Gerardo Lorenzo no es un empresario cualquiera. Hijo y sobrino de una familia con larga tradición de vínculos con el poder —un abuelo alcalde franquista, un tío senador y candidato al Congreso por el PP, y un hermano productor televisivo con décadas de contactos en la gran pantalla—, su irrupción en el negocio de los festivales fue tan rápida como bien financiada. El nombre de Feijóo no aparece en los contratos, pero su sombra es inevitable: la red de lealtades tejida durante años por el expresidente de la Xunta sigue funcionando
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