Suena a entrenador de fútbol, o a cantante melódico pero no: Tabaré Vázquez es un político uruguayo que ha fallecido este domingo a causa de un cáncer. Fue presidente del país dos veces por el Frente Amplio, la primera entre 2005 y 2010 tras desalojar al poder a la derecha uruguaya después de décadas y la segunda entre 2015 y 2020 sucediendo a Pepe Mujica.
A diferencia de este último, Tabaré Vázquez no era un personaje mediático: discreto, reservado y un poco tímido se parecía mucho más al perfil del uruguayo medio. Y, sin embargo, Vázquez fue probablemente el político más importante, en términos de logros obtenidos, que ha habido en América Latina en lo que llevamos del siglo XXI. Os cuento, en cuatro ejemplos, el porqué:
1) Una reforma tributaria pionera en el continente.
En España hemos aceptado plenamente el sistema fiscal progresivo, basado en el concepto "quien más tiene, más paga". En América Latina, sin embargo, solo hay tres países que apliquen un impuesto a la renta personal (IRPF) con eficacia: México, Chile y, el pionero, Uruguay. Efectivamente, en 2007 el gobierno de Tabaré Vázquez rompió un tabú potentísimo de la región más desigual del mundo aprobando una reforma fiscal de inspiración nórdica y carácter dual que se tradujo en la aplicación del IRPF y, en consecuencia, en una redistribución de la renta que permitió las otras tres medidas que veremos a continuación. No fue, ojo, algo fácil: si en España leemos todo tipo de apocalípticas profecías porque se plantea subirles un punto o dos a las rentas altas, imaginad lo que fue en estas latitudes mandatar por ley que los ricos iban a contribuir más que los pobres: una verdadera revolución.
2) Plan Ceibal: alfabetización digital para todos los niños uruguayos.
El ceibal es un árbol, grande y que da mucha sombra; también es el nombre de un programa absolutamente disruptivo que el gobierno de Tabaré Vázquez fundó en 2007, consistente en dotar a cada niño con un ordenador portátil desde los cuatro años de edad y hasta los 18 que terminen el ciclo de secundaria, como herramienta para un universo virtual educativo insertado en el sistema escolar normal. Ceibal es un enorme repositorio de cursos online, actividades complementarias, una biblioteca virtual de primer nivel con decenas de miles de títulos, aulas virtuales, herramientas docentes o sistemas de aprendizaje en español e inglés que han revolucionado el sistema educativo uruguayo y que, como os podréis imaginar, ha hecho que el confinamiento no haya parado las clases (algo que en España, por desgracia, hemos estado muy lejos de conseguir).
Sin embargo, en mi opinión, la importancia de Ceibal es mayor en otro sentido: ha sito también una herramienta tremenda de inclusión. Porque cuando un niño pobre, con una familia pobre, que vive en una infravivienda tiene una tablet y acceso gratuito a internet se le abre el mundo, a él y a sus padres. Las imágenes habituales en Uruguay de escolares sentados en plazas haciendo la tarea usando el wifi gratis, o jugando entre ellos ejemplifican un logro de enorme calado.
3) El MIDES: un símbolo de la mayor reducción de pobreza del siglo XXI.
Es el Ministerio de Desarrollo Social y fue de las primeras cosas que hizo el gobierno de Vázquez, que en 2005 asumió un país destrozado por la gran crisis de 2003, con cifras africanas de pobreza en el que la imagen de niños viviendo y pasando hambre en las calles eran habituales. El MIDES vehiculó una intervención de emergencia que bajó la pobreza y la pobreza extrema desde el 40% de la población a menos del 9. Implementó políticas sociales de apoyo a colectivos desfavorecidos, reforzó la atención en barrios y pueblos del interior y proporcionó -con todas las limitaciones que se quieran- un apoyo decisivo para que decenas de miles de personas pudieran estudiar, trabajar, dormir bajo techo o comer caliente todos los días. El resultado es que hoy Uruguay y su capital, Montevideo, no tienen nada que ver en cuanto a pobreza no ya con Centroamérica, sino con Argentina o Brasil: políticas públicas para atajar una lacra inasumible para cualquier sociedad.
4) De salvar miles de vidas prohibiendo.
Tabaré Vázquez era oncólogo y sabía muy bien qué significaba el cáncer. Su padre y sus hermanos habían fallecido por uno y él también terminó sucumbiendo a un tumor. Estaba decidido a reducir el impacto que la enfermedad tenía en la sociedad uruguaya y para ello, en 2006, su gobierno aprobó una Ley Antitabaco similar a la que hicimos en España...en 2011. Prohibió fumar en espacios públicos y en ámbitos cerrados y con ello logró una reducción drástica del tabaquismo y de sus enfermedades asociadas, salvando miles de vidas y ahorrando centenares de millones al sistema sanitario uruguayo.
Pero, además, le plantó cara a una de las empresas más poderosas del mundo, Philip Morris, que estaba decidida a hacer un escarmiento con un país de apenas tres millones de habitantes. La tabacalera denunció a Uruguay en el CIADIC, el tribunal internacional para cuestiones comerciales, reclamando una indemnización de centenares de millones de dólares y la supresión de la ley. El gobierno de Vázquez no se achantó: a pesar de la brutal campaña mediática pagada por la empresa, se negó a llegar a un acuerdo, peleó en los tribunales y -tras un larguísimo proceso- consiguió una victoria total. Este, tal vez, sea el legado más simbólico de la gestión de Tabaré Vázquez, un señor discreto que gobernó un país pequeño y que, sin embargo, ojalá fuera el modelo para los políticos de todo el mundo.
Este es un debate que se repite recurrentemente en los medios de comunicación y en las redes sociales, y que tiene que ver con el rechazo que generan ciertos chistes o bromas hacia individuos o colectivos. Pero es falso porque, en mi opinión, se basa en una premisa incorrecta. Se debate cuál es el límite del humor o si debe tener siquiera límites. La falsedad reside en que el objeto del debate no es el humor, es la ofensa. El humor es mucho más. Lo hay de distintos tipos y con distintos ingredientes.
El humor contiene también la ofensa, pero no toda ofensa es humor. La afrenta y el insulto tiene distintos grados, por eso se hacen distinciones sobre ellos. Se ha desviado el debate hacia este concepto para crear interesadamente confusión en favor de quienes lo promueven. Porque el humor es en parte precisamente el límite que diferencia la percepción de una ofensa, y apela a lo más profundo del trato humano, social, estético y de la comunicación entre diferentes.
No se trata aquí de desvirtuar el mal gusto, el humor negro o cualquier otra variante para imponer un sesgo moral hacia un humor blanco, por ejemplo, sino de saber interpretar y dirimir el verdadero objeto del debate.
· Ofensa y réplica. Imagen "Duelo en el Bois de Boulogne en 1874". Dominio público >
Diálogo
Los que rigen este falso debate de los límites giran su argumentación en torno a las bromas o los chistes. Lo suelen centrar en si el objeto de éstos sabe o no aceptar el “humor”. Cuando se acepta, para ellos funciona. Cuando no se acepta, entonces se carga contra el aludido por no haber sabido encajar la broma. Se da una paradoja: ahora el ofensor pasa a ser el ofendido.
Éste llama al otro despectivamente “ofendidito” porque su burla no es recibida de buen grado. Es decir, en este debate no se cuestiona al emisor o al mensaje sino al destinatario. Digamos que el propio “agresor” (verbal, se entiende) culpa a la "víctima", y olvidamos por qué se inició la confrontación.
Este efecto rebote se da porque hay una réplica. Y esto es algo relevante, ya que el humor es generalmente un diálogo. Si el aludido no tiene capacidad de respuesta, por algún tipo de indefensión, se encuentra excluido. La clave que se quiere desviar de nuestra atención es que: el hacer un juicio sobre algo que concierne a un tercero está sujeto siempre a una réplica o a una reprobación, al igual que cualquier actuación pública está sujeta a la crítica.
No es sólo una cuestión del punto de vista.
Cuando se hace una broma existe ánimo de congeniar, o tal vez de despreciar, puede ser amable, puede no serlo, pero en definitiva existe una intención, cualquiera que ésta sea. Unos pueden argumentar que, aunque algo ofenda a algunos, debe hacerse igualmente; que la gracia está en el que hace la broma y los que se ríen con él (el punto de vista), mientras que el ofendido siempre existirá por contraposición (por ser el objeto del ataque). Pero la naturaleza del ataque y la percepción de éste es justamente lo que causa la reacción. No tendrá la misma respuesta si se percibe dañino que si no es ofensivo (pues decimos acertadamente que es inofensivo).
Me ocurrió algo curioso en una conversación con un conocido hablando de este tema. Él argumentaba que no había que poner límites a la libertad de expresión, que el humor tenía que ser libre. Entonces yo le pregunté (con cierta intención) qué le parecía que un grupo numeroso de personas se riera y ridiculizara a un sólo individuo más débil, por ejemplo por su condición física o algo parecido. Entonces él negaba con la cabeza: “Ese es un caso extremo, no debería permitirse, eso ya es otra cosa”.
A lo que yo preguntaba de nuevo:" por qué, es sólo humor, las bromas son bromas. Es gracioso para los que las hacen y se ríen con él ¡si acaso la culpa es del que se ofende!" Él me contestó que no había tampoco que pasarse de la raya. A lo que yo le respondí: ¿entonces sí tiene límites?
Esta anécdota refleja que lo que él creía que era humor al empezar el debate, en realidad se refería a otra cosa. No a que fuera humor malo, sino que no fuera humor, pues éste debe estar acotado en ciertos términos social y moralmente delimitados. Por ejemplo, no gusta que el fuerte se ría del débil, o que una mayoría lo haga de una minoría, o que el sujeto no tenga capacidad de respuesta, o que el emisor no tenga empatía. No es una cuestión de humor en sí mismo, es una cuestión de humanidad.
El humor es (también) una relación de poder.
Otro argumento que se repite en este debate es que no hay que demonizar un chiste simplemente porque sea malo, o de mal gusto, porque aunque no sea bueno, es humor al fin y al cabo. A unos les hará gracia y a otros no. Pues bien, habría que preguntarse si lo que hay no es precisamente un combate por definirlo, y cuán de legítimos son los argumentos de los pujantes. Si se da esta batalla y la gana un argumento de peso, el perdedor debería poder aceptarlo con deportividad.
Los que esgrimen el término “ofendiditos” están, en mi opinión, situándose en una posición conservadora, incluso diría reaccionaria. Es una reacción a la pérdida de un poder, o miedo ante la previsión de un cambio en la correlación de fuerzas:
“La gente tiene la piel muy fina. Ya no se puede reír uno de nada ni de nadie ¡adónde vamos a parar! Cualquier tiempo pasado fue mejor...” etc.
Si pensamos que la tolerancia ha bajado, que ahora cualquiera se ofende por nada, tenemos que pensar, quizás, en que los ofendidos tienen ahora la fuerza o el poder de la réplica. Tal vez porque lo que antes se consideraba gracioso por los demás, realmente era una agresión hacia un colectivo más débil que nunca pudo defenderse. Estaba silenciado o subordinado. Cuando la defensa responde en la misma proporción que la agresión, el atacante pierde fuerza y pierde poder. Se cuestiona el mensaje.
Pongamos un ejemplo gráfico. Si yo voy por la calle y me burlo de alguien, y ese alguien se da la vuelta y me da un guantazo, podemos pensar que su respuesta es desproporcionada (que lo es), pero no le podemos culpar de que dé una respuesta.
Censura y crítica.
-“Había cenado bien y le dije a mi mujer: ‘ese bacalao es digno del mismo Jehová’” -“¡Blasfemo!”. [ La vida de Brian (1979)]
Llegados a este punto debemos preguntarnos qué es lo que ocurre en el caso contrario. Qué pasa cuando la ofensa sí está justificada, cuando una crítica fuera en verdad legítima. Es una cuestión de justicia.
Podemos reírnos de tiranos porque, debido a sus acciones, han perdido nuestro respeto, y hay una reprobación moral en ello que lo hace justo. Pero no permitimos que los tiranos se rían de nosotros porque en ese caso se convierte en un abuso.
Los que en su respuesta quieren acallar cualquier crítica razonable, utilizando la reprobación hacia aquellos que les increpan lícitamente, y que pueden pero no saben dar respuesta, se enmarcan también en el mismo grupo reaccionario.
La defensa no puede ser “dar un guantazo”, aunque nos parezca justificable, se debe basar en la deslegitimación del emisor. Si por el contrario la defensa gana la suficiente fuerza para imponerse sobre el otro o acallarlo por el propio poder pero no por la crítica de su discurso, entonces hablaríamos de censura. No confundamos la legítima defensa con con la persecución moral y judicial del Poder con mayúsculas sobre la disidencia, y con la aniquilación de la sátira.
Fair enough: el humor es batalla.
Hasta en las guerras hay leyes. En las contiendas dialécticas también hay acuerdos tácitos y fair play. Se juega conforme a reglas no escritas, pero entendidas y aceptadas. La legitimidad, nuevamente, en el propio sentido de la palabra hace alusión a la justicia. Los que se saltan las leyes no tienen el beneplácito de la audiencia, sólo la de sus seguidores.
Cuando hay percepción de que se está haciendo una crítica razonable o un ataque pertinente (esto es, lo que comporta un equilibrio justo, que es entendido por todas las partes de este juego dialéctico) hasta el interpelado otorga veracidad a la ofensa y acepta la pequeña derrota.
Los franceses dirían touché (tocado, como en el arte de la esgrima) y los ingleses dirían fair enough (es justo), para hacer ver que entiendes su punto de vista.
En resumen, conceden. Algunos lo llaman reírse de uno mismo, o tener sentido del humor. Pero no es más que aceptar que, una vez dentro del campo de juego, el contrario o los contrarios, juegan mejor que tú, pero juegan con deportividad y hay un tipo de entendimiento y reconocimiento de las partes. Estas leyes que establecen lo que es justo son, por el significado de la propia palabra: límites.
La ventana de Overton. El humor es contexto.
La ventana de Overton es un término que hace alusión a una teoría política que argumenta que la viabilidad para imponer una idea sobre la sociedad está determinada por las tendencias presentes en cada momento. De esta forma, según el termómetro del público en un momento dado, la ventana se puede ir abriendo o cerrando para dejar pasar ideas que antes no eran aceptables, o por el contrario bloquear las que se ven impensables en el tiempo presente.
Esto no significa que haya que estar encorsetado en la corrección política, sino que los límites son cambiantes y dependen de un contexto en lugar y en tiempo. Cuando se habla de la fórmula tan repetida: tragedia más tiempo es igual a humor, es precisamente en alusión a la asimilación de un discurso cuyos límites han sido redefinidos por la percepción de unos hechos.
Cada mensaje necesita una audiencia y un contexto. Cuando el mensaje es privado, la burla, la malicia y la aberración no tienen límites, siempre que pasen inadvertidas para el tercero o para una cuarta audiencia. De lo contrario se pueden convertir en agresión y está sujeta a reacción. Hay gente que hace chistes privados en ámbitos públicos y se queja de que no sean bien recibidos. Y gente que hace chistes malintencionados y se queja de que los demás lo rechacen. Tal vez esto sea no tener sentido del humor, bien por torpeza o por intencionalidad.
El humor es Arte.
Esto nos lleva a hablar sobre una cuestión clave que muchas veces pasa inadvertida alrededor de este debate, y es que el humor tiene límites per se porque es, precisamente, un Arte. Y como todo arte tiene y debe tenerlos.
Es precisamente en la pericia y destreza del artista acotando estos márgenes donde está la gracia, si no ¡cualquiera lo haría! Debe saber rebasarlos cuando y donde pueda, saber sortearlos cuando deba. Saber decir algo sin explicitarlo, saber ser explícito cuando sea preciso. En definitiva, tener talento.
El problema de base del relato sobre el que gira esta discusión, es que los que la promulgan suelen carecer de este talento, lo cual es el ingrediente indispensable para que el humor se entienda, surta efecto y funcione como tal.
El límite del humor (A modo de conclusión).
Debatir sobre los límites del humor no es preciso porque el humor contiene un límite en sí mismo. Fuera de éste se convierte en otra cosa. Este límite no lo marca sólo el individuo, sino que está sujeto a los vaivenes culturales, los cuales hay que saber descifrar.
Lo importante es conocer ese delicado equilibrio entre los márgenes legítimos que marca la sociedad y el individuo en cada momento, en el contexto, en el grado de ofensa y su respuesta, en la relación de poder, la capacidad de réplica y el talento. Y sobretodo, y más importante, en el grado de humanidad. Quienes saben manejar esto, y siempre están en la vanguardia, son artistas. Artistas finos o mundanos, anónimos o célebres, hay verdaderos maestros cotidianos del humor.
Por favor, no dejemos que los que no tienen talento se erijan sobre ellos para tapar sus vergüenzas, y nos impongan estos falsos debates para desviar la atención de lo verdaderamente importante: el trato humano genuino, y la construcción ingeniosa de diálogos que nos permitan evadirnos de la seria realidad con cierto grado de empatía por los demás.
...pero estoy harto.
Estoy harto de que no se pueda decir la verdad, así que aquí va:
Estoy harto de tener que cargar este móvil cada dos por tres.
Estoy harto de que por mucho que lo cuide, vaya a tener que comprar otro dentro de dos años.
Estoy harto de la publicidad de Youtube.
Estoy harto de estar rodeado del mensaje de que tengo que encenderlo y refugiarme en él y olvidarme de las otras cosas de las que estoy harto.
Estoy harto del bienquedadismo.
Estoy harto de que mi vecino de la derecha evite el contacto con nosotros y prefiera refugiarse en su perro.
...sí, estoy harto de que las personas tengan que tener un perro para refugiarse porque las relaciones humanas fallan, harto de los "son mejores que las personas"
Estoy harto de que la gente no encienda los intermitentes.
Estoy harto de que las instituciones estén corruptas.
Estoy harto del enchufismo.
Estoy harto del postureo.
Estoy harto de que todo sea imagen.
Estoy harto de que nos perdamos lo genuino que es el gustar y el que esa chica te guste para sustituirlo por un juego de ego.
...Harto de que la conexión este en peligro de extinción.
Estoy harto de lo burro que somos si valoramos lo que se dice en función de quién lo diga.
Estoy harto de que la publicidad se cargue todo lo avanzado por las campañas antiestereotipos.
Estoy harto de que se sobreentienda que madurar es ser igual de egoísta que los demás.
Estoy harto de la mala calidad de la sanidad y la incompetencia de la mayoría de los médicos.
Estoy harto de la legítima decisión de no ayudar al otro, pero acompañado por el morbo de sí verlo pasar mal.
Estoy de que la persona que sienta de verdad, pierda, y que el que vive de mentira, gane.
...nadie está disfrutando entonces.
Estoy harto de que no haya debates de calidad en televisión.
Estoy harto de las apologías a que seamos competitivos entre nosotros, cuando tal u otro deportista gana otro título, esto acompañado de una música épica de telediario.
Supongo que este es el precio que hay que pagar. Esta es la condición a cambio de que no nos falte de nada: de que dispongamos de televisores, móviles de 1000€, SUVs...que no nos hacen felices, pero que se encargan de alimentar la misma situación.
¡Estoy harto de que todo sea MENTIRA!
A veces, para demostrar ciertas cosas, hay que acordarse de las buenas ideas de los malos. Porque los malos tienen buenas ideas, aunque algunos no lo crean en este mundo infantilizado, híbrido entre la sacristía, la piruleta y la vieja del visillo.
Hasta la fecha, y mientras no se demuestre lo contrario, la mayor operación de falsificación de moneda de todos los tiempos fue la operación Bernhard, promovida inicialmente por el jefe de Seguridad del III Reich, Reinhard Heydrich, y ejecutada posteriormente por un oficial de las SS, Bernhard Krüger, que dio nombre a la operación. Tirando por aproximación, y con los debidos tributos a la corrección política del momento, se hizo una película sobre ello: los falsificadores.
Naturalmente, en un tema como ese, hay versiones para todos los gustos, pero la más aceptada es que al final consiguieron colocarle al gobierno británico el equivalente a lo que hoy sería medio billón de euros y que el evento merece un lugar en los momentos estelares de la historia del hostiazo.
Los ingleses, que nunca consiguieron distinguir los billetes fabricados por los nazis de los auténticos, optaron por dar por buena la falsificación e ir retirando el dinero de la circulación poco a poco. La Gestapo llegó a mandar a un agente a Londres para conseguir un certificado del banco de Inglaterra que afirmase que el dinero era bueno. Creo que recordar que ese punto de recochineo sale incluso en la película. Para que luego digan que los alemanes tienen poco sentido del humor.
Lo interesante del asunto, sin embargo, es otra cosa:
Imprimir dinero y tirarlo sobre la gente es una idea tan cojonuda que es lo que piensa el enemigo cuando se ha quedado sin armas y piensa todavía en el modo de darte por culo. A ver, amigos, ¿Seguro que es una idea tan buena eso de imprimir dinero para pagar los gastos? ¿de verdad pensáis que los nazis estaban pensando en rescatar a Inglaterra?
Seguro que la intención era esa.
Venga hombre, no jodamos.
Y si los Bancos Centrales están haciendo con nosotros lo que los nazis querían hacer con Inglaterra, más nos vale desconfiar... Algo va mal cuando quieren hacernos creer que Heydrich tuvo una idea humanitaria.
... esta España mía, esta España nuestra...
Estos versos resonaron por las calles de la ciudad de Murcia la pasada tarde provenientes de la megafonía instalada por una comitiva de Vox en procesión. El chiste se hace solo... pero no tiene ni puta gracia.
Aquella letra, censurada por el tardofranquismo, retrataba a una españa atrasada por la dictadura con pocos visos de despertar de su estado letárgico, una españa a la que no se le había permitido cerrar sus heridas, una españa en la que unos pasaron el hambre mientras otros la saqueaban, una españa ciega por décadas de doctrina nacionalcatólica, paralizada por la represión, muerta en las cunetas.
La españa que Abascal añora era criticada por Cecilia en su mutilada obra. Aun así, alguien de Vox pensó creyó oportuno usar dicha canción como fondo musical para amenizar el aquelarre del partido, meándose en la memoria de la cantautora que no puede defender su honra como hizo en su día Coque Malla, e insultando a la inteligencia de 26 millones de personas, una vez más, y/o mostrando que ellos carecen de la más mínima.
En ese mismo lugar, un par de chavales paseaban con la bandera arcoiris en respuesta a las agresiones verbales recibidas previamente por parte de los nazarenos de Vox al identificarles como homosexuales.
La españa despierta que anhelaba Cecilia.
En el 75 censuraron su letra. Hoy quieren apropiarse de ella.
De qué no...
www.laopiniondemurcia.es/videos/murcia/2021/03/16/simpatizantes-vox-in
Es nuestro deber, ahora, planificar y definir la estrategia para la consecución de una paz duradera y establecer un nivel de vida para los americanos más alto que el que nunca se haya conocido. No podemos contentarnos, da igual lo alto que pueda ser el nivel de vida general, si una fracción de nuestro pueblo - sea un tercio, un quinto o un décimo - está malnutrida, malvestida y sin seguridad.
Esta república tuvo su origen, y ha alcanzado la presente fortaleza, bajo la protección de ciertas libertades políticas inalienables - entre ellas la libertad de expresión, de prensa, de fe, el juicio por jurado, la libertad de registros y confiscaciones irrazonables. Estos han sido nuestros derechos a la vida y la libertad.
Sin embargo, a la par que nuestra nación ha crecido en tamaño e importancia - como nuestra economía industrial - estos derechos se han demostrado insuficientes para asegurarnos igualdad en la búsqueda de la felicidad.
Hemos llegado a la clara conclusión de que la verdadera liberad individual no puede existir sin seguridad e independencia económicas. Los necesitados no son hombres libres. Los hambrientos y desempleados son sobre los que se construyen las dictaduras.
Hoy, estas verdades económicas han llegado a ser aceptadas como obvias. Hemos aceptado, por así decirlo, una segunda carta de derechos bajo la cual podemos establecer una nueva base de seguridad y prosperidad para todos, sin importar la clase, raza o credo.
Entre ellos:
El derecho a un trabajo útil y remunerado en las industrias, comercios, granjas o minas de la nación;
El derecho a una remuneración suficiente para garantizar una alimentación, vestimenta y ocio suficientes;
El derecho de todos los granjeros a producir y vender sus productos con una renta que les provea a ellos y sus familias de una vida digna;
El derecho de todos los empresarios, grandes o pequeños, a comerciar libres de competición injusta, libres de monopolios dentro o fuera;
El derecho de cada familia a una vivienda digna;
El derecho a atención médica adecuada y la oportunidad de conseguir y disfrutar de una buena salud;
El derecho a la protección del temor económico en la vejez, en la enfermedad, accidente y desempleo;
El derecho a una buena educación.
Todos estos derechos significan seguridad. Y cuando ganemos esta guerra debemos estar preparados para avanzar, implementando estos derechos, hacia nuevas metas de felicidad y bienestar.
El lugar que pertenece a América en el mundo depende en gran medida de hasta qué grado podamos implementar estos y otros derechos para nuestros ciudadanos. Porque sin seguridad en nuestra propia casa no habrá paz duradera en el mundo.
Traducción. En inglés:
En estos tiempos en los que se confunde a un tibio socialdemócrata con coleta (o sin ella) con el comunismo, compensa preguntarse: Cual es la diferencia entre estas dos propuestas políticas?
Bien, la respuestas es compleja y no podemos abordarla a la ligera, pero es interesante estudiar , al menos, una de las diferencias: La posibilidad, o no, de reformar el estado burgués.
El estado moderno nace de las "cenizas" de la sociedad feudal con el objetivo de asegurar los intereses de la burguesía sobre el resto de clases y especialmente sobre la clase obrera. Aunque ahora esté más sofisticado y desarrollado, sigue teniendo, en esencia, la misma función
Esto se ve muy claramente en la historia de los mineros vascos y el nacimiento del movimiento obrero en Vizcaya Con la derrota carlista y la supresión de los fueros el "recién nacido" estado español regala la riqueza mineral vizcaína al capital extranjero.
Franceses, belgas e ingleses empiezan a explotar las minas de la zona de Vizcaya. Los artesanales mazos y ferrerías dan paso a los altos hornos, las líneas de ferrocarril conectan lugares renotos y las minas recién abiertas demandan cada vez más y más mano de obra.
Obreros venidos de toda Castilla eran hacinados en barriadas insalubres con jornadas de trabajo imposibles y en condiciones de semiesclavitud. Pequeños pueblos de la cuenca sin conexiones, servicios ni alcantarillado, experimentaron un crecimiento brutal.
Muchas veces las minas se abrian en lugares en los que no había nada, y la propia empresa levantaba los barracones y las cantinas que proveian a los trabajadores de alimentos.
Aprovechaban esta situación de monopolio para poner los precios por las nubes de tal forma que había ocasiones en las que los mineros no llegaban a cobrar ningún salario pues todo se lo "cobraba" la empresa en manutención y alojamiento.
Las condiciones de trabajo eran penosas y las de vida peores. El que no moría en la mina, moría en el barracon por una gripe cualquiera o una herida infectada. Lejos de su familia, sin posibilidad de volver al pueblo, malnutridos...
Estas condiciones miserables empujaron a los mineros a organizarse y luchar por sus derechos. Los primeros propagandistas socialistas a pesar de ser duramente perseguidos por el gobierno y la patronal consiguieron que hubiera un "centro obrero" en cada asentamiento minero.
Y así llegamos a las primeras huelgas generales en Vizcaya, protagonizadas por los mineros y apoyadas por los obreros fabriles del resto de la provincia. Para el que le interese aquí se explica ojs.ehu.eus/index.php/HC/article/download/19258/17360.
Los objetivos de la huelga eran muy modestos, entre otros: - Garantizar el pago semanal del salario - Permitir a los mineros comprar los alimentos donde quisieran y no solo en las cantinas de la empresa - Permitir el asociacionismo obrero (que estaba perseguido y prohibido).
La burguesía internacional no iba a permitir de ningún modo que la huelga triunfase, no solo por no ceder a las pretensiones de los mineros sino también para evitar que cundiera el ejemplo
Matones contratados por la patronal persiguieron y asesinaron a los obreros más combativos, amenazaron a las familias de los sindicalistas, intentaron dividir y sobornar a parte de la plantilla...
Viendo que todas estas guarradas fracasaban la patronal jugó una última carta, contratar campesinos castellanos para, al menos, aprovechar las utimas semanas de buen tiempo y mover el mineral que ya se había extraído para embarcarlo rumbo a Europa
Los pueblos de la cuenca se pusieron en pie de guerra, tras semanas de huelga no iban a permitir que unos esquiroles echaran por tierra sus reivindicaciones. El mismo día en que llegaron los esquiroles vinieron escoltados por el ejército español y la guardia civil.
A pesar de ello los mineros y sus familias lucharon a base de palos, piedras y dinamita; espantaron a los esquiroles y consiguieron que el gobierno enviase a un general para dialogar con la patronal que terminó por reconocer todas reivindicaciones de los huelguistas.
El ejercito, la policía y la burocracia del estado existen por y para defender los intereses de la patronal. El estado no es un árbitro neutral entre las clases, es una herramienta de la clase opresora para garantizar su poder y su sistema social.
Por esto mismo el estado es irreformable, no puedes utilizar un destornillador para clavar clavos
Llevábamos más de un año sin reunirnos, en "gran familia", eso es con tíos, primos y sus respectivos cónyuges e hijos, mi prima Carla parece que por fin ha encontrado el amor, fue durante el confinamiento y tampoco hemos querido preguntar mucho que cómo se conocieron. El tío parece simpático y buena gente pero habla muchísimo, de todo sabe y en un momento de la conversación sobre el Brexit, mete una patinada en geografía:
El novio de mi prima me mira un poco nervioso, toma aire y continúa diciendo
En ese momento saco el móvil, abro la aplicación de Google Maps y agrandando sobre la Isla de Irlanda le explico al novio de mi prima en un tono la mar de cordial, cómo está dividida Irlanda, donde está Escocia y ya de paso Inglaterra y Gales y lo que son los conceptos de Gran Bretaña y el Reino Unido. Mi interlocutor asiente ante mis explicaciones y dándome una palmada en el hombro me pregunta en tono jovial que dónde guardamos el hielo.
Y así son las discrepancias en la vida real, en el cara a cara ¿Cómo hubiera sido la situación anterior si hubiéramos interactuado como si estuviésemos en Menéame?
En ese momento nos damos cuenta de que el silencio reina a nuestro alrededor, mi prima, con cara de pocos amigos llama a su novio, uno de mis tíos me manda a ir con él a por hielo.
Bajando las escaleras, mi tío se para en seco y clavándome la mirada me dice:
Al entrar de nuevo en la terraza oigo la voz de mi prima diciéndole a su novio "que hay que ver, la primera vez que viene con la familia y se agarra a insultarse con un primo".
Los tonos, las conversaciones y las respuestas de Menéame son a menudo inadmisibles, inaceptables y causarían el rechazo frontal de cualquier grupo humano de más de 16 años de media. Sin embargo, en Internet se ha normalizado el comportarse como un niño chico resentido, el ir por la vida con actitudes a la defensiva, el preguntar, no para resolver dudas, sino para tratar de dejar en evidencia a nuestro interlocutor e incluso, el dar por hecho que cualquier pregunta que nos hagan obedece a este último objetivo, sea así o no.
Personalmente, reconozco que caigo mucho en esa actitud defensiva ante cualquier pregunta.
Menéame no es un sitio al uso en la en el universo hispanohablante de Internet, suele destacar por unos contenidos de calidad, comentarios sin faltas de ortografía (o no muchas que hagan sangrar los ojos), usuarios de nivel cultural por encima de la media.... Y se agradece; sin embargo, no es impermeable a las actitudes sociópatas de no respetar al interlocutor, de sentirse uno atacado por cosas que no son ataques y otras prácticas que generan mal ambiente, muy mal ambiente, cuando realmente no hay ninguna necesidad para ello.
Hace unos días, un usuario de esta página desarrollaba un artículo sobre la necesidad de mantener un Menéame en el que nos relacionemos ni más ni menos como nos relacionamos las personas en el mundo real: sin displicencias, sin presuponer mala intención en las palabras que oímos, con interés por encontrar respuestas, sin necesidad de "quedar por encima" de nuestro interlocutor y empleando las formas que la etiqueta social, la educación y el bienestar común exigen en cualquier encuentro entre personas.
El artículo parecía levantar tsunamis de consenso, aplausos, todo el mundo que tenga un mínimo de inteligencia emocional estará de acuerdo en que es mucho más enriquecedor, agradable y sano para el bienestar mental el relacionarse con educación y cordialidad, que es muy poco ético y nada edificante el tratar a los demás con displicencia, que una persona educada no insulta, o al menos si no ha pasado nada grave, como hierro fundido en la espalda, que cuando desconocemos algo y nos gustaría que nos lo aclarasen vamos con una actitud humilde...
Ni tres días hemos durado, esto sigue siendo el lodazal de pedantería de siempre, el interlocutor un sparring con el que descargar frustraciones de niño herido en su ego y la educación... La justita para evitar el strike.
Personalmente caigo en algunas de las actitudes negativas anteriormente descritas, pero me gustaría hacer un esfuerzo y usar la cordialidad que se tiene en cualquier conversación distendida y esto es algo que si hacemos todos o la mayoría, va a repercutir muy positivamente en la calidad de Menéame y, lo que es más importante, en nuestro bienestar. Vamos a seguir intentándolo.
Como hicimos anteriormente con la Edad Media ( www.meneame.net/story/musicos-largo-historia-edad-medieval), Renacimiento (www.meneame.net/story/musicos-largo-historia-ii-renacimiento), Barroco ( www.meneame.net/story/musicos-largo-historia-iii-barroco), Clasicismo ( www.meneame.net/story/musicos-largo-historia-iv-clasicismo), Romanticismo ( www.meneame.net/story/musicos-largo-historia-v-romanticismo ) el impresionismo ( www.meneame.net/m/Artículos/musicos-largo-historia-vi-impresionismo) el futurismo ( www.meneame.net/m/Artículos/musicos-largo-historia-vii-siglo-xx-prime) el primitivismo ( www.meneame.net/m/Artículos/musicos-largo-historia-viii-siglo-xx-2-pa) el microtonalismo ( www.meneame.net/m/Artículos/musicos-largo-historia-ix-siglo-xx-3-part) hoy abordaremos el jazz hasta mediados de los 50.
Para empezar con el contexto social del jazz debemos retroceder al s.XIX e irnos a los campos de algodón americanos. En ellos trabajaban bajo un régimen de esclavitud un gran número de afroamericanos. Para llevar un ritmo de trabajo coordinado, estos realizaban cantos llamado Work Shouts. Junto con los Shout (cantos religiosos), dieron lugar al Blues, donde la temática permitía al intérprete exponer sus penurias y fatalidades.
Aquí os dejo una pequeña muestra:
A finales del s.XIX aparece otro estilo musical: el Ragtime. Este estilo musical nació en Nueva Orleans y tenía como característica principal el uso del piano para realizar ritmos sincopados. Más adelante, en el mismo lugar parece la primera forma primigenia del jazz: el Dixieland. En este aparecieron las improvisaciones, se introdujo el piano y el saxofón como instrumentos en las bandas, agilización del tiempo y desarrollo de las melodías y armonías. Cabe destacar que la mayoría de bandas de Dixie eran de músicos blancos. Papa Jack Laine fue una de las figuras mas representativas de la época.
Original Dixieland Jazz Band
Una de las piezas mas conocidas del género Ragtime es The Entertainer de Scott Joplin de 1902:
Del Dixieland podemos encontrar a la Original Dixieland Jazz Band con Livery Stable Blues de 1917
En 1917 se cierra el barrio de Storyville en Nueva Orleans (lugar donde los músicos encontraban casi todos sus lugares para actuar), hecho que desencadenó una migración de estos. Muchos se desplazaron a Chicago por su agitada vida nocturna. Es allí donde, durante la época de los años 20, se empieza a dinamizar el estilo, se desarrolla impresionantemente la improvisación y se empiezan a mezclar músicos afroamericanos y blancos. Bix Deiderbecke es uno de los músicos blancos considerados pioneros en esta época.
Bix Deiderbecke
A continuación, encontraréis una pieza de Bix de 1927:
Llegados los años 30 aparece el Swing. El nombre del estilo realmente se refiere a la sensación rítmica o expansión del groove creado por los intérpretes, pero el nombre se popularizó a raíz de los agentes comerciales de Benny Goodman, al designarlo como Rey del Swing. Las bandas engrandecieron el número de intérpretes y se amplió en la improvisación.
Benny Goodman con algunos de los músicos de su Big Band
Uno de sus temas más emblemáticos fue el Sing Sing Sing de 1935:
Llegamos a los 40 y se llega al declive de las Big Band de Swing. Es durante ese momento que se empieza a gestar uno de los estilos mas característicos y que influenciará al jazz que está por venir: el Bebop. Dizzy Gillespie, Milt Hinton, Charlie Parker, Thelonious Monk y Kenny Clarcke se empiezan a reunir en 1941 para dar una serie de conciertos informales. En ellos se empieza a desarrollar lo que hoy conoceos como Bebop. Esta muestra las siguientes características:
· Individualización de la sección rítmica, con un resultado de aparente caotización, rompiendo la continuidad de pulsación propia del swing. Se trata de una clara influencia de los ritmos afrocubanos, en forma de falsa polirritmia. La pulsación básica se interioriza y los instrumentos rítmicos, como la batería, se independizan de ella y asumen papeles melódicos.
· Abandono total del fraseo hot y de la sonoridad vocal de los instrumentos, llevando más allá la búsqueda de sonidos afinados al estilo europeo, ya iniciada por el swing, con una estética nerviosa, cortante y fría. El fraseo, sobre todo en los primeros tiempos, es rápido, en corcheas y semicorcheas, usualmente con predominio de los registros agudos de los instrumentos.
· Utilización de tempos muy rápidos, incluso en las baladas, con frecuente utilización de figuras rítmicas antillanas.
· Predominio de los solos individuales, improvisados sobre partes corales, breves y estructuradas en forma de riffs. Esto supone un claro declive del concepto melódico propio del swing y su sustitución por un concepto armónico, desconocido hasta entonces en el jazz.
· Búsqueda consciente de una negritud, a veces forzada, en la elección de temas, ritmos y sonidos, cuando no en la propia filosofía
Dizzy Gillespie
Bebop de Charlie Parker, de 1946 es un gran ejemplo del estilo:
Llegado los 50 aparece el Cool Jazz. Miles Davis graba Birth of the Cool en 1948 (pero no se publica hasta 1954) que marcaría las pautas del genero Cool. Deriva del Bebop pero el estilo es más calmado y meditativo. Las características del género son muy difíciles de exponer más allá de lo expuesto, puesto que existieron numerosos intérpretes y cada uno de ellos ponía su sello personal a las composiciones.
Miles Davis
Jeru de Miles Davis ejemplifica las bases del estilo:
¿Y los músicos?
Para empezar, si hablamos de finales del siglo XIX y principios del XX hay que contar que los primeros músicos de jazz provenían de trabajar como esclavos en los campos de algodón, así que su vida era durísima, llena de pobreza y rechazo social. A pesar de que la esclavitud se abolió, se empezaron a redactar leyes estatales que fomentaban el segregacionismo (Leyes Jim Crow) no solucionaron el problema racial que se desencadenó. Ello suscitó que se creasen guetos y abocó a la pobrezaa casi todos los músicos de jazz.
Entrados a primeros de siglo XX eso no mejoró con los años. Cada vez mas leyes segregacionistas se aprobaban e impedía aún más la vida social de los afroamericanos: se les prohibía usar servicios destinados solo a personas blancas, su sueldo era menor a las personas blancas, eran perseguidos y asesinados por asociaciones racistas como el Ku Kux Klan y su estatus social era poco menos que marginal.
A mediados de los años 30 personajes como Duke Ellington consiguieron romper esas barreras con su popularidad y le permitieron actuar en espacios donde una persona afroamericana no tenía permitido actuar. Como él mismo dijo:
Puedes decir lo que quieras en el trombón, pero tienes que tener cuidado con las palabras. New Yorker 1944
Duke Ellington al piano
Muchos músicos de jazz tomaban drogas; heroína, marihuana, cocaína, morfina, etc. Eso conllevó que muchos de estos sufrieran adicciones que acabaran de una forma u otra con su vida, se a de forma directa (como Bix Beiderbecke a causa de su alcoholismo) o indirecta (como el caso de Charlie Parker de una neumonía derivada de su abuso de la heroína).
Junto a la segregación racial y las adicciones podemos concluir que la vida de los músicos de jazz no fue nada fácil, a pesar de que algunos de ellos consiguieron cierta popularidad y evitar el rechazo social y en algunos casos, las drogas.
Y hasta aquí este breve resumen del jazz hasta mediados de siglo. Espero que hayáis disfrutado y que sea de vuestro agrado, recordándoos que me dejo mil y una cosas en el tintero.
El Tribunal Constitucional ha declarado ilegal el confinamiento domiciliario incluido en el primer estado de alarma de marzo de 2020. El fallo se basa en que "la restricción de derechos fue de altísima intensidad" conllevando, de hecho, a su suspensión, lo cual "excede lo que la ley orgánica permite" para los estados de alarma, que es solo una "limitación" de derechos y no su suspensión.
Todo parecía indicar que el elemento que la Ley Orgánica 4/1981, de 1 de junio, de los estados de alarma, excepción y sitio propone para una crisis sanitaria como la que se tuvo que afrontar en la primavera de 2020 es el estado de alarma:
Artículo 4 (L.O. de los estados de alarma, excepción y sitio)
El Gobierno, en uso de las facultades que le otorga el artículo ciento dieciséis, dos, de la Constitución podrá declarar el estado de alarma, en todo o parte del territorio nacional, cuando se produzca alguna de las siguientes alteraciones graves de la normalidad.
a) Catástrofes, calamidades o desgracias públicas, tales como terremotos, inundaciones, incendios urbanos y forestales o accidentes de gran magnitud.
b) Crisis sanitarias, tales como epidemias y situaciones de contaminación graves.
Artículo 11 (L.O. de los estados de alarma, excepción y sitio)
Con independencia de lo dispuesto en el artículo anterior, el decreto de declaración del estado de alarma, o los sucesivos que durante su vigencia se dicten, podrán acordar las medidas siguientes:
a) Limitar la circulación o permanencia de personas o vehículos en horas y lugares determinados, o condicionarlas al cumplimiento de ciertos requisitos.
Pero el alto tribunal interpreta que la limitación de la circulación fue tal, que más que limitar anulaba el derecho reconocido en el artículo 19 de la Constitución.
Artículo 19 (Constitución)
Los españoles tienen derecho a elegir libremente su residencia y a circular por el territorio nacional.
Asimismo, tienen derecho a entrar y salir libremente de España en los términos que la ley establezca. Este derecho no podrá ser limitado por motivos políticos o ideológicos.
Y es que la propia Constitución reserva a los estados de excepción y de sitio la posibilidad de suspender este y otros derechos:
Artículo 55 (Constitución)
1. Los derechos reconocidos en los artículos 17, 18, apartados 2 y 3, artículos 19, 20, apartados 1, a) y d), y 5, artículos 21, 28, apartado 2, y artículo 37, apartado 2, podrán ser suspendidos cuando se acuerde la declaración del estado de excepción o de sitio en los términos previstos en la Constitución. Se exceptúa de lo establecido anteriormente el apartado 3 del artículo 17 para el supuesto de declaración de estado de excepción.
El meollo de la sentencia es por tanto dirimir si el derecho de libre circulación fue limitado o suspendido. Sin entrar a lo acertado o no del criterio finalmente esgrimido por la sentencia (el derecho a la libre circulación fue suspendido) ¿la ley de pandemias propuesta por el PP resolvería la cuestión en otro caso similar?
Evidentemente NO. Si el TC entiende, en base al artículo 55 de la constitución que los únicos instrumentos para suspender el derecho de libre circulación son los estados de excepción o de sitio, la hipotética ley de pandemias no podría proponer dicha suspensión de derechos fundamentales, pues sería inconstitucional.
Por tanto, mediante una ley de pandemias no se podría suspender el derecho a la libe circulación (posiblemente sí limitar), y no serviría para adoptar medidas como las que se tomaron en marzo de 2020 (medidas que el propio TC consideró necesarias).
Así que animo a los políticos de uno y otro lado a hacer planteamientos más realistas y eficaces, en lugar de hacer propuestas para la galería.
Rescato este artículo del blog donde colaboraba hace tiempo, "Crisis Creativa". Creo que aún es actual y que se puede aprovechar:
Parafraseando a una PELÍCULA (así, en mayúsculas) muy famosa del cine, quiero jugar en esta sección con escoger tres canciones, grupos o estilos y compararlos; o simplemente incluirlos dentro de una misma categoría o ranking de tres. El objetivo es explicar del porqué merecen tal apelativo, donde “Fea” y “Mala” no tiene el porqué significar precisamente algo mal, pues en la película los tres personajes molan por igual. Es sólo para indicar sus circunstancias acordes, que siempre variarán. Pero, no nos engañemos, el personaje que más mola de la peli es El Malo (Lee Van Cleef se come en actuación hasta a Eastwood), es por su culpa que esto resultará al final en una especie de calificación “de peor a mejor”, pero con sumo respeto a las tres.
Y con esta premisa, comenzamos con las que son, para mí, las mejores canciones rock que se han parido. ¡Igor, dale al play!
– La Buena:
Stairway to Heaven
Estaba claro que tenía que ir aquí, y no sólo porque “cielo” esté en su nombre, también es de las más conocidas, considerada un clásico absoluto en todo tipo de listas y rankings. A más de uno oirás decir “Aquí está la buena” conforme empiece a sonar el de sobra conocido arpegio de guitarra que la inicia (todo sea dicho de paso, de las mejores combinaciones de arpegios sucediéndose que se pueden escuchar). En todo lo alto merece estar con las bendiciones que ello supone; o maldiciones, pues estar ahí también atrae un odio de grupos selectos.
Según la banda, el tema fue tocado en su primera vez con cierto miedo, pues se pensaba que iba a ser un fracaso o iba a quedar extraña entre las demás del repertorio. Una vez más, equivocarse fue bueno, donde imagino que ni la banda comprendió bien el porqué de su éxito inmediato, y más tratándose de una canción poco comercial por sus cambios o duración (aunque en aquella época setentera poco importaba eso).
Otro de los encantos del tema es dónde fue grabado para el disco, notándose en todo “Led Zeppelin IV” el ambiente o eco constante de la casa abandonada donde al grupo le dio por ahí para grabar y preparar su nuevo disco. A mi mente viene un gris constante bastante agradable siempre que escucho este álbum.
Sin embargo reconozco que soy de los que le costó pillar el punto a este tema, y mira que me gustan las canciones largas. Supongo que hasta que no la interpreté con mi banda de versiones no supe lo que me perdía: el jodido cielo, macho.
Es una canción perfecta por el hecho de la mezcla, del crescendo que va tomando y formando sin prisas hasta llevarte a la detonación y a ese solo de guitarra que, más que bien ejecutado, está muy bien compuesto, nota a nota, y eso que algo me dice que quizá fue una de esas improvisaciones de una entre mil. El detalle de las notas deslizadas que lo finalizan queda como algo redondo que emociona y da la entrada al cebollazo donde se desahoga el cantante, Robert Plant, junto al resto de la banda.
La canción se toma su tiempo, todo en un mismo tempo, sin prisas y realmente efectivo. Demuestra que en una sencillez se puede formar un gusto exquisito a la altura de cualquier expectativa. Y todo para contar una bella historia que ve su justicia con pasajes muy acordes y expresivos.
Poco hay que decir de los Led Zeppelin, uno de esos grupos donde cada miembro era oro, una de esas de entre diez mil para lograr juntar una formación como aquella; varios talentos en un mismo punto. Curiosamente solían ser muy técnicos y rítmicos, resultando al final una de sus canciones más sencillas de ejecutar (en comparación a las otras) la que se elevó y se convirtió en su clásico absoluto.
Aun así, de las tres canciones es mi menos favorita, no quitando el hecho de ser de mis temas más escuchados y respetados como melómano.
– La Fea:
A Day in the Life
Raro es que no haya una de Pink Floyd por aquí, pero si no es blanco, es negro, surgiendo la otra cara: The Beatles.
De estos señores ya no hay nada más que decir, pero sí de este tema que se ha ganado con mucho cariño el mote. Y es que era muy rara en su día, y sigue siendo rara hoy, pero eso no impide disfrutarla como un enano. Aunque... si Stairway to Heaven me costó pillarla, no veas esta.
Con una simpática y tranquila guitarra empieza el asunto, haciéndonos creer escuchar una sencilla canción más de los escarabajillos. Lennon se pone meloso, para variar, y Ringo realiza una de las baterías más extrañas de interpretar, donde seguro ni él mismo sabe qué hizo. Sigue el meollo, sigue, el piano, que guay y la sinfónica, mola... eh, ¿qué es esto? Madre, sácame de aquí, dios... ¡quita bicho! Paaara ¡Bum! ¡Despierta! Y sin apenas asimilar, estamos en otra canción con Paul a la voz, con ese estilo de canción de vieja que tanto le gusta. Te pone las pilas, te levantas, avanzas, donde sea, pero muévete. Y es entonces que entra de nuevo la sinfónica, pero con una melodía con sentido, una de las mejores melodías para escuchar, redondeando y elevando más aún el asunto, el retorno de Lennon con un coro que ningún grupo tributo a podido igualar. Sencillamente ─perdonadme la ñoñez─ precioso.
Es imposible ubicarse en 1967 para imaginar la primera escucha de una canción como esta. Debido a la mentalidad y costumbre a otras músicas que tenemos hoy día, es imposible empatizar con una persona que escuchó por primera vez esto como epílogo al disco del Stg. Pepper. Era evolución, era algo nuevo en el verdadero sentido de la palabra. Los pu*** Beatles, tan comerciales ellos, habían innovado otra vez con un experimento en el estudio que a nadie se le había ocurrido. Quizás pensáis que exagero, pero en mil sitios se habla de lo que supuso este tema, colocándola como una de las mejores canciones posibles de la música moderna. Por mi parte ya digo que me costó pillarle el hilo, pero una vez que logras mirar bajo la falda...
– La Mala:
Child in Time
El tema. Así de simple. El tema. Incluso rula una leyenda urbana de un tipo que se metió un tiro con una pistola debido al éxtasis que le supuso presenciarla en directo. Cierto o no, yo lo habría hecho de poder haber ido a uno de sus conciertos hace 40-50 años. Esto es como el vino, sin duda.
Deep Purple tiene decenas, literalmente, de singles de lo mejorcito en Rock, donde el más conocido sabe tocarlo todo el mundo en la guitarra (Su riff, que no su solo). Pero hay una canción que aún me pregunto porque no está sonando de fija en todo antro de Rock/Metal que se precie.
Y es que Child in Time no deja indiferente a nadie, y es normal, con esos gritos desbocados y los solos absolutos de guitarra y locura de teclado por parte de Blackmore y Lord. Ya con las notas que comienza (Sol, Sol, La... sencillas y repetidas, muy efectivas) pone los pelos de punta gracias al ambiente que se crea, lo cual va ascendiendo poco a poco hasta que, en un plan similar pero muy diferente a Stairway to Heaven, estalla en sonido y emoción. Si no era suficiente, la emoción se mantiene para incrementarse aún más gracias al citado solo apoyado por un ritmo constante culpable del enganche que ya no te deja bajar. La guitarra encuentra el punto medio entre técnica y emoción, ese imposible que ha creado tanta discusión por culpa de infinidad de “músicos atleta” que van más a la velocidad que a la expresión.
Al terminar, todo se tranquiliza dejando al cuerpo desahogado y vacío por el clímax sucedido. Pero aquí no termina el asunto, pues un teclado magistral anuncia que todo se vuelve a elevar como al principio para estallar con un final que no olvidaremos.
En resumen, queda como La Mala por infravalorada, olvidada, superada por Smoke on the Water en cuanto a escuchas y por no ser ya ni posible tocarla en directo por parte de los Deep Purple actuales. Puede que así sea mejor, quedando un recuerdo muy bueno de lo que supuso este tema, demostrándolo el súper directo Made in Japan que tuvo el honor de inmortalizarla como segundo tema de introducción a esa pasada de disco que resume muy bien la grandeza del Rock.
Y esto ha sido la inauguración de la sección, donde os invito a comentar esas canciones que todos tenemos. Lo que más importa son los temas seleccionados y su motivo, por lo que siento si las descripciones han sido algo pasionales, pero... de eso trata un gran tema ¿no?
Postdata: Curioso que no incluyera Bohemian Rhapsody como "La Otra" o algo similar. ¿La olvidé adrede? A saber.
Post-postdata: Si queréis otros cebollazo molón de larga duración, buscad el Echoes de Pink Floyd. Ningún artículo musical sin referenciarlos.
Está claro que no hay que creerse la propaganda yanki, ya sabemos de sus malas prácticas. Pero el calado que tiene en Menéame la propaganda prorusa es para hacérselo mirar.
Meneos como este son para enmarcarlos por la vergüenza ajena que dan:
www.meneame.net/story/cancilleria-rusa-pide-medios-reino-unido-ee-uu-a
Saquen sus palillos y que empiece la fiesta!
Me veo abocado a digerir, por enésima vez, el fracaso de una campaña, condenada por el diagnóstico de un cliente que nada, absolutamente nada, sabe de marketing, ni diseño. En este caso, un alto puesto político, incompetente y obtuso que, acompañado por un número tan indeterminado como inexplicable de personas, ha mostrado una alarmante incapacidad de entender una serie de mensajes que no iban destinados en modo alguno a un público de su edad.
Ipso facto me ha llegado el recuerdo de aquella anécdota que contaba Fernando Fernán Gómez en la introducción de sus memorias, "El tiempo amarillo", cuando fue a presentar su película al ya socialista ministerio de Cultura, en la búsqueda de apoyo económico y esta fue visionada hasta por la recepcionista, para posteriormente ser rechazada.
Este fracaso subvencional, uno de tantos, sentó especialmente mal a Fernán Gómez, que descubrió, de golpe, que no debíamos atribuir al franquismo, algo que es intrínseco a lo español. Nunca hemos respetado el trabajo creativo, porque nunca hemos creído en el poder de la creatividad y menos del arte, y por eso somos y seremos lo que siempre hemos sido: un país que es incapaz de ser pionero en algo y que solo descubre el brillo de lo rupturista cuando lo ve ya, pasado de moda, en obras, artilugios o labios de esos países que envidia (odia, aquí es lo mismo) todo españolete.
Más de una vez y más de cinco, he presentado a clientes campañas que han sido rechazadas debido a su cariz, digámoslo así, "atrevido". Años después ese mismo cliente te contaba que había visto tal y cual campaña en Barcelona o Nueva York, campaña que seguía los mismos canones que lo que le presentaste en el pasado, para acto seguido preguntarte por qué nunca le presentabas cosas así. Naturalmente eso que rechazó y que ahora le gustaba, ya estaba más pasado que la lambada y tú tenías que morderte los labios para no mandarlo a la mierda después de cagarle en su mesa un buen ñordo maloliente.
Es agotador. Vivir rodeado de tantos vanidosos, de esa falta de madurez y de honestidad ética y laboral, de esa presunción de que por ser concejal, consejero o dueño de una empresa puedes verter palabras que van siempre a misa sobre cualquier decisión independientemente que no estés ni remotamente cerca de tener ni putísima idea sobre aquello sobre lo que pontificas. Y lo que es peor, pensar que en muchos casos, nuestras vidas y nuestro futuro está en sus manos. Y que esto no solo pasa en mi sector, sino que ocurre, prácticamente, en la totalidad de los procesos económicos y administrativos de este insufrible país.
Ante tanta mediocridad y falta de respeto, estoy generalmente vetado para las reuniones con organismos oficiales. Mis jefes rara vez me llevan, supongo que porque temen que me dé por anteponer el escaso respeto que siento por mi profesión al escasísimo respeto que siento por la clase política y empresarial de este país. Pero si se da la ocasión, voy a hacerme una camiseta para llevarla en mi reencuentro con alguna de esas turbas de semisubnormales, con un eslogan en el que pueda leerse claramente: “ESPAÑA, UN MILENIO A LA VANGUARDIA DE LA RETAGUARDIA”.
Cuando mi madre murió maldije mi inteligencia que me impedía creer en ninguno de esos relatos religiosos que me hubieran podido dar la esperanza de volver a verla, así que decidí crear el mio. Un relato escrito desde una mente atea y científica que me diera una posibilidad de poder volver a verla, de poder volver abrazarla. Cuando me puse a ello me di cuenta de que esa posibilidad no era tan pequeña y que probablemente todos seremos resucitados… o casi todos.
Cuando María llegó al mundo yo tenía cincuenta y tres años. En su momento tuve remordimientos: tener una hija siendo tan mayor, con una esperanza de vida de apenas ochenta años… No sé, me parecía que la estaba condenando a perder a su padre demasiado joven, pero cuando cumplió los cuarenta yo todavía estaba ahí. Tenía noventa y tres años y en la fiesta estaban también mis tres nietos, Jorge con catorce, Andrea con doce y David con diez. Hoy a los pies de mi cama están todos, incluyendo Lidia, la hija de David, una mujercita preciosa de dieciséis años. Raúl, el hijo de Jorge, no ha podido estar aquí, pero aunque hubiera llegado a tiempo tampoco sería una familia muy grande para alguien que ha vivido ciento veinticuatro años.
Sé que afuera una multitud espera mi muerte con lágrimas en los ojos. La verdad es que me hace ilusión. Después de veinte años sin escribir un solo libro pensé que se habrían olvidado de mí. Aunque de cierta manera es lógico, no deja de ser extraño que alguien famoso se convierta en el hombre más viejo del que se tiene constancia. Pero bueno, al final por mucho que intentes alargarlo, la muerte siempre gana.
En mi cara se dibuja una mueca de dolor y, como si de una señal se tratara, la enfermera que observa todo desde la puerta se pone en marcha. Se acerca a mí con una bandeja. En ella solo hay una jeringuilla. María empieza un gesto para detenerla, pero con una esforzada sonrisa la detengo. Lidia da un paso apartando a su padre y se sienta a un costado de la cama para agarrar mi mano entre sollozos. Andrea, su madre, se mete el puño en la boca y sale de la habitación apresuradamente.
Sonrío en mi mente, ya no tengo fuerzas para hacerlo con mi rostro. Ella siempre fue vulnerable a las emociones demasiado fuertes. Los chicos aguantan el tipo, pero sus ojos húmedos y sus puños apretados los delatan. La enfermera inyecta algo en el vial con los ojos llorosos. Es una chica muy cariñosa y con un sentido del humor muy particular. Lo sé porque lleva tres meses cuidándome en el turno de la mañana y nos hemos cogido cariño. Me ha dicho que los otros están en el pasillo y sí, hace un rato me ha parecido ver al grandullón de Jasón asomándose por el marco de la puerta.
El líquido ya debe estar entrando en mi torrente sanguíneo. Debo elegir con cuidado mis últimos pensamientos porque ya no habrá más. Sin duda se los dedico a todos los que he amado. Recuerdo a mi abuela llorando preocupada cuando, con catorce años, llegaba a las tantas a casa. Recuerdo a mi madre exultante de felicidad mientras me sostenía en brazos cuando era pequeño. Por mi edad, seguro que es un recuerdo extraído de alguna fotografía más que de la vida real, pero me da igual, para mí es absolutamente verdadero. Mis amigos, mis amores, cada uno con su momento, cada uno con esa arcada de llanto que logras dominar... van pasando uno a uno por mis últimos instantes. Todos están muertos. Es lo que tiene ser el hombre más viejo del mundo.
Ya no puedo mantener mis párpados levantados. Es una sensación agradable de somnolencia. Mi conciencia se diluye y se funde poco a poco en la nada. Esa nada de la que surgió hace ciento veinticuatro años... cierro los ojos, esta vez para siempre. Apagada la vista, un coro de llantos que se atenúa lentamente me despide. Hasta el silencio absoluto. Hasta la oscuridad absoluta. Hasta el vacío de sentidos. No hay tacto. No hay peso, ni sabor ni aire circulando por mis bronquios... pero yo sigo aquí. Solo he tenido la sensación de desvanecerme por un microsegundo. Pero sigo aquí, estoy seguro.
Y, como si llevara mucho tiempo bajo el agua, siento ansia por respirar. Siento mi boca abrirse y el aire entrar por mis pulmones con una fuerza arrolladora. Siento mi pecho hincharse como hacía años no lo sentía. Siento que puedo abrir los ojos, pero no me atrevo. Antes examino todo mi cuerpo. Sé en qué posición están mis brazos y piernas. Sé dónde está arriba y abajo. Noto que estoy recostado y que el colchón donde estoy tumbado es más duro que antes, y que ninguna sábana... ni ropa cubre mi cuerpo. Finalmente me atrevo a abrir los ojos.
Aunque no es exactamente igual, reconozco la bahía que me ha visto crecer. Estoy en Masnou, en un espacio que da a la playa. Debe estar atardeciendo, y el mar está tranquilo. Miro mi mano, un manojo de huesos enfundados en una piel de papiro viejo, arrugado y lleno de manchas que cuelga de un bracito con apenas algo de carne.
—Hola —dice alguien a mi izquierda—. ¿Eres Vicens Jordana?
—Sí —articulo sin dificultad. Hacía una semana que no era capaz de decir nada y antes de eso me cuesta recordar cuándo fue la última vez que hablé sin tener que esforzarme.
La mujer que me ha saludado salta de la silla como un fanático del fútbol ante un gol en el último minuto. Alguien viene por detrás y la abraza llorando. Los dos saltan y yo no entiendo nada.
—Lo hemos conseguido, lo hemos conseguido —repiten y repiten en una lengua que no entiendo mientras lloran y saltan.
En ese momento yo estaba muy desorientado. Pero lo habría estado aun más si hubiera visto las imágenes que he visto ahora. Billones de personas de todas las razas se agolparon en las plazas de todos los planetas habitados de la galaxia para asistir a ese momento. Algunos me miraban en un pequeño holograma que se fraguaba ante sus ojos, otros preferían renunciar a esa calidad en pro de la colectividad para prestar atención a las diferentes versiones de mí que se proyectaban sobre las plazas. Pero cuando ese viejo de las imágenes respondió que sí ante la pregunta: “¿Eres Vicens Jordana?”, todos explotaron en júbilo. Se abrazaron saltando y llorando. Destaparon botellas de los licores más diversos y se dispusieron a celebrar toda la noche el que, de forma unánime, se había declarado el logro más importante de la humanidad desde que unos monos en un rincón de África empezaron a contarse historias. La humanidad, por fin, había derrotado a la muerte.
Pero en ese momento yo no sabía nada de eso y solo miraba anonadado a mi alrededor. Estaba en el salón de casa de mis padres, pero todavía decorado como cuando ellos estaban vivos. Mi cuerpo se recostaba en una cómoda butaca que miraba hacia los gigantescos ventanales. Aunque la bahía con Barcelona al fondo era inconfundible, también era muy diferente a como era hace apenas unos meses, antes de que me ingresaran en el hospital. La vía del tren y la carretera habían desaparecido. Tampoco veía el puerto, y el skyline de Barcelona era muy diferente.
A mi derecha los dos desconocidos seguían celebrando lo que fuera que estuvieran celebrando. Ella se puso a hablar mirando a un punto determinado del espacio en un idioma que no entendía. Yo no comprendía nada, debería estar muerto, pero estaba claro que no lo estaba. Tampoco podía deducir que en mi momento final hubieran encontrado la manera de alargarme la vida, aunque se parecía mucho, ese no era mi mundo. No solo era la línea costera o el skyline lo que había cambiado, no había barcos ni gente en la playa y unas aves enormes surcaban los cielos en bandadas. ¡Joder! Es que eran pterosaurios. ¿Será que al final sí existe el cielo y resulta ser un lugar mucho más surrealista de lo que jamás ningún gurú pudo imaginar?
Me giré hacia el hombre y pregunté:
—¿Dónde estoy? ¿Estoy vivo?
—Estás en la Tierra; y sí, estás vivo —me puso una mano sobre el antebrazo con cariño y prosiguió—. No te apresures queriendo entender, con cuidado te lo iremos explicando todo, si eres el Vicens que hemos conocido no te costará comprenderlo y aceptarlo.
Levanté mi brazo esquelético y lo moví por delante de mi rostro. Me sentía cansado, pero no sentí ni una pizca de dolor. Mi capacidad para hablar sin esfuerzo y moverme sin que me doliera ya era de por sí extraña y, pese a lo irreal que parecía todo, era indudable que yo pensaba, yo hablaba y me movía. ¡Yo existía! Así que decidí darle una oportunidad a ese misterio.
—¿Y no me puedes dar una pista? Prometo no desmayarme ni ponerme a gritar.
El hombre soltó una pequeña carcajadita y dijo:
—Indudablemente eres tú. A ver, ¿cómo lo resumo? Llevas muerto más de diez mil años y has sido resucitado con éxito. Eres el primero, detrás de ti vendrán todos los demás. Al menos quienes lo merezcan.
—¿Como en mi libro?
—No exactamente, pero casi. Tú popularizaste el concepto. Esa fue una época muy peligrosa, sobre todo los doscientos años siguientes a tu muerte. La humanidad estuvo al borde de desaparecer y son muchos los que creen que, si no hubiera sido por la esperanza que le diste a la gente, nunca se hubiera superado esa etapa.
—Pero yo solo escribí un pequeño relato de ciencia ficción...
El hombre rio.
—Ja, ja, la historia se ha movido siempre a caballo de relatos que alguien escribió.
Han pasado dos años desde ese día y ya entiendo bastante bien todo lo sucedido. Estoy un poco nervioso, en un rato van a resucitar a mi madre. Ella murió mientras dormía así que va a ser un poco chocante despertarse en este mundo. En ese momento yo tenía cincuenta años, así que creo que de entrada no le diré que el viejo que la acompaña es su hijo. Pero como queda un poco de tiempo voy a aprovechar para contaros un poco todo lo que he averiguado hasta ahora.
Estamos en el año 12 348 después de Cristo; y sí, pese a que ahora sabemos con seguridad que ese Cristo del que nos hablaron nunca existió, seguimos contando los años igual por pura tradición. En los últimos dos años se han resucitado en la Tierra a veintidós personas. No son muchas, el sistema todavía se está puliendo, pero el plan es resucitarlas a todas, bueno, a casi todas. Hay gente en la historia a la que nadie quiere resucitada. Pero mejor empiezo por el principio.
Julio de 2021. Ya en los suburbios de la pandemia de covid-19 que asoló el mundo por esa época. Una llamada de madrugada, una carrera al hospital, nervios, miedo y, al final, muerte. Nada por lo que no hayan pasado millones antes que yo, pero no por eso menos duro. Mi madre se había ido y yo maldecía mi inteligencia que me impedía creer en ninguno de esos relatos absurdos llenos de incongruencias y agujeros de guion a los que llaman religiones y que dan esperanza a la gente en una vida después de la muerte.
Pese a haberme criado en colegios de curas siempre fui ateo. Me siento cómodo navegando en un mar de dudas y normalmente no tengo la necesidad de una instancia superior a la que implorar ayuda en momentos duros. La existencia de dios siempre me pareció irrelevante, si hubiera un dios creador Mínimamente justo ahí arriba nunca podría juzgarme por ser de la manera en la que me ha creado. Pero la muerte siempre fue una espinita clavada en mi corazón.
Me encanta la vida y aun siendo el hombre más viejo de mi tiempo seguía pareciéndome extremadamente corta. El dolor que me producía la muerte de la gente querida era muy grande. Mientras caminaba arriba y abajo de la habitación donde mi madre lentamente se apagaba, pensaba que debía haber un relato coherente que me diera la esperanza de volverla a ver.
Pensé en que lo mismo que sentía yo ese momento lo debía sentir cada ser humano con un mínimo de corazón, al menos unas cuantas veces a lo largo de su vida. La muerte al fin y al cabo siempre fue el gran enemigo a batir. Esa guerra en la que superamos batalla tras batalla y victoria tras victoria al final perdemos. Todos. Siempre.
Necesitaba un relato diferente, algo que me pudiera creer y que me diera una esperanza en la vida eterna. Tenía que construir una historia creíble que me abriera la posibilidad de volver a ver a mi madre y a todas esas personas que he amado y se han ido, o se irán. La esperanza de ser eterno, de vivir hasta cansarme.
Debía ser creíble y, para ser creíble, debía ser posible. Y entonces me di cuenta de que todo estaba ahí. Al contrario de las gentes de otras épocas que nacieron y murieron en un mundo muy parecido, a mí y a mis contemporáneos nos pasó lo contrario. A mis cincuenta años, edad en la que escribí el libro, ya el mundo no se parecía en nada al de mi infancia. Eso me daba una sensación de vivir en un mundo en progreso constante que, al igual que en el mundo de la Reina Roja de Alicia en el país de las maravillas, tenías que correr para quedarte en el mismo sitio.
Éramos una civilización con ínfulas de hiperevolucionada. Mirábamos orgullosos a esos hombres y mujeres de hace apenas un par de siglos y nos sentíamos la hostia solo porque podíamos surcar los cielos en un avión o conectarnos a un streaming japonés a través de nuestro portátil. Estábamos tan orgullosos que no nos dábamos cuenta de que en términos de civilización éramos en realidad un niño de dos años que se siente muy mayor al mirar a esos bebés de meses que apenas gatean.
Nuestra civilización estaba en pañales. Pese a que los humanos llevaban más de cincuenta mil años sobre la Tierra, la era de la ciencia apenas contaba con cinco siglos de vida. Esa era científica había hecho que en menos de quinientos años pasáramos de ver las lunas de Júpiter a través de un telescopio a posar sondas en ellas. Si habíamos recorrido todo ese camino en tan poco tiempo, ¿cómo sería el mundo dentro de medio milenio más? ¿Y en mil años más? ¿Y en diez mil años más?
Si cogiéramos una línea recta que partiera del renacimiento, pasara por el aterrizaje de las primeras sondas en marte y la proyectáramos hacia el futuro, el progreso sería brutal, pero la experiencia hasta ahora nos ha demostrado que el crecimiento suele ser exponencial. En ese momento tenía claro que si no nos aniquilábamos a nosotros mismos, los humanos llegaríamos a conquistar todo el conocimiento conquistable. En algún momento llegaríamos a la omnisciencia.
En ese camino hacia la omnisciencia habría algunos hitos por los que pasaríamos irremediablemente, siempre y cuando, repito, no nos autoextinguiéramos. Todo el avance de la humanidad sucede principalmente en dos campos: comunicación y, sobretodo, salud. Lo demás es decoración. A quien crea lo contrario le bastará con un buen dolor de muelas para que cambie de opinión.
Ya cuando era joven se hablaba de que la ciencia estaba a punto de parar el envejecimiento y convertirnos en seres amortales, es decir, que no moriríamos de forma natural. Pero cuando morí con 124 años esa utopía parecía tan lejana como la primera vez que oí hablar de ella a finales del siglo XX. La cosa no iría tan deprisa como me hubiera gustado, pero era indudable que ese hito iba a superarse en los próximos quinientos años.
Pese a ser amortales, de vez en cuando moriría alguien. En un mundo amortal la muerte se viviría como la más grande de las tragedias. El siguiente gran hito, por tanto, sería resucitar a los muertos. Obviamente esto sería mucho más difícil de conseguir. No sería una cuestión de siglos, sino de milenios. Si no nos autoextinguiéramos o nos extinguiera otra raza que evolucionara antes que nosotros, ese hito, por cojones, tendría que llegar.
Unos años antes, para Historias de Lantana escribí sobre una religión llamada homodeuxismo. Sus feligreses creían que los humanos crecerían y se extenderían por el universo formando una red de comunicación e inteligencia tan vasta que un día cobraría consciencia de sí misma. Esa inteligencia se daría cuenta de que el universo en el que existía no era posible sin la intervención de una voluntad, viajaría en el tiempo hasta el principio del universo y haría lo necesario para que exista un universo donde la humanidad nazca, se expanda y culmine dándose a luz a sí misma.
Con todo esto me senté a escribir un relato en el que, conmigo como protagonista, exploraba un futuro en el que todos los humanos eran resucitados. Hay que decir que en su momento no tuvo mucho éxito. Tampoco acerté demasiado en el transcurso de las cosas ni en la forma. En mi disculpa reivindico que los escritores de ciencia ficción no somos futurólogos. Nuestra misión no es predecir el futuro, y cuando lo hacemos es pura casualidad. Nosotros exploramos las posibilidades científicas y tecnológicas, no solo en el futuro sino en el pasado o en otras distopías. No elegimos una u otra porque nos parezca más probable. Nuestro objetivo es explorar el alma humana en otras realidades que estén dentro de lo científicamente posible y, sobre todo, escribir una buena historia. Y sí, haciendo esto a veces aciertas cositas.
En mi caso acerté en que, una vez que la humanidad superara la vejez y la muerte, la resurrección se convertiría en el gran objetivo. En todo lo demás fallé. Ni se me hubiera pasado por la cabeza que Yang Lu, cincuenta años después de mi muerte, con una túnica amarillo pálido se sentaría en una granja a las afueras de Yzaj en Uzbekistán, encendería su streaming y, con mi pequeño libro en una mano, formularía su famosa pregunta: ¿A quién resucitaremos primero y a quién no? He aquí lo que hemos de decidir.
Esa primera emisión fue seguida por veintidós personas, pero años más tarde muy poca gente en el mundo no la había visto. Yang Lu creía que no debíamos dejar que esa decisión fuera tomada en el futuro con criterios del futuro, sino que debía ser tomada con criterios actuales. Según su creencia los preceptos morales de una época eran el resultado de toda una línea de tiempo y que, así como nosotros juzgamos el mundo influidos por nuestros pasados religiosos que no habían entrado en contradicción con la actualidad, el futuro lo haría basado en los preceptos que nosotros decidiéramos. Si elaborábamos hoy unos criterios de selección que se ajustaran al mundo por venir, serían respetados por nuestros descendientes.
Yang Lu usaba muchas frases de mi libro y adoptaba totalmente mi tesis de que la futura resurrección era un hecho inevitable siempre y cuando la humanidad siguiera existiendo y evolucionando. La verdad es que, pese a que en su momento me tomé muy en serio esta hipótesis, luego prácticamente me olvidé de ella y solo la recuperé durante un tiempo cada vez que se moría alguien cercano. Con la edad fui dándole menos importancia, hasta tal punto que cuando yo mismo me apagué ni siquiera pensé en ello.
Pero para Lu no fue una simple hipótesis. Ella no creía que la humanidad fuera una hoja bajando por un torrente un día de lluvia. Decía que nosotros éramos los dueños de nuestro destino y que el futuro se desarrollaría en función de las acciones que tomáramos en nuestro tiempo. No valía sentarse a esperar una futura resurrección. Que esta fuera posible o no, aunque fuera dentro de miles de años, iba a depender de lo que hiciéramos hoy.
Y cuando la resurrección llegara, quienes habían hecho más para hacerla posible serían los primeros en resucitar. Por contra, quienes hubieran ido contra el progreso, las malas personas o los que hubieran atentado contra la naturaleza que nos sostiene nunca lo harían.
El problema es que esta premisa, en principio simple, se llenaba de conflictos, paradojas y complicaciones cuando se la desarrollaba en profundidad. Por otro lado, Lu tenía claro que la lucha por esa futura resurrección resultaría infructuosa si no se contaba con una comunidad fuerte y cohesionada. Una de las cosas que decía en mi libro era que, contrariamente al pensamiento ateísta general, el problema del mundo moderno no eran las religiones. Las religiones han estado presentes en todas las culturas de la Tierra desde que surgió el pensamiento abstracto. Son una necesidad humana y nunca desaparecerán, el problema no es propiamente que exista la religión, el problema viene de que en pleno siglo XXI seguíamos funcionando con religiones de la Edad Media. Necesitábamos una religión moderna que encajara en un mundo donde los milagros y las respuestas vienen de la ciencia, del esfuerzo de investigadores y científicos. Donde la verdad es una dirección y no un lugar.
En mi relato este punto solo aparece en una reflexión del personaje principal, pero Lu lo hace suyo y basa en ese párrafo la mayoría de su esfuerzo. Ella se da cuenta de que si no logra una comunidad cohesionada que convierta la idea de resurrección en su corpus, todos sus esfuerzos se acabarán desvaneciendo de la misma manera que, pese a haber sido el instigador, la idea se desvaneció en mí con el tiempo al no tener una comunidad que la respaldara. Para ser claros, la intención de Lu era crear una religión moderna que cumpliera con todas las necesidades de una religión, pero sin chocar con el conocimiento y la filosofía de su tiempo.
En esa primera emisión, en la que se planteó lo que luego se conocería como la gran cuestión, toda la puesta en escena estuvo muy pensada. Unos meses más tarde ya eran doce personas las que se juntaban en el exterior de la granja con sus túnicas amarillas. Se sentaron en círculo y recitaron por primera vez las sesenta y dos falacias lógicas y los veintidós sesgos que debían ser evitados. Cuando los escuchabas era como una oración en la que no se rendía pleitesía a nadie, sino que se identificaban los obstáculos que debían salvarse para avanzar hacia el futuro. Esas doce personas fueron conocidas como los primeros debatientes.
Al cabo de un tiempo, otras comunidades debatientes fueron surgiendo por el mundo hasta que después de unos años se publicó el catecismo de la vida eterna. En él se concretaban todos los rituales, preceptos, creencias y dogmas que debían marcar la vida de los creyentes en pos de la futura resurrección. Muchos lo criticaron, pero desde el tiempo en que ahora me encuentro se ve ese catecismo como la razón por la que la humanidad sobrevivió a su adolescencia tecnológica. Los dogmas para la conservación del medio ambiente y la naturaleza, los preceptos de resurrección, no los recuerdo todos, pero a grandes rasgos se basaban en ser una buena persona, cuidar del medioambiente y trabajar para el progreso de la humanidad.
A finales del siglo XXII, el que ya era conocido como lumanismo, con sus diferentes versiones y escisiones, fue la primera religión en el mundo. En ese momento ya había colonias en la Luna, en Marte, en la órbita de Venus y se estaba construyendo una en Titán, Júpiter, pero la población exterior apenas llegaba a las 20 000 personas y era totalmente dependiente de la Tierra. Uno de los preceptos del lumanismo era: “Cuida de tu hogar y de tu gente”. En ese momento en el planeta había dos mundos. En mi tiempo también era así. Estaban los del mundo rico y los del mundo pobre. El clima era muy cambiante y extremo, cosa que —traducida al mundo pobre— significaba desertización, hambre y desgracia. Regenerar espacios naturales o mejorar la vida de ese mundo pobre para que dejara de ser pobre eran, según el lumanismo, las formas más eficaces de avanzar puestos en el orden de resurrección. Ya no valía solo con la bondad cercana, tus decisiones en lo social ahora eran tan importantes como en lo personal.
Las personas realmente creyeron que alguien desde un futuro observaría sus acciones y decidiría si resucitarlos o no en función de su comportamiento. La humanidad se volcó como nunca antes hacia la recuperación del medio ambiente para asegurar condiciones de vida dignas para todos. La mejora de las condiciones de vida de la gente ya no era una cuestión altruista ni de justicia, era una cuestión de progreso. Cuanta más gente obtuviera una vida digna, más gente tendría acceso a estudios y más rápido evolucionaría la sociedad o, dicho de otra manera, llegaría antes a la resurrección.
En esa idea de progreso del lumanismo la expansión por el universo era fundamental. Así que también se invirtió mucho esfuerzo en colonizar todo lo colonizable en el Sistema Solar. Poco a poco, como Lu predijo, los preceptos del catecismo de la vida eterna fueron permeando a la humanidad e integrándose en la moral pública más allá de la religión. Y hay que decirlo, por lo poco que he podido conocer de este mundo en los dos años que llevo resucitado, todavía siguen aquí y realmente están decidiendo el orden de resurrección.
Doscientos años después de la muerte de Yang Lu, fue el primer año en la historia en que no murió nadie por muerte natural, es decir, ni de vejez ni de enfermedad. Esa estadística se repitió los años siguientes solo perturbada por el aumento de la tasa de suicidios. A partir de ese momento la sociedad se volvió muy conservadora en lo que respecta a la seguridad. Cada muerte significaba un titular en un periódico. Ahí se dio la paradoja de que, pese a que la creencia en la resurrección se volvió hegemónica, el miedo a la muerte aumentó tanto que supuso una deceleración de la exploración espacial. Se impusieron leyes muy restrictivas que prohibían cualquier actividad peligrosa. A ese siglo se lo llama ahora la Edad de Barro. El progreso se frenó y, a pesar de su persecución, el suicidio se convirtió en la principal causa de muerte, muy por encima de los accidentes.
Afortunadamente, a partir de ahí se estableció el derecho a la propia vida y la libertad individual se convirtió en el derecho más fundamental, dejando la seguridad en segundo plano. Después de vivir doscientos años, una vida sin riesgos se hacía insoportable. Desde ese momento la exploración espacial se reanudó con mucha más intensidad que antes.
Por otro lado llegaron las impresoras de materia. Fue una evolución de las impresoras 3D. Ya no se construía —como antes— con una serie de materiales que servían de base, sino que se podía modificar la estructura molecular de un material para convertirlo en otro, y a partir de ahí se imprimía.
Al principio eran muy rudimentarias, y la cantidad de materiales que podían transformar y su precisión dejaban mucho que desear, pero un par de siglos más tarde ya podían reproducir moléculas complejas indiferenciables del material biológico. Para el cuarto milenio ya se había conseguido reproducir un pollo a la perfección. Sin embargo, aunque nada diferenciaba ese pollo impreso de su original, la copia nacía muerta y cuando la resucitaban el pollo era una carcasa vacía sin instintos que se dejaba morir por pura desidia. Cada célula, cada molécula de su organismo estaba haciendo algo antes de ser copiada, tenía un vector de movimiento. Pero la copia, pese a contener exactamente la misma materia en la misma posición, no tenía esos vectores de movimiento. Para explicarme, podíamos copiar el hardware pero no el software. El nuevo ser vivo era físicamente igual que el otro, pero sin el sistema operativo instalado.
Este problema tardó todavía un milenio en solucionarse. Las nuevas impresoras podían copiar no solo la materia hasta niveles cuánticos sino también sus vectores de movimiento. Esta vez el pollo estaba vivo y se comportaba exactamente igual que el original. No tardaron en clonarse humanos. Aunque no era habitual, muchas personas se dividieron. El nuevo clon era tan indiferenciable de uno mismo que no se podía considerar ni un original ni una copia. Ambos obtenían estatus de ciudadanos por igual, por eso se consideraba una división. Sin embargo, a la mayoría de la gente no le hacía demasiada gracia la idea de un clon de ellos mismos corriendo por el mundo.
En esa época comenzó la colonización de planetas fuera del Sistema Solar, pero el viaje duraba décadas y muy pocos estaban dispuestos a emprenderlo. Las nuevas impresoras se revelaron como la posible solución. La materia podía tardar décadas en cruzar distancias interestelares, sin embargo la información se transmitía instantáneamente saltándose los límites espaciales. Si se cogía la información de clonado y se la enviaba al lugar más lejano del universo donde hubiera llegado una impresora de materia era posible imprimir ahí una persona. Para esta persona la sensación sería la de haberse teletransportado.
Por otro lado, la gente solía guardar respaldos de su cuerpo en momentos determinados, es decir, se guardaba la información de clonado. Si después de eso ocurría una muerte inesperada era posible resucitar a un ser humano a partir de esa información. Las personas sentían lo mismo que sentí yo cuando fui resucitado. Había una ligera sensación de desvanecimiento momentáneo, casi como cuando tienes un déjà vu, y cuando salían de la sala de respaldos descubrían que en ese pequeño desvanecimiento habían pasado meses, incluso años. Esto supuso la segunda gran victoria contra la muerte. Después de la amortalidad, había llegado la inmortalidad. Si una persona creaba respaldos cada cierto tiempo, aunque se lanzara de cabeza al corazón de una estrella, sería resucitada en el último guardado.
La gente seguía temiendo a la muerte, puesto que por mucho que la resucitaran y no recordara nada, morir se sentiría de la misma manera. Sin embargo, el miedo al teletransporte desapareció. Hoy la Tierra es una especie de santuario para la galaxia, un parque temático del pasado y un gran campus científico al mismo tiempo. No está permitido permanecer aquí mucho tiempo, salvo que estés trabajando en alguno de los cientos de programas de recuperación de vida antigua que hay o en la recepción de turistas. Así que una vez resucitado mi entorno cercano, todos deberemos emigrar a otro rincón de la galaxia.
La idea me aterroriza. El método de transporte es teleportación, y aunque aquí todo el mundo parece muy tranquilo con esto... yo no lo veo nada claro. Desde mi punto de vista, lo que hacen es desintegrarte y resucitarte en otra parte, y aunque ya haya pasado por eso y haya comprobado de primera mano que la continuidad de consciencia es absoluta, sigue impresionándome bastante.
Por otra parte estaba la arqueología espaciotemporal. Nuestra vida es un viaje en el tiempo en el que solo podemos caminar en una dirección, el futuro, pero aunque no podamos retroceder nunca sí podemos mirar hacia atrás. Bueno, en realidad caminamos de espaldas. No es que podamos ver el pasado, es que solo podemos ver el pasado. Por muy cerca que esté alguien y por muy rápida que sea la luz cuando vemos algo ese algo ya ha sucedido.
En su momento predije que no habría viajes al pasado. Sabía de forma segura que nadie del futuro iba a viajar hasta mi presente a sentarse delante de mí a tomar una cerveza mientras escribía ese relato porque no había nadie del futuro frente a mí bebiéndose una cerveza mientras lo escribía. Si en un futuro fuera posible viajar al pasado sería una de esas pocas cosas que de seguro sabríamos.
Lo que sí podía asegurar es que podríamos mirar hacia atrás en el tiempo. Ya en mi época lo hacíamos, y no me refiero a las estrellas de las que observamos el pasado, a veces miles de años atrás en el tiempo, hablo de historia y arqueología. Desde siempre hemos tenido una gran curiosidad por tiempos anteriores y hemos buscado la manera de conocerlos mejor. A partir del tercer milenio apareció la arqueología espaciotemporal.
Aquí no os voy a poder dar muchos detalles. En mi época me consideraba una persona más o menos culta, podía entender los principales conceptos científicos de mi tiempo, al menos superficialmente, pero cuando intento entender la ciencia actual me siento como un mono intentando entender la ley de la relatividad general. Parece que aunque nuestra percepción se mueve en tres dimensiones la realidad es demasiado compleja como para ser reducida a una cuestión dimensional.
Os lo voy a contar como me lo explicaron a mí, que es más o menos como yo le hubiera explicado la cuántica a un niño de tres años. Parece que el tiempo es algo que sucede en una especie de río de espacio multidimensional que fluye desde cada punto en todas direcciones a una velocidad de trescientos mil kilómetros por segundo, la velocidad de la luz, que es en realidad la velocidad del tiempo. Ese río en su fluir hace girar esos puntos como norias. Esas vueltas de noria son nuestra percepción del tiempo. Por eso, cuando aceleramos, el tiempo fluye más despacio para nosotros. Es como si montáramos una noria sobre un coche y aceleráramos río abajo, la velocidad del coche debería restarse de la velocidad del río para saber a qué velocidad gira la noria. ¿Qué? ¿Habéis entendido algo? No, claro, yo tampoco, pero tengo que reconocer que tampoco es que entendiera demasiado cuando me decían que la luz de una linterna iba a la misma velocidad para dos objetos que se estaban moviendo a diferentes velocidades respecto a esta.
Bueno, la cuestión es que cada noria que penetra el flujo del espaciotiempo deja una huella en él, que se puede medir en el futuro. O, dicho de otra manera, permite a los arqueólogos espaciotemporales ver el pasado. Esta tecnología lleva ya unos cuantos milenios evolucionando y ha permitido a la gente de esta época ver perfectamente el pasado. Sí, amigos, siento deciros que esos momentos de intimidad con vuestro ordenador en los que creíais que nadie os veía son fácilmente visibles desde esta época. Tranquilos, no os asustéis y corráis a borrar vuestros archivos secretos y a cerrar “esas” páginas, aunque es fácil verlo todo desde esta época, una IA interpreta vuestra moral y pensamiento y censura todas esas imágenes que la IA cree que no os gustaría que fueran vistas. Y hay que decirlo, al menos en mi caso funcionó bastante bien.
El hecho es que hace dos años esta tecnología alcanzó el nivel suficiente como para poder copiar toda la información de clonado del pasado a nivel cuántico y con todos sus vectores, como si fuera un respaldo, es decir, la capacidad de resucitar a cualquier persona o ser vivo que haya vivido a lo largo de la historia de la Tierra. Y con esto, por fin, la muerte fue del todo derrotada por la humanidad.
Por ahora solo somos veintidós resucitados. La tecnología todavía es muy reciente y hace falta mejorarla bastante para que se pueda resucitar a grandes masas. Se calcula que se tardará entre doscientos y quinientos años en resucitar a todos los humanos que han existido desde que se desarrolló el pensamiento abstracto. También hay planes de recuperación para épocas anteriores, pero se considera vida animal y, por tanto, se preparará un hábitat con encaje ecológico al que se adapten y se les permitirá permanecer en la Tierra.
Pienso que es curioso que, pese a llevar ya dos años en este mundo, todavía estoy contando esto a personas de mi tiempo, como si pudieran leerlo. Me gustaría acceder a mi imaginación en ese agosto de 2021 para explicarme todo lo que sucederá realmente. Bueno, al fin y al cabo todo ha salido bastante bien, yo he sido resucitado y todos vosotros, al menos los que encajéis en los preceptos lumanistas, seréis resucitados en este mundo donde viviréis hasta hartaros, sin guerras, sin enfermedades, sin tener que trabajar y con una tecnología que, de verdad, hace la vida muy interesante.
Cuando a principios del siglo XXI escribí mi texto prediciendo la resurrección ni si quiera podía imaginar la tecnología que la haría posible. Cuando imaginamos el futuro solo podemos estirar la tecnología ya existente, así en el siglo XVIII Bergerac imaginaba un viaje a la Luna en un barco que surcaba los cielos sostenido por globos y en el XIX Verne nos colocaba dentro de la bala de un gran cañón que nos dispararía contra la Luna. Ninguno de ellos acertó en el método, pero de la misma manera que para ellos era indudable que un día los humanos pisarían la Luna aunque no supieran cómo lo harían, estaba igual de claro para mí, cuando escribí ese texto, que un día todos seríamos resucitados aunque no supiera como iban a hacerlo.
Hoy he estado comiendo con Yang Lu, la segunda persona resucitada después de mí. Ella tenía mucha más fe en mis predicciones que yo. Ha sido una conversación muy interesante. Discrepamos en el orden de resurrección. Yo no creo que mereciera ser el primero, pero no me voy a quejar demasiado.
El cuerpo de mi madre se está imprimiendo en la habitación de al lado y el contador de tiempo ya me da solo dos minutos. Estoy nervioso. Tengo ciento veintiséis años y el aspecto de cuando tenía noventa. Estoy en proceso de rejuvenecimiento. En aproximadamente cuatro o cinco años tendré el aspecto que tenía a los cuarenta. Creo que me plantaré un tiempo ahí. Si quisiera, podría seguir rejuveneciendo hasta los catorce. Ir más atrás podría romper mi continuidad de consciencia. No está prohibido, pero se corre el riesgo de dejar de ser uno mismo.
Madria, la líder de recuperación de la humanidad, como la llaman ellos, me hace pasar a la habitación y mi corazón da un vuelco. Ella está como dormida, del mismo modo que estaba en la habitación donde la vi con vida por última vez, estaba estirada y parecía tan dormida como lo había parecido en las últimas horas, pero en ese momento todos los monitores estaban apagados y pensé que nunca la volvería a ver. Hoy, al igual que en ese momento, estoy llorando, pero hoy lloro de alegría.
Me siento y le cojo la mano. Está fría y siento cómo va recuperando su calidez lentamente. De repente en una convulsión que le arquea la espalda, abre la boca y toma una gran bocanada de aire. Queda inconsciente sobre la butaca otra vez, pero esta vez su pecho se hincha y deshincha con suavidad. Abre sus ojos desconcertada. Y yo, aunque me había prometido no hacerlo, me seco las lágrimas y le digo: “Hola, mama”.
Soy usuario de Amazon Prime, lo admito. Principalmente, porque me gusta su plataforma de entretenimiento. Secundariamente, por tener los envíos Prime de los productos que adquiero por Amazon. Sin gastos de envío. Realmente, hasta hace poco, apenas compraba por Amazon, pero he intensificado su uso desde que parece que ciertos productos han dejado, sorpresivamente y según las tiendas físicas de la ciudad y pueblo donde suelo residir, de ser comunes, haber stock o estar catalogados. Léase, por poner algunos ejemplos, cuchillas de afeitar para una maquinilla no eléctrica pleistocénica pero extremadamente eficaz que uso para no parecer Eduard Punset, o mejunjes supuestamente "raros" que uso para mis manualidades.
Al final, siempre pico y acabo revisando algo que quiero comprar o que necesito: un regalo de cumpleaños para una sobrina, una funda para los asientos del coche, alguna "pijada" para mis aficiones...
Y es aquí donde llega el problema. Envío "Prime", sin gastos de envío. Dos tienen entrega al día siguiente, otro en tres días. De los dos que tienen entrega al día siguiente, uno es repartido por una compañía y, el otro, por otra compañía diferente.
Y no puedes modificar ni día ni hora, porque el beneficio de la ausencia de gastos de envío se esfuma.
Y mi pensamiento es: a ver, no me corre ni prisa ni urgencia; de forma egoista, no estoy tanto tiempo en casa como para esperar varios paquetes; ¿no se está derrochando mano de obra y combustible para traerme, en tres días y con tres compañías diferentes, una caja de cartón que no pesa ni dos kilos? Me siento un nuevo rico, movilizando personal, contaminando el planeta, haciendo perder el tiempo de forma absurda (y con los peligros que contrae) a los repartidores. Y todo por un pedido de, digamos, 30 euros.
Existe una página web muy conocida para todos los que tenemos aficiones musicales, y que incluso usan los profesionales de la música, que no creo que haga falta que mencione. Los gastos de envío son gratuitos a partir de cierto gasto. Pero lo que más me gusta es que, independientemente de tu pedido, y de lo que avise la página sobre el stock y los períodos de entrega, es que todo viene empaquetado en una sola caja, entregado por una misma compañía y en un mismo día, siempre en la fecha que indica el producto con día de entrega más alejado en el tiempo. Hace que me sienta mejor, que se hayan usado menos materiales para embalar el pedido; que el repartidor sólo haya tenido que hacer un sólo viaje, y se haya ahorrado mucho combustible por el camino; que estos trabajadores se hayan tenido que ahorrar parte del sufrimiento, la tensión y los problemas logísticos y de salud derivados de su trabajo.
Creo que, con los tiempos que corren, y aunque no corrieran estos tiempos, este inmenso derroche que supone el sistema de "entregar cualquier pedido al día siguiente, sea como sea", es una estupidez, un gasto innecesario, una dilapidación ilógica de recursos, un peligro para los trabajadores del sector, y hasta una molestia para los usuarios. Al menos, para el que tenga un poco más de visión que el tener el capricho o necesidad no urgente de turno en la puerta de su casa al día siguiente.
-Hola, soy Lucía Etxebarría y quiero daros la bienvenida a este curso de literatura creativa en tiempo real. A ver, tenéis muchos sueños, pero la fama cuesta. Pues aquí es dónde vais a empezar a pagar con sudor...quiero veros sudar y cuanto mejor lo hagáis...
-Oiga, ¿eso no es de Fama? ¿Y por qué está usted en tetas?
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-¡DESNUDOS TODOS O ME CAGO EN DIOS! Así me gusta. A ver, liberados de vuestros convencionalismos, ahora somos todos iguales...disfrutad de la belleza de lo no normativo. Sí, esos cuerpos obesos, cuánta belleza hay en la celulitis, en la grasa, en la curva...quiero que ese chico rubio me envíe una captura de su cuerpo por email. ¿Estamos? Sí, tú...el de los biceps. Además, un punto más para la evaluación final por fotopolla. ¿Ok? Bueno, ahora podemos empezar, hagamos el primer ejercicio de escritura creativa... tenéis 15 minutos para definir la estructura de un relato disruptivo, original, ÚNICO. ¿Lo tenemos? Vamos a leer el mío...
-Pero si no han pasado ni 15 segundos.
-¡Silencio, gordo! Como mi abuela me dijo en su lecho de muerte en aquella mágica Noche de San Juan: nadie es más arrogante, violento, agresivo y desdeñoso contra las mujeres que un hombre inseguro de su propia virilidad.
-¿Su abuela? ¿Pero eso no es de Simone de Beauvoir?
-¡HE DICHO SILENCIO! Y ahora escuchen la CREATIVIDAD EN MOVIMIENTO FLUIR POR MIS SENSUALES LABIOS: "Las rosas son rojas, las violetas azules..."
-¿Está de broma?
-Vaya con la abuelita, que le gusta interrumpir a todo un Premio Planeta, ¿cuál es su nombre?
-Hortensia...
-A ver, Hortensia, ¿quiere compartir con toda la clase la puta mierda de jubilada suburbana que ha pensado para su relato?
-Bueno, influenciada por H. G. Wells he preparado un relato que parte de...
-Influencidi por achi gi wils...venga, váyase a la mierda.
-Pero oiga...
-Que se vaya a la mierda. Apague el ordenador, señora. ¡YA! Su lugar está en la cocina, haga unas croquetas para sus nietos prediabéticos, siga hundiéndose en ese cenagal patriarcal en el que ha logrado flotar toda su vida...
-He pagado por adelantado...
-¡Apague el ordenador, vejestorio! ¡No lo vuelvo a repetir! Sigamos con MI RELATO y aquí nadie habla hasta que yo lo diga.
-Lucia, pero, ¿está usted cagando?
-Dios Santo, ¡sí! ¡Estoy cagando! ¿Nunca ha visto a una mujer cagar? Pero, con esos prejuicios tan banales, ¿qué coño queréis escribir? ¿A qué aspiráis?
-Bueno, pero al menos suba un poco la pantalla, que es que se le ve todo...y además usa usted toallitas, eso es fatal para el medioamb...
-¿NOS PODEMOS CENTRAR EN MI RELATO, HE DICHO?
-Es que se oyen los pedos, Lucía. Es un poco desagradable, ¿puede bajar el audio?
-¡Silencio, calvo! A ver, improvisación, creatividad...ni tan siquiera tengo que escribir, lo recito. DISFRUTAD DEL TALENTO Y APRENDED...
-¿Empieza ya? Queremos leer los nuestros...
-¿¡QUERÉIS CALLAROS!? ¡ESTOY PENSANDO, CREANDO, CONSTRUYENDO UN UNIVERSO AL QUE VOSOTROS, POBRES SACOS DE INMUNDICIA E INDIGENCIA INTELECTUAL, JAMÁS PODRÉIS NI ACERCAROS! Venga, allá va: "Qué es Hemoal y para qué se utiliza. Es un anestésico local por la acción de la benzocaína y un vasoconstrictor..."
Este gráfico de ABC sobre el SMI aúna el haber truncado el eje para exagerar las diferencias el tener datos erróneos. El SMI que se indica para 2009 es en realidad de 2008, lo que hace que los datos hasta 2013 estén mal, al corresponder al año anterior. Por otro lado, el SMI estuvo congelado en 2012 y 2014 con el gobierno del PP.
El gráfico correcto, quedaría así:
Extracto de mi conversación de ayer con el chat de Bing que utiliza GPT-4 (traducción en primer comentario)
Publica la cloaca de Inda un artículo (me niego a enlazar) sobre subvenciones a sindicatos que incluye un gráfico claramente manipulado: 8,88 es más de la mitad de 17 pero en el gráfico parece que sea la quinta o sexta parte.
El gráfico con las proporciones correctas:
Publica El Mundo un artículo sobre el IRPF que se paga en las distintas CCAA en que se incluye un mapa donde estas se colorean con cinco tonos distintos de color según el impuesto a pagar. No están indicados los intervalos para cada tono, pero se observan cosas extrañas: Galicia está coloreada dos tonos por encima que Valencia cuando se paga menos que en esta; y La Rioja y Navarra deberían estar en el mismo tono que Andalucía.
El Mundo es un periódico en que nadie comprueba nada y los errores son constantes. Hoy publican que la renta per cápita de España es de 14.636 euros y la comparan con las de Polonia y Ucrania. En realidad, los últimos datos de renta per cápita según Eurostat son de 24.910 euros para España y 14.620 euros para Polonia. El dato de 4.835 para Ucrania es el que da el FMI en 2021, pero son dólares, no euros. Por otro lado, el dato de 43,79 millones de habitantes de Ucrania tampoco es correcto. El gobierno ucraniano daba en 2021 una población de 41,17 millones, pero actualmente se estima que está entre 32-36 millones por efecto de la guerra.
Emitió Telemadrid una información sobre los festejos taurinos en España donde se hacía eco de las estadísticas publicadas por ANOET, pero las manipulaba para indicar que la comparativa era respecto al año anterior, cuando en realidad era respecto a 2019. Así, cuando decía que en 2023 había habido 159 festejos taurinos más que en 2022, en realidad había habido 43 menos.
Escribo esto más por leer los comentarios que por contar mis experiencias.
Para los que no estén familiarizados con el término pongo un par de enlaces:
www.espinof.com/diccionario-cine-television/la-suspension-de-la-incred
es.wikipedia.org/wiki/Suspensión_de_la_incredulidad
Acabo de ver la enésima escena donde electrocutan a alguien con un suelo (bañera, fregadero, etc) mojado y un cable vivo en el líquido.
He sido electricista antes de informático y me revienta ver algo que sería imposible en cualquier instalación donde haya un diferencial. Y estamos hartos de ver tostadoras matando a alguien en una bañera, lo puedo aceptar en pelis de los 40 o así pero me ofenden ese tipo de escenas en películas del siglo XXI.
No me cuesta creerme la chalaura de la araña radiactiva de Spiderman o las garras de adamantium the Wolverine, es simple ficción y listo.
Bueno, solo una reflexión de una noche de insomnio.
PORTADAS DE LA MAÑANA // 2 OCTUBRE 2028:
The Times: "La IA destruye 1300 millones de empleos en el último mes"
The Independent: "El hombre llega a marte"
The Telegraph: "Israel descarga 100 bombas nucleares sobre La Meca"
The Post: "Hallada la cura total para el cáncer"
The Sun: "La NASA confirma oficialmente contactos con una civilización extraterrestre"
The Economist: "Putin ordena la invasión de Europa"
The Guardian: ""El colisionador de hadrones detecta pruebas concluyentes de la existencia de universos paralelos"
The Objective: "La concuñada del podólogo de Begoña Gómez eructa en una comunión laica"
La dana va a suponer un trasvase (apropiación) de dinero público a manos privadas.
Ya pasó con la crisis financiera donde los tejemanejes, corruptelas y malas gestiones de las élites políticas y financieras los acabamos pagando todos los españoles, recordemos que el entonces presidente M. Rajoy dijo que no costaría ni un euro a los contribuyentes, (y su partido es hoy en día el que tiene mayor intención de voto según todas las encuestas!).
Con la dana pasará tres cuartos de lo mismo porque la tragedia no ha pasado por que si sino que ha sido por una mala planificación urbanística construyendo casas y servicios en zonas que tarde o temprano ocuparan las aguas de lluvias torrenciales.
La mayoría de gente no vive donde quiere sino donde puede, donde le permite su dinero, y es el precio de la vivienda lo que determina que muchos tengan que vivir en zonas donde no se debería.
Son los políticos los que tienen que planificar las zonas habitables para garantizar la seguridad de la gente, también deberían garantizar que todos tengan una casa donde vivir, como dice la constitución, sin tener que gastar casi todo su sueldo en ella.
Pero lo que pasa es que los políticos han promocionado al sector privado empresarial permitiendo y favoreciendo la construcción por sobre de todo, alguien habrá ganado mucho dinero construyendo edificaciones por doquier sin importarle lo que pudiera pasar en el futuro, y este alguien no se responsabilizará de las consecuencias, la ley no le obligará.
Ahora cuando sobreviene la tragedia el estado, todos los ciudadanos, tendrá que poner el dinero público para ayudar a los damnificados, pero este dinero no tendrá que asumirlo el que se benefició de crear la situación que ha hecho necesaria la ayuda. Es decir el estado pondrá un dinero que debería ponerlo el empresario que se benefició de la permisividad administrativa. Este dinero de alguna manera es un beneficio extra que ni siquiera estará sujeto a fiscalidad alguna, vamos un chollo.
menéame