Missouri. En la frontera del estado las lealtades estaban divididas: había una guerra civil interna agravada por el conflicto de Kansas, arrastrado desde 1854. La zona estaba plagada de guerrillas confederadas lideradas por jefes sanguinarios como William Clarke Quengtril o Bloody Bill Anderson. Frémont empezó una guerra total: estado marcial, pena de muerte a los guerrilleros, emancipación de esclavos y confiscación de propiedades a los confederados (ambas medidas revocadas por Lincoln). No se hacían prisioneros. Hasta 1862 aún se creía en una victoria rápida de la Unión, dados los grandes avances del Norte. Grant penetró por el oeste, cayeron Nashville, New Orleans y Memphis y se había expulsado a los confederados de Missouri, Kentucky y Virginia Occidental. Pero en Shiloh, Grant ganó gracias a los refuerzos de Sherman, a un costo de 25.000 bajas, lo que supuso su retirada del mando, siendo Henry Haleck su sustituto. Éste no aprovechó la victoria para penetrar en el sur y ganar la guerra. La misma cautela se impuso en el este, George MacClellan, jefe de todos los ejércitos, esperó nueve meses preparando un ejército bien pertrechado para avanzar. En 1862 se plantó ante Richmond y la sitió con su ejército de Potomac. Pero Robert Lee, jefe de los ejércitos del norte de Virginia, contraatacó: rompió el cerco y avanzó hasta Maryland. Quería alcanzar una victoria sonada en territorio enemigo para obtener reconocimiento internacional, pero le frenaron en Antietam. La Unión tampoco aprovechó esa victoria. Sin embargo, Lee había logrado frenar los avances en este y oeste a finales de 1862. El fin de la esclavitud La moral de la Unión era baja, y los demócratas del norte pedían una paz negociada. Pero los radicales, como Grant, decían que había que conquistar el sur por completo. Para empeorar las cosas, los abolicionistas intensificaron sus campañas en 1861 y 1862. Cabe destacar que, el racismo, en el Norte, estaba igualmente enraizado. Por ejemplo, en Nueva York, era necesario que un afroamericano tuviera propiedades por valor de doscientos cincuenta dólares para votar, mientras que un blanco no lo necesitaba. Wendell Phillips, un abogado abolicionista y proindígena de Boston muy crítico con Lincoln reconoció, y cito: “Si bien no es abolicionista y apenas antiesclavista, el señor Lincoln acepta representar el ideal antiesclavista. Al igual que un peón, su fuerza reside en la posición que ocupe en el ajedrez [...].” Los abolicionistas lograron que el Congreso aprobase la Ley de Confiscación, permitiendo liberar a los esclavos de los enemigos de la Unión, aunque generalmente no se aplicó y Lincoln no hizo mucho caso. En un intercambio de cartas con Horace Greeley, director del New York Tribune, en Agosto de 1862, Lincoln dijo: “Mi objetivo primordial en esta lucha es salvar la Unión [...]. Si pudiera salvar la Unión sin liberar a ningún esclavo, lo haría, y si pudiera salvarla liberando a alguno y dejando a otros como están, también lo haría.” Las críticas de los abolicionistas al gobierno amenazaban con desarticular la coalición que mantenía a Lincoln en el poder. Esto le forzó a cambiar su postura y comenzar a condenar la esclavitud. En septiembre de 1862 hizo pública la versión preliminar de la Proclamación de Emancipación, ofreciendo al sur cuatro meses para rendirse, de lo contrario, la aprobaría. El 1 de enero de 1863 se publicó. Declaraba libres a los esclavos de las zonas que seguían combatiendo contra la Unión, pero no hablaba de los de aquellos territorios que eran leales a la Unión. El historiador Richard Hofstadter definió la Proclamación de esta forma: “contaba con toda la grandeza moral de un contrato de transporte”. La revista británica The Spectator dijo: “el principio no es que un humano no pueda ser propiedad de otro, sino que este no puede poseerlo a menos que declare su lealtad a Estados Unidos”. El fin real de la esclavitud vendría un poco más tarde, aun en plena guerra. En 1864, 400.000 firmas pedían una ley que acabase con la esclavitud, en abril de ese año el Senado aprobó la decimotercera enmienda que, esta vez sí, declaraba el fin de la esclavitud. Fue sancionada en enero de 1865, unos meses antes del fin de la contienda, por la Cámara de los Representantes. Fin de la guerra La Proclamación de Emancipación de 1863 fue insuficiente. Pero sirvió para estimular a las fuerzas antiesclavistas. El ejército de la Unión abrió sus puertas a los afroamericanos. Formaron sus propios batallones, el más famoso de los cuales es el 54 de Massachusetts. Su ingreso cada vez en mayor número ayudó a crear la sensación de que la lucha era realmente para liberarlos. En el norte comenzaron a verlo como una batalla contra la esclavitud. El conflicto se había convertido en revolucionario y aniquilador, y esto obligó a aprobar un decreto de reclutamiento forzoso que, debido a la cuantía de bajas del conflicto, hizo crecer el resentimiento de los blancos hacia los negros, en especial entre los de clase baja. La ley de reclutamiento permitía a los ricos no ser llamados a filas si pagaban 300 dólares, lo que provocó revueltas en 1863 en varias ciudades en las que, tristemente, el objetivo de la rabia no fueron los ricos, sino los negros. Ulysses S. Grant, de nuevo al mando de un ejército, logró varias victorias en Vicksburg, Gettysburg y Chattanooga, estas, unidas a la estrepitosa derrota de Hooker en Chancerllorsville en mayo de 1863 propiciaron su nombramiento como jefe de todos los ejércitos en marzo de 1864. Con el mando absoluto, Grant ordenó la Guerra Total. Al frente del ejército de Potomac comenzó una persecución contra Lee en Virginia mientras su antiguo compañero Sherman encabezaba una victoriosa y devastadora marcha a través de Georgia y Carolina del Sur hasta Goldsboro, Carolina del norte. Incendió Atlanta, desoló Georgia. Recurrió al terror para destruir no solo los recursos económicos, también la voluntad. Los soldados confederados comenzaron a desertar. Philipp Sheridan hizo algo parecido en el valle de Shenandoah (Virginia). Lincoln, al igual que sus generales, eran partidarios de la dureza, pero de conceder una paz generosa, otorgando muchos perdones. Las derrotas exacerbaron los problemas internos del sur. La gran debilidad de la Confederación residía en las relaciones entre el gobierno y los estados, resultado de la State Right Theiry, o teoría del derecho de los estados, que permitía que estos se negasen a proporcionar hombres y suministros si no lo deseaban. A esto debía añadirse la rigidez de Jefferson Davis y la ausencia por completo de una oposición política. Adicionalmente, una inflación elevadísima acrecentada por la emisión de moneda dada la imposibilidad de obtener fondos mediante impuestos o empréstitos. Con todo, siguieron los ejércitos del sur combatiendo con la esperanza de que Inglaterra o Francia, dependientes de su algodón, intervinieran. Pero para cuando los stocks europeos de algodón se habían agotado, India o Egipto se habían convertido en exportadores alternativos, lo que unido a las derrotas de Antietam y Gettysburg alejó la posibilidad de ayuda externa. Adicionalmente, el incremento de bajas, y el cansancio, empezaron a hacer mella. Los esclavos, en el sur, comenzaron a ser un obstáculo: solo con dejar de trabajar podían provocar una hambruna en la Confederación. A finales de 1864, Judah Benjamin, Secretario de Guerra Confederado, escribió: “es bien sabido que el general Lee [...], está a favor del uso de los negros en la defensa y de emanciparlos si fuera necesario…”. Jefferson Davis llegaría a firmar a comienzos de 1865, la Ley del Soldado Negro, autorizando el alistamiento y su liberación con el consentimiento de sus amos. Antes de que pudiera tener efecto alguno, la guerra había acabado. La persecución de Grant a Lee duró de mayo de 1864 a abril de 1865, y fue costosísima. Los 150.000 hombres del ejército de Potomac siempre mantuvieron la iniciativa sobre los 65.000 del ejército de Lee, forzándole a un tipo de guerra que Lee sabía que no podía ganar, manteniéndolo ocupado y facilitando, de esa manera, los avances de Sherman y Sheridan. Finalmente, el 9 de abril de 1865, en Appomattox, Virginia, Lee se rendía con unos términos generosos: oficiales y soldados podían regresar a sus hogares, con sus caballos y con inmunidad garantizada frente a la persecución por traición. Los mismos términos ofreció Sherman a Johnson el 18 de abril en Durham, Carolina del Norte. Jefferson Davis huyó de Richmond con su gobierno y parte de la población, pero fue capturado el 10 de mayo de ese mismo año. La guerra había terminado. Una doceava parte de los estadounidenses lucharon. Seiscientos treinta mil murieron en el frente, en un país de treinta millones de personas. Hubo más de cincuenta mil lisiados. Para el sur, las cifras son peores: un cuatro por ciento de la población murió por causa directa del conflicto. Las mujeres fueron movilizadas por completo, no solo como enfermeras, también como trabajadoras para garantizar el sustento familiar en hogares en los que el hombre no estaba y, en muchos casos, no volvería. El desequilibrio económico entre norte y sur se agudizó, la riqueza del sur pasó de representar el 30% en 1860 al 12% en 1870, la renta per cápita, con respecto al norte, cayó de dos tercios a dos quintos. Causas de la derrota del sur El general Lee expresó en sus palabras previas a la rendición lo que se ha considerado desde entonces la causa principal de la derrota del sur: la superioridad en hombres, armamento y recursos del norte. Pero la historiografía es caprichosa, y las investigaciones sacan a la luz datos y análisis que muchas veces cambian la perspectiva de temas que damos por sentados. La idea que se ha ido abriendo paso desde poco después del final de la Guerra de secesión es que la confederación tenía recursos suficientes para una guerra defensiva similar a la que llevaron a cabo en la guerra de Independencia contra Inglaterra. Solo era necesario que el coste fuera suficientemente elevado como para que no mereciera la pena el esfuerzo que hizo el norte. Las causas, por tanto, debían ser internas. La confederación tenía una gran dificultad para afirmar su poder frente a los estados y carecía del liderazgo militar y civil del norte. Y esta situación se daba en una sociedad profundamente dividida entre propietarios de esclavos y blancos pobres sin esclavos que, en cuanto la cosa se puso fea, empezaron a desertar. Por no decir que dos quintas partes de la población eran esclavos. Las armas modernas, las trincheras y la estrategia defensiva de Lee, así como la timidez y falta de preparación del norte en los primeros años, retrasaron la victoria de la Unión. La reconstrucción: el nacimiento de una nación Lincoln se acercó al frente al final de la guerra, visitó Petersburg el 3 de abril y Richmond, que había sido incendiada por sus habitantes antes de huir. Cuando caminaba por la calle desierta escoltado por diez marinos, fue rodeado de esclavos que le gritaban “gloria a Dios”, “bendice al Señor”, “el gran Mesías” y lo tocaban para comprobar que era real. Annie Mae Weather, una afroamericana hija de esclavos liberados, dijo:“Recuerdo haber oído decir a mi padre que cuando alguien llegó y gritó: “Vosotros, negros, por fin sois libres”, él dejó caer la azada y dijo con voz extraña: “gracias a Dios". Fannie Berry, una esclava liberada, dijo: “¡Los negros gritaban, aplaudían y cantaban! ¡Los niños corrían de un lado a otro llevando el compás y gritando! Todo el mundo estaba contento. Lo celebramos. Corrí a la cocina y grité en la ventana: “Mamá, no cocines más. ¡Eres libre! ¡Eres libre!”. ¿Pero cuánta de esa libertad fue real? El trato que el ejército de la Unión y las ciudades del Norte dispensaron a los afroamericanos durante la guerra fue premonitorio de lo que sucedería después de la contienda. Los soldados negros fueron utilizados en los trabajos más sucios, y duros. Los blancos cobraban trece dólares al mes, y los afroamericanos diez. William Walker, un sargento negro, fue fusilado por organizar una protesta por la remuneración desigual. La guerra no trajo tampoco una sublevación general de los esclavos. Siguieron trabajando esperando a ver cómo acaba aquello, aunque cerca de medio millón, una quinta parte, huyó. Muchos si tenemos en cuenta que no tenían dónde ir o cómo sobrevivir. Para la mayoría fue una experiencia amarga: víctimas del caos de la guerra, separados de sus amigos y pasando hambre. Algunos se alistaron al ejército nordista que llegó a contar con doscientos mil afroamericanos. La mayoría de los esclavos sabían que su estatus tras la contienda dependería de si eran dueños de la tierra que trabajaban o no. La política del Congreso, aprobada con Lincoln, devolvía la propiedad confiscada a los herederos de los propietarios confederados y aunque una parte se expropió por imago de impuestos y se subastó, pocos negros accedieron a ella. El general Sherman, en una reunión en Savannah con pastores protestantes negros, escuchó la demanda de tierra e hizo pública la óprden Especial de Campo número 15, otorgando una franja de tierra para el asentamiento de negros. Pero en junio de 1865, el nuevo presidente (tras el asesinato de Lincoln), Andrew Johnson, devolvió esa tierra a sus antiguos propietarios. Durante un breve tiempo, los negros disfrutaron de cierta libertad y derechos, incluyendo en el sur dónde las tropas del norte se ocupaban del cumplimiento de los acuerdos. Hubo grandes avances, como educación pública multiétnica, o la concesión de ciudadanía o derecho de voto. Sin embargo, Andrew Johnson facilitó el reingreso de los estados sureños sin garantizar la igualdad. Estos crearon códigos negros que convirtieron a sus ex-esclavos en sirvientes. Incluso con Grant como presidente, el gobierno nacional cada vez se mostraba menos entusiasta a la hora de defender a los negros. En 1883 el Tribunal Supremo anuló la Ley de Derechos Civiles de 1875. Poco a poco los negros perdieron sus derechos. Hubo protestas, como John Harlan, quien curiosamente había sido propietario de esclavos en Kentucky, y que se mostró contrario a la discriminación privada a la que se sometía a los negros alegando que la jurisdicción permitía perseguirla. Es en esta época en la que la oligarquía del sur organiza el Ku Klux Klan y otros grupos terroristas. Harlan luchaba con la lógica, la moral y la justicia contra algo más poderoso que todo eso, y es que las élites del norte y las del sur, durante la crisis económica de 1873 a 1877, construyeron una nueva coalición. El compromiso alcanzado no restauró el antiguo orden en el sur, pero garantizó a los blancos autonomía política, y la no intervención del norte en asuntos raciales. A cambio, el sur se convirtió en un satélite. La discriminación incrementó rápidamente en las últimas décadas del XIX. En 1900 todos los estados del Sur, en sus nuevas constituciones, privaban de derechos civiles y segregaban a los negros. La imagen que nos ha legado la literatura de posguerra de los negros era extraída, mayoritariamente, de escritores del sur que los definían como “reptiles”, “hienas enjauladas”, “especie de gusanos” o “bestias salvajes”. El sistema penitenciario del Sur tenía por objetivo aterrorizar a los afroamericanos y proporcionar víctimas a los contratistas que compraban el trabajo de los presos por sueldos irrisorios. Muchos afroamericanos huyeron al norte. Pero pese a que la situación seguía siendo desesperada, los negros del sur continuaron reuniéndose y organizándose, defendiéndose. En resumen, el norte logró la confirmación del Estado Federal por encima de la soberanía e independencia de los Estados, y una mayor centralización del poder. Acababa de nacer el Estado-Nación estadounidense. Y la época no es casual, en esa misma década nacería, con la Revolución Gloriosa, el estado-nación español; el Risorgimento y la unificación italiana traerán el italiano, y la Guerra Franco-Prusiana junto a la Tercera República Francesa serían los escenarios de nacimiento de los estados-nación alemán y francés; por poner algunos ejemplos. Conclusión Hemos comenzado esta historia planteándonos si realmente la guerra se libró con el fin de abolir la esclavitud, y cuestionándonos que fuera así. Y la conclusión al respecto es clara: no. En 1861, el Gobierno de los Estados Unidos luchó contra los estados esclavistas, sí, pero con el fin de conservar ese enorme territorio nacional con su mercado y recursos, afianzando su poder sobre él y subyugándolo a las necesidades de las élites industriales del norte. La esclavitud y su abolición fueron una consecuencia de todo esto, un último castigo para unas élites acomodadas en el sur que no seguían la línea marcada por las del norte. El antiguo esclavo Thomas Hall confesó ante el Proyecto Federal de Escritores estas palabras:“Se alabó a Lincoln por liberarnos, pero ¿lo hizo? Nos concedió la libertad sin darnos oportunidad de vivir por cuenta propia y seguimos dependiendo del hombre blanco del sur”. Pero esa no es la única conclusión que podemos extraer, de hecho, como ya he comentado en otras ocasiones, otra inferencia que obtenemos de toda esta historia es la del relato y su importancia. La idea de tomar la esclavitud como motivación y foco de atención de un conflicto que, en realidad, estaba dirimiendo otros problemas. El trabajo del historiador no consiste en narrar los hechos pasados, sino en discernir, analizar y extraer las causas y consecuencias reales de los acontecimientos y exponerlas a la sociedad con el fin de proporcionar una mayor y mejor comprensión de la humanidad, de nuestra realidad mundana y del presente. Y en ese proceso, es esencial romper con los relatos impuestos, con la propaganda, sacar las vergüenzas y airear los trapos sucios. Hay una conclusión más que podemos sacar de esta guerra y de cualquier otra, una que fue señalada por Sherman. Cuando él, Grant y Sheridan decidieron lanzarse a la Guerra Total lo hacían conscientes de que, con ello, causarían el mayor mal posible al enemigo. El objetivo era amedrentarles, no solo para lograr su rendición, si no también para garantizar que no volvieran a rebelarse. Para la mayoría de los hombres que lucharon, la guerra no fue hermosa. Sherman señaló en una alocución a unos jóvenes quince años después del conflicto que la idea de que la guerra era gloriosa era absurda, cuando bajas a la realidad, la guerra es un infierno. Y es importante recalcar esto porque, aún hoy, estamos bombardeados con la épica y la gloria de la guerra. Me gustaría cerrar esto con unas palabras de uno de los líderes negros que tuvo que vivir la época de la reconstrucción, y que tuvo que luchar por la supervivencia de su comunidad. John Hope dijo: “Si no luchamos por la igualdad, ¿para qué demonios vivimos?”. FUENTES BIBLIOGRÁFICAS (las mismas que en el otro artículo):Fundamentalmente me he basado en tres manuales de historia de los Estados Unidos:
ShadeMap, que al estilo Google Maps simula las sombras del sol en cualquier lugar y momento del planeta. Esto es algo más que una curiosidad: puede utilizarse para ver cómo será el efecto del Sol sobre una casa a la que te vayas a mudar, para elegir los mejores lugares de fotografía o para ver la viabilidad de instalar paneles solares.
El portavoz del Govern balear y conseller de Economía, Hacienda e Innovación, Antoni Costa, ha calificado este miércoles como "poco afortunado" el comportamiento del presidente del Parlament, Gabriel Le Senne, aunque no cree que merezca una dimisión.
#4 eso me recuerda a la ministra de trabajo que nunca había trabajado y que rezaba a una virgen para que diera trabajo a los españoles, a eso se le llama delegar funciones...
El mapa de geolocalización supone un nuevo modo de acceso a la rica colección de relaciones de sucesos impresas entre los siglos XVI y XVIII que conserva la BNE. En este mapa se pueden localizar las relaciones según el lugar donde ocurrieron los hechos narrados, con una breve descripción, la signatura que permite localizarlos en el catálogo y el enlace a la digitalización. Actualmente es un proyecto en progreso. Ofrece la descripción de más de 3.300 ediciones y muchas de ellas incluyen ya el enlace directo al documento digitalizado.
#7 dudo mucho que hagan algo que no sea retrocompatible. Todos sabemos que muchos de los servidores que hay en Internet estarán muchos años sin actualizar.
Una web gratuita muy sencilla. Cada día nos da una lista de ejercicios de estiramiento con instrucciones.
¿Y has probado que funcionan? ...
Si te fijas en la URL de este post (que este software crea automáticamente usando el título inicial que le pones) iba a llamarse, honradamente, "La urgencia del método científico y el pensamiento crítico." Un nombre méh, la verdad, que quizá atrajera a quienes ya estamos previamente interesados en estas cuestiones y posiblemente no generara mucho debate. Entonces me salió de la cabeza un Yuri más cabrón que se dijo: "¿Qué tal si aprovecho para hacer un pequeño experimento?"
Un grupo de ultras? Algo más de info?
Sondeo de Electomanía sobre una muestra de 2203 respuestas
Así que, en un resumen resumidísimo, ni la legalización acaba con el tráfico ni la abolición termina con el tráfico ni la prostitución. Que la legalización no es necesariamente el paradigma que más beneficia económicamente a las prostitutas (por eso muchas de ellas abogan por la despenalización y no por la legalización) pero que sí aporta una serie de derechos laborales a las trabajadoras del país en el que tiene lugar la legalización. Y que aunque esto deja fuera a la mayoría de trabajadoras sexuales de ricos países europeos, es más de lo que
#7 Mistela.
El Ejército ucraniano ha iniciado este domingo un bombardeo masivo sobre las posiciones separatistas de Donetsk, según ha informado el asesor del presidente ucraniano Petro Poroshenko, Yury Biryukov, en un comunicado en Facebook.
#4 “Es hora de empezar a no ser tan clasista y de paso hacer integración.” Eso mismo les decían a los hijos de mis vecinos del barrio donde nací y crecí en Barcelona. Un barrio obrero de toda la vida ahora solo al alcance de unos afortunados y de guiris. Pero esta bien eso de ir expulsando a la gente. Que hay que fomentar la integración.