El único líder que ha desafiado esta inercia es Viktor Orbán, primer ministro de Hungría. Cerró fronteras, impulsó la natalidad con incentivos económicos a parejas jóvenes y detuvo la caída demográfica. Su discurso, sin embargo, ha sido demonizado. Es doloroso, casi trágico, para los pueblos originarios ver cómo, en nombre de la tolerancia, están siendo desplazados —cultural, política y demográficamente—. Ser gobernados por quienes un día acogieron no es solo una inversión demográfica irreversible. Es una herida histórica.
|
etiquetas: gran reemplazo , alfred kaltschmitt , extrema derecha , orban , inmigración