Imagina escribir una línea de código (programación), presionar “Enter” y, poco después, recibir una factura por el equivalente a un coche compacto. Eso fue exactamente lo que le ocurrió a Tim, un usuario que decidió explorar un conjunto de datos públicos alojados en la nube de Google. Lo que pensó que sería una consulta inofensiva terminó con una desagradable sorpresa: una factura de 14.000 dólares, alrededor de 9.000 euros. El error de Tim, creyó que era gratis
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