Paseaba por la ciudad de Vigo y de forma totalmente casual, me topé delante del restaurante de comida italiana regentado por un libanés, un establecimiento que se hizo viral por la actitud de su dueño de echar a unos turistas isrealíes que estaban consumiendo en varias mesas de su terraza. El vídeo sigue circulando en Internet para el que lo quiera ver.
Cuando ocurrió la polémica, las redes sociales echaron humo, hubo insultos y críticas hacia el dueño del negocio pero también muchas mas muestras de solidaridad y apoyo a su acción y manifestaciones públicas de acudir a comer al restaurante en ex profeso para solidarizarse con el dueño en particular y con la causa palestina general.
Me quedé sorprendido con el hallazgo...y decidí entrar en el interior del local. En aquel momento, el comedor estaba casi vacío, pero estaba el dueño, un hombre de tez oscura, de apariencia agradable y que transmitía bondad y cortesía, me hizo sentir como si estuviera en mi casa.
Poco después, un hombre joven e invidente entró en el local y el dueño le ayudó a sentarse, debían ser amigos desde hacía tiempo, por la complicidad que mostraban el uno al otro. En ningún momento, poco a poco, fueron entrando clientes al local, aunque sin llenarse por completo. No vi que el dueño se comportase de forma borde ni hacia sus empleados ni hacia sus clientes.
El dueño se me acercó y le dije que quería comer, pedí un plato de carne, algo de pan, un postre y un café. Pero le hice un comentario con tono normal: "¿Cómo lo lleva? Me refiero a lo del juicio. ¡Espero que salga bien! - apostillé.
Él me respondió con una agradable sonrisa: "No se sabrá nada hasta septiembre ¡pero si sale mal da igual!".
Se notaba que el hombre libanés no estaba arrepentido de su acción. Según contó a un medio de comunicación, había triplicado sus ingresos pero se veía que para él, eso no era lo mas importante ni mucho menos.
Él se quedó observándome feliz de contar con mi apoyo y pensó de forma equivocada que formaba parte de la nueva masa de clientes que había acudido expresamente a su restaurante por su acción viral, una acción que evidentemente, le trajo consecuencias positivas y otras negativas. Pero no, acabé allí por azares del destino.
Durante todo momento, mientras comía, seguía observando al dueño, incapaz de ver a un hombre con comportamiento racista, maleducado, borde y violento que algunas personas con mala intención dicen en sus falsas reseñas en Internet.
Posteriormente, se acercó a mi mesa, a traerme el café con leche que había pedido y le pregunté sin rodeos: "Ellos se lo buscaron ¿No?"
Él me miró con un suspiro e hizo una mueca que me hizo dudar de quien empezó el incidente que derivó en la expulsión de esos turistas isrealíes de las mesas, (eso sí, con todos los gastos a cuenta de la casa) pero el dueño me dijo "Si no existiese la grabación, la verdad de ese incidente hubiera quedado solamente entre ellos y yo. Pero gracias a esa grabación, los que quedaron mal han sido ellos." Creo que la animadversión entre el grupo de turistas isrealíes y el hostelero libanés se volvió recíproca al descubrirse la procedencia de unos y otro. Israel había invadido su país El Líbano en varias ocasiones para atacar a organizaciones como la OLP o Hezbolá y por supuesto, estas invasiones habían ocasionado numerosas víctimas libanesas. Tampoco conozco la biografía al detalle de este señor y su familia. ¿Tendrá familiares palestinos? ¿Habrá muerto algún familiar o amigo por culpa de los ataques del ejército de Israel en su país? No quise preguntar mas.
Rara vez, suelo dejar propina en un negocio de hostelería, pero en este caso hice una excepción y le dejé una moneda de 2 euros en la cajita de madera que traía para las propinas, aunque la cuenta la pagué con tarjeta.
Antes de salir del local, saqué una foto a la bandera palestina, la bufanda y el pañuelo palestino que habían colgados en la entrada a modo de atrezzo. Era como aviso sin letras de "reservado el derecho de admisión".
En el momento de percatarse que estaba sacando una foto a todo eso, el dueño me gritó con entusiasmo: " ¿Quieres que me saque una foto contigo?" No me gusta sacarme fotos con personas que no conozca de nada aunque estas personas seas famosas, pero con él, hice una excepción.
Le entregué mi teléfono móvil a uno de los empleados, que no podía disimular su orgullo y satisfacción, de tener un jefe así, de trabajar en un negocio así y de tener clientes como yo, mientras nos sacaba varias fotos a ambos. Su jefe posó a mi lado con una sonrisa mientras hacía con la mano el símbolo de la victoria. Sus sentimientos trascendían mas allá de tener un cliente mas.
Este artículo no sirve para parar el sufrimiento de los civiles de la franja de Gaza y Cisjordania. Pero que sepa el pueblo palestino que estamos en contra de sus ocupantes, torturadores y verdugos durante décadas. Ellos se lo buscaron.


La editorial Desperta Ferro, que está especializada en temas históricos, edita la revista "Arqueología e Historia" que dedica su número 63 a los vascones. La ilustración de la portada es una clara referencia a Dani Rovira y Clara Lago de la película "Ocho apellidos vascos", pero no es esta la principal troleada que aparece, ya que si observamos al hombre, podemos ver que lleva al cuello la Mano de Irulegui, una pieza arqueológica en que algunos investigadores han interpretado inscripciones vascónicas. Pues bien, en la ilustración se puede ver que se ha puesto la palabra "ESPAÑA".

Esto ha sentado fatal a la editorial que ha decidido quitar de la circulación ese número de la revista.


En El Debate les debía parecer que las diferencias de recaudación entre las distintas CCAA por impuestos propios no parecían tanto y han decidido multiplicar todo por 10 para hacerlas más impresionantes: según ellos, en 2023 se recaudaron por estos impuestos un total de 160.466 millones, de los que 43.826 millones corresponderían a Cataluña.

Pero si nos vamos a los datos oficiales de Hacienda, la recaudación total en 2023 fue en realidad de 16.046,61 millones, de los que 4.382,55 corresponderían a Cataluña. ¡Han multiplicado todo por 10!.

Al haber multiplicado todo por 10, en las recaudaciones por habitante salen cifras disparatadas, llegando a más de 8.000 euros para Baleares y les sale una diferencia per capita entre Cataluña y Madrid de 2.300 euros, cuando en realidad sería de 230 euros.

La broma de Lalachús al combinar la cabeza de la vaquilla del Grand Prix con el cuerpo del Sagrado Corazón de Jesús ha provocado un aluvión de reacciones, desde delirios conspiranoicos sobre un supuesto culto a Moloch en la televisión pública (véase www.meneame.net/m/Artículos/satanismo-campanadas-rtve-cuando-realidad ) a denuncias de organizaciones ultracatólicas con base en el delito de ofensa a los sentimientos religiosos previsto en el art. 525 del Código Penal, que reza:
1. Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican.
2. En las mismas penas incurrirán los que hagan públicamente escarnio, de palabra o por escrito, de quienes no profesan religión o creencia alguna.
Aparte de la curiosidad que os acabo de mostrar (sí, hay un delito de ofensa a los sentimientos ateos), esta tipificación del delito requiere lo que en Derecho se llama un elemento subjetivo o intencional que, si el juez actúa con imparcialidad, vuelve extraordinariamente difícil condenar a nadie. Me refiero a la intención de "ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa". No basta con que se ofendan: quien denuncie tiene que probar que el autor de la caricatura, el poema satírico o la performance que les indignó, los elaboró con la intención de ofenderles, y no con intenciones diferentes como fomentar la crítica social o bromear sin más. Y eso, hasta que se inventen aparatos capaces de leer la mente e intenciones del prójimo, es una tarea casi imposible.
Pero más allá de la inmensa dificultad de condenar a nadie por el delito en cuestión (en teoría, pues como digo la imparcialidad del juez es elemento fundamental para ello, y tenemos cada juez...) siempre he pensado que el delito en sí carece de toda justificación. A no ser que incluyamos otro delito de ofensa a los sentimientos ideológicos o filosóficos. Y es que los seres humanos, como seres racionales que somos, tendemos a amar apasionadamente las ideas. Esos entes etéreos pueden llevarnos a morir, matar y realizar sacrificios inimaginables. Pueden convertirse en el centro de nuestras vidas y encarnar la estrella que guía nuestros pasos, tan hermosa y sublime que nos deslumbra hasta llevarnos a anteponerla a nuestro propio ombligo.
Entes etéreos como las ideas que integran el estoicismo, el marxismo, el socialismo, el republicanismo, el humanismo, el kantismo...y las religiones ¿Por qué, entonces, se castiga a quien realiza una viñeta satírica de Jesucristo caracterizado como gay para denunciar la homofobia de la Iglesia, y no se castiga a quien hace una caricatura de Marx con cuerpo de cerdo, o de la hoz y el martillo colocados sobre una pila de cadáveres con el letrero "el comunismo es la ideología más asesina del mundo? ¿Por qué se privilegia a unos entes etéreos sobre otros, cuando todos ellos constituyen la brújula moral de sus adeptos, que los aman con todo su corazón, y son igualmente intangibles?
En el fondo, esta clase de delitos constituye una reminiscencia de los tiempos pasados donde la religión invadía la vida civil y, poniéndose al servicio de las élites oligárquicas para lavar el cerebro del vulgo y volverlo sumiso, lograba una preponderancia social ilícitamente obtenida mediante la represión de todo aquel que osase cuestionarla y el uso del sistema educativo para adoctrinar en los dogmas religiosos a las futuras generaciones.
Pero hoy en día se abre paso, cada vez con más fuerza, la evidente conclusión de que nadie puede demostrar la existencia de Dios, y mucho menos del Dios que dibujan cada uno de los distintos credos con sus infinitas contradicciones, mitos sacados de religiones pretéritas e inevitable artificiosidad. De este modo, es absolutamente razonable concluir que Dios no es más que una idea nacida de la mente humana, y ésa es la premisa que debe regir cualquier sociedad democrática, sin conceder privilegios a la protección de dicha idea sobre otras como las ideologías o filosofías morales.
Quien quiera creer en el Dios cristiano tiene el mismo derecho a hacerlo, sin ser reprimido ni maltratado por ello, que quien cree en el paraíso comunista o la república de ciudadanos libres e iguales. Y tiene la obligación, inherente a toda sociedad pluralista, de aguantar las críticas, sátiras y dardos envenenados de quienes no piensan como él. Por eso predigo que, si la ultraderecha no lo impide tomando el poder, el delito de ofensa a los sentimientos religiosos será pronto una reliquia del pasado. Es la democracia, amigo.
"Yo luché por convicción en la guerra civil y lo hice aún más convencido en la Segunda Guerra Mundial....joder, si hasta estuve en Normadía..., pero jamás podré perdonar al gobierno español el olvido permanente de personas que lucharon por la libertad, que se jugaron la vida por acabar con el fascismo. Muchos de los que murieron a mi lado eran republicanos socialistas, personas que hoy se avergonzarían de un partido que se sigue llamando republicano y presta obediencia a un Rey del que algún día se sabrá de qué madera esta hecha y sigue creyendo que Felipe es un ejemplo, cuando no fue más que un vendido a los americanos.
(...)
La izquierda española se avergüenza de lo que es y en ese ejercicio de "avergonzamiento" tiene mucho que ver el haberse rendido a una batalla cultural que hoy en Francia sigue librándose tímidamente. La de estar orgulloso de unos orígenes ideológicos, la de plantear líneas rojas que delimitan el mundo que queremos, la de estar siempre del lado de los que más sufren, la de entender que el objetivo esencial del vivir es la felicidad, no consumir. Si olvidamos esa lucha, estamos perdidos porque no hay nadie más esclavo que el que se cree libre porque no es capaz de ver sus cadenas. La vida no puede ser solo esperar al viernes.
(...)
Nosotros nos jugamos la vida por la libertad de un continente que estuvo a punto de caer en las manos del fascismo y ¿qué tenemos hoy? Una Unión Europea en manos de otro tipo de fascismo, más sutil y por eso mucho más peligroso: el liberalismo.
(...)
La libertad no es ir a votar cada 4 años. La libertad es poder elegir a partidos que se partan el pecho por el bien y la felicidad común, es educar a personas que, por encima de ser de derechas o de izquierdas, entiendan el patriotismo como una forma de solidaridad, con el prójimo, no como una forma de exclusión u orgullo y me va usted a perdonar, pero nada de eso hay en España".
Rafael Gómez, último superviviente de La Nueve (2007).

Es innegable que la tauromaquia fue cultura en el pasado, en tiempos mas atrasados y primitivos, como también lo fue la vida en las cavernas, o el sacrificar bebés humanos a los dioses para que lloviera. Pero precisamente la mayor prueba que podéis tener de que la tauromaquia solo fue cultura en el pasado y ya no es cultura en el presente es muy simple: que el lobby taurino se niega en redondo a que se haga un referéndum a la ciudadanía, no ya sobre si prohibir o no la tauromaquia, sino siquiera sobre si poner una casilla en la declaración de la renta para que a la tauromaquia la financie solo quien la quiera financiar con sus impuestos.
Últimamente se ha puesto de moda entre los comentaristas taurinos decir que la tauromaquia ha renacido, que se ha puesto en auge otra vez. Cada vez que les leo eso, pienso: "sí, con el dinero ajeno". Sin el dinero de los impuestos de los antitaurinos, ya veríamos cuál sería el "auge" actual de la tauromaquia.
Un taurino tiene la libertad de ir a una corrida de toros si quiere. Sin embargo, un antitaurino tiene que pagar esa corrida forzosamente, quiera o no, con sus impuestos, pues no le permiten expresarse en referéndum. Esta es la famosa "libertad de la tauromaquia" de la que nos vienen hablando últimamente, la libertad, y el "auge", que da el dinero ajeno.
Esta es la mayor prueba que podéis tener de que la tauromaquia ya no es cultura. La tauromaquia moderna es solo un robo de dinero de unos a otros, blanqueado con maltrato animal.
O quizá no esté de mas introducir aquí una especificación conceptual: puede que la tauromaquia siga siendo cultura hoy día, pero si la tauromaquia es cultura de algo en la actualidad, es cultura de la incultura, del atraso, de la irracionalidad, de la bajeza, de la vileza, de la irresponsabilidad, y del maltrato innecesario e injustificable. Es decir, una cultura negativa, regresiva, destructiva. Y por supuesto, aun así, ya no es una cultura de todos, como debe ser toda cultura, solo de un residuo imbécil, que también reinstauraría el sacrificio de bebés humanos a los dioses para que llueva, el echar presos a los leones, o la vuelta a la vida en las cavernas.
Como entiendo a las dos partes, y me ha tocado lidiar con estos problemas desde los dos lados de la mesa, me permito ofrecer mi opinión y mi experiencia, por si le fuese de utilidad a alguien, ya que creo tener buena opinión de ambos.
Livingstone está en su perfecto derecho de publicar lo que buenamente le parezca, sobre el dueño del medio en que publica y sobre María Santísima, si le parece. Le ampara la libertad de expresión y no hay nada que reprocharle.
Imparsifal está en su perfecto derecho de eliminar lo que crea oportuno, porque la responsabilidad civil, la económica y el buen funcionamiento del medio, son exclusiva responsabilidad suya.
¿Tienes derecho a Cantar el Asturias Patria Querida a voz en grito? Sí, pero no en el salón de mi casa. No es que te censure: es que no me sale de los huevos aguantarte, porque es mi salón. Por tanto, no es que conculque tu libertad de expresión, sino que hago uso de mi derecho a mandarte a cantar a otro lado.
Desde hace 40 años, y digo 40 años justos, conozco gente que quiere escribir en los periódicos artículos contra el dueño o contra algún anunciante. Es un puto clásico que debería figurar en los manuales de psicología. El motivo tiene que ver con lo gracioso que resulta, el poco coste que supone para el que lo escribe y el enorme daño que hace a quien trata de mantener la ética periodística. Lo siento, Livingstone, pero me parece una agresión, y una agresión basada, además, en las supuestas virtudes del otro, y no en sus defectos.
Si el otro es un cabrón, no le haces daño. Pero si es una persona recta y cabal, te la follas. Ese es el mecanismo y ese el motivo por el que al final, el director de un medio, quiera o no, acaba por ser un cabrón.
Escribir esa clase de cosas es un puto incentivo perverso. Y tolerarlas, también.
Aquí se escribe contra Elon Musk, y contra Varsavsky se escribe en Twiter, joder. Es de primero de buenos modales con tu anfitrión. De lo contrario, ponemos al administrador en la tesitura de elegir entre ser un censurador o ser un pringado. Un claro juego de tú siempre pierdes.
Y al que pone a otro en esa posición no se le puede presuponer buena fe, coño, Livingstone. Que tonto no eres.
A ver si nos damos todos un poco al realismo. Y no al mágico. Al otro.
Eso se debe a una técnica de ventas muy común llamada “anclaje”.
Básicamente, consiste en ponerte un producto ridículamente caro justo al lado del que realmente quieren venderte. La idea es que, por comparación, el segundo parezca una ganga, aunque su precio sea totalmente normal.
Básicamente, tu cerebro necesita una referencia para saber si algo es caro o barato. Entonces, si te ponen delante un precio alto primero (el "ancla"), todo lo que venga después parecerá más barato.
Por ponerte un ejemplo, vas a una tienda a ver televisores y te encuentras esto:
Y a continuación:
El de 599 € de repente te parece baratísimo. Pero si no hubieras visto el de 3.000 € antes, probablemente te parecería caro.
Muchas veces, ese producto carísimo ni siquiera lo quieren vender. Está ahí solo para que compres el “barato”.

Y ahora me dirás, "pero Fernando_x, esa técnica de venta es viejísima, claro que la conocía, yo no caigo en esos trucos" "voy a votarte irrelevante"
Estoy seguro de que no conocías esta otra variante.
En este otro caso el vendedor es un periodista que te quiere hacer creer un bulo. La noticia es tan falsa, que no te la vas a creer sin pruebas. Así que coloca junta a esta, otra noticia que es un bulo tan burdo e increíble, que en comparación la noticia original ahora empieza a parecer más creíble.

¿sabías que esto existía? Mira este ejemplo:
Tienes la noticia de que Pedro Sánchez se beneficiaba económicamente del negocio de burdeles de su suegro. Es claramente un bulo, ¿no es verdad? ¿No? ¿Seguro? Y si ahora pongo a su lado la "noticia" de que "Begoña Gómez es un transexual, un maromo con una tranca más grande que su marido" ¿queeeee?
Esta "noticia" es taaaaan burda que en comparación la primera empieza a ser más creíble.
Y la gente cae en este engaño. Lo tienes a diario en redes sociales. Viralizar a diario barbaridades absurdas que luego en comparación cuando sueltan la más moderada, que es la que realmente te quieren vender, en comparación parece creíble. Incluso para los que se creen tan listos que nunca caerían en la trampa del vendedor de televisiones.
Donald Trump exige a los europeos que aumenten el gasto en defensa.
Los USA son el mayor vendedor de armas a la OTAN.
Los cómplices de Trump (y traidores a sus pueblos), tertulianos y periodistas empiezan a "informar y convencer" a la opinión pública de la conveniencia de este inmenso gasto: "cuanto estaremos dispuestos a sacrificar para salvar la libertad y la democracia "
Hay oposición a aumentar el gasto en defensa por parte de la izquierda y de otros grupos en varios países europeos.
De pronto y como caídos de cielo unos cuantos drones rusos entran en el espacio aéreo de Polonia y Rumania y los tertulianos y periodistas encuentran otra razón para reafirmarse en sus opiniones y meter miedo a la gente.
A mi me parece una estratagema bastante burda y evidente para cambiar la disposición de la gente ante la necesidad o no de armarse ante el peligro ruso.
Huele a que Trump y Putin pueden esta conchabados para que los USA se forren a nuestra costa y que los rusos consigan algún beneficio (como por ejemplo una parte de Ucrania).
No sería de extrañar que en los próximos tiempos si siguen las muestras de oposición sucedieran mas actos hostiles, mas simbólicos que realmente dañinos, en un tipo de persuasión mafiosa de gente que hace de la "protección" su negocio.
Recuerdo cuando vi la película sobre la vida de Trump "The apprentice", este empieza a progresar cuando le acoge como discípulo un abogado de la mafia de New York que le enseña como coaccionar y chantajear, lo que el ogro naranja llama "negociar".
En Menéame han salido varias noticias sobre patatas procedentes de Israel en Mercadona www.meneame.net/story/mercadona-vende-patatas-israel-traicionando-agri www.meneame.net/story/patatas-mercadona-israel www.meneame.net/story/patatas-israel-mercadona pero hay más empresas que apoyan los negocios israelíes. Esta vez es LIDL, empresa alemana en la que normalmente las patatas foráneas provienen de Francia pero esta vez he encontrado patatas de Israel.

¿De verdad no hay otro país al que comprar patatas? Por ética y humanidad pero también por ecología, que traer patatas desde tan lejos de ecológico tiene muy poco. La empresa tiene una página dedicada a la sostenibilidad empresa.lidl.es/sostenibilidad pero este y otros ejemplos evidencian que no es más que "lavado verde".
La noche antes de beber la medicina, soñé que me ahogaba en un río de tinta.
Esto es lo que no te dicen sobre el sufrimiento: que eventualmente te vuelves adicto a tu propia agonía. Que el ego, esa entidad fantasmal que habita el espacio entre quiénes creemos ser y la nada que realmente somos, se alimenta tanto del dolor como del placer. Que después de suficiente tiempo, ya no sabes la diferencia entre existir y defenderte de la existencia.
Durante años viví como un hombre que construye murallas. Cada logro era un ladrillo. Cada mentira, argamasa. Cada acto de generosidad calculada, un torreón desde el cual observar mi superioridad. Mi belleza, mi inteligencia, mi sensibilidad artística... todo lo que podría haber sido simplemente parte de mí se convirtió en munición para la guerra interminable contra mi propia insignificancia.
La doctrina budista tiene una palabra para esto: dukkha. Occidente la traduce como "sufrimiento", pero esa traducción es demasiado pequeña, demasiado limpia. Dukkha es el roce constante de un hueso dislocado. Es la sed que nunca se sacia. Es el sabor metálico del miedo que acompaña cada respiración cuando vives creyendo que eres algo que debe ser protegido, alimentado, perpetuado, cuando vives creyendo que "eres“.
Mi padre murió un martes.
Los budistas hablan del anicca, la impermanencia. Todo lo compuesto se descompone. Todo lo que nace, muere. Pero cuando tu padre deja de respirar en una cama de hospital mientras tú sostienes su mano, el concepto se vuelve carne. La impermanencia deja de ser filosofía y se convierte en el sonido de un monitor que emite un tono continuo, la temperatura decreciente de la piel, el peso imposible de la ausencia.
Después vinieron las otras pequeñas muertes: el trabajo que se evaporó, el dinero que nunca llegó, el cuerpo que comenzó a traicionarme con síntomas que ningún doctor podía nombrar. Me convertí en un hombre hecho de polvo mantenido junto solo por el hábito de la cohesión.
Y aún así, el ego persistía. Incluso en la ruina, especialmente en la ruina, se aferraba más fuerte. "Mira cuánto sufro", susurraba. "Mira lo especial que es mi dolor."
La neurociencia moderna ha descubierto algo extraordinario: que el cerebro tiene una estructura llamada Red Neuronal por Defecto, un sistema que se activa cuando no estamos enfocados en tareas externas. Es el autor de la narrativa del yo, el guionista que convierte el caos de la experiencia sensorial en la telenovela coherente que llamamos "mi vida". Es la voz que comenta, juzga, compara, planea, recuerda, lamenta.
Cada noche, cuando nos hundimos en el sueño profundo, esta red se silencia. Por unos minutos preciosos, el narrador abandona el teatro. La obra continúa sin protagonista. Pero ocurre en la oscuridad, sin audiencia, y al amanecer el actor vuelve al escenario sin recordar que alguna vez existió algo más allá del papel que interpreta.
La ayahuasca no es iluminación en una botella. Es demolición líquida.
La ceremonia ocurrió en una casa a las afueras de la ciudad, un lugar donde las luces de la civilización aún eran visibles pero ya no importaban. Doce extraños sentados en círculo, cada uno cargando su propio peso de desesperación sin nombre. El curandero -un hombre cuya edad era imposible de determinar- sirvió el brebaje en pequeñas copas de cerámica. Sabía a tierra, a muerte vegetal, a todo lo que las ciudades nos enseñan a olvidar.
"Esto te mostrará lo que necesitas ver", dijo. "No lo que quieres ver."
Treinta minutos después, el mundo se desintegró.
La dimetiltriptamina, el principio activo de la ayahuasca, es la única sustancia psicodélica que el cuerpo humano produce naturalmente. Está en tu cerebro ahora mismo, en cantidades traza. Algunos investigadores creen que se libera en grandes cantidades durante el nacimiento y la muerte, que químicamente hablando, nacer y morir se sienten exactamente igual. Que quizás todo lo que llamamos "vida" es solo el espacio entre dos experiencias de DMT.
Cuando la molécula inundó mi cerebro, no experimenté visiones celestiales o encuentros con entidades cósmicas. Experimenté algo mucho más aterrador: la verdad.
Vi cada vez que había elegido la imagen sobre la autenticidad. Vi la pornografía no como placer sino como anestesia, el onanismo como un intento desesperado de tocarme a mí mismo porque nadie más podía alcanzar al hombre detrás de la máscara. Vi mi generosidad como chantaje emocional, mi inteligencia como un muro, mi dolor como vanidad. Vi que había construido una persona entera a partir de reacciones, que "yo" era solo un contrato social sostenido por el miedo a la disolución.
Los budistas llaman a esto anatta: no-yo. No que no existas, sino que no existes de la manera que crees. Que la sensación de ser un sujeto sólido, continuo, separado, es una ilusión cognitiva, un truco de la conciencia tan convincente que pasamos vidas enteras sin cuestionarlo.
Durante cuatro horas, ese truco dejó de funcionar.
Vomité. Lloré. Grité en idiomas que no conozco. En algún momento, dejé de saber dónde terminaba mi cuerpo y dónde comenzaba el suelo. El curandero cantaba ícaros -canciones medicina- pero sonaban como si vinieran desde dentro de mi propio cráneo.
Entonces llegó el momento que no tengo palabras para describir.
El "yo" simplemente... cesó.
No me disocié. No me desmayé. La conciencia permaneció, más brillante y más vasta que nunca. Pero el punto de vista, la sensación de que había alguien experimentando la experiencia, se evaporó. Era como si toda mi vida hubiera estado mirando el mundo a través de un caleidoscopio, y de repente alguien había quitado el tubo y todo era solo luz, sin fragmentación, sin intermediario.
Los místicos cristianos lo llaman unión mística. Los sufíes: fana, aniquilación. Los budistas zen: kensho, ver la naturaleza verdadera. Pero todos están apuntando al mismo territorio inefable: el momento en que el mapa del yo se quema y descubres que nunca fuiste el cartógrafo. Siempre fuiste el territorio.
No sé cuánto duró. El tiempo había dejado de ser lineal. Pero eventualmente, como una marea, el ego regresó. Excepto que ahora sabía -no creía, sabía- que era una construcción. Útil, quizás necesaria para funcionar en el mundo, pero no más real que un personaje en una obra de teatro.
Los días que siguieron fueron un naufragio en cámara lenta.
La integración -el proceso de tejer la experiencia psicodélica de vuelta a la vida ordinaria- es donde la mayoría de las personas fallan. Tienes el destello, el kensho, y luego regresas al mundo que te exige ser alguien: un trabajador, un hijo, un ciudadano, una identidad. El ego no muere fácilmente. Se reagrupa. Negocia. Incluso trata de apropiarse de la experiencia: "Mira, tuve una experiencia espiritual. Ahora soy aún más especial."
Pero algo en mí estaba roto de una manera que no podía ser reparada. O quizás algo estaba reparado de una manera que no podía ser rota nuevamente.
Durante semanas, caminé en niebla. Perdí grandes franjas de memoria. Personas me contaban historias sobre "nuestro pasado" y sonaban como anécdotas sobre un extraño que compartía mi nombre. No era amnesia en el sentido clínico. Era más como si el pegamento que había sostenido la narrativa de "mi vida" se hubiera disuelto, y los eventos ahora flotaban libremente, sin dueño.
Los neurocientíficos que estudian experiencias místicas han descubierto que pueden causar lo que llaman "interrupción de la continuidad autobiográfica". El sentido de ser la misma persona que ayer, que hace diez años, se basa en redes cerebrales específicas. Cuando esas redes se interrumpen —por meditación profunda, por psicodélicos, por ciertos tipos de trauma— la historia del yo puede fragmentarse, reescribirse, o simplemente dejarse ir.
Entonces, un martes sin importancia, mientras preparaba café en mi cocina, me rendí.
No fue dramático. No hubo decisión consciente. Fue más como exhalar después de contener la respiración durante décadas. El esfuerzo de mantener la persona que había sido simplemente... se detuvo.
Aquí está la cosa extraña sobre la rendición: parece la muerte pero se siente como nacimiento.
Las conductas que habían definido mi existencia -la pornografía, el onanismo compulsivo, la búsqueda desesperada de validación externa- simplemente dejaron de interesarme. No por fuerza de voluntad o represión, sino de la misma manera que dejas de jugar con juguetes de niño. No porque los juguetes sean malos, sino porque has superado la etapa en la que proporcionan lo que necesitas.
Hice algo aún más extraño: comencé a inventar historias falsas sobre mí mismo. Le conté a amigos que había visitado prostíbulos, que había tenido problemas con el alcohol ... cosas que nunca sucedieron. Cuando me preguntaban por qué mentía, no podía explicarlo excepto diciendo que la perfección percibida se sentía como otra prisión. Que si la gente me veía como inmaculado, estaban viendo otro ego, solo que uno más pulido. Y yo quería ser visto como lo que realmente era: nadie en particular. Ordinario. Humano. Imperfectamente real.
Los budistas tienen un concepto llamado upaya, medios hábiles. A veces, para liberarte de una trampa, necesitas una trampa más grande. A veces, para matar al ego espiritual, necesitas profanar la imagen que otros tienen de ti. Incluso si eso significa mentir sobre quién eres para acercarte a no ser nadie.
Hoy, dos años después, vivo en la extraña tierra entre mundos.
Grandes secciones de mi pasado están ahora envueltas en bruma. Miro fotografías de "mí" en eventos que "asistí" y siento la distancia que se siente al mirar fotos de tus abuelos jóvenes. Reconocimiento sin identificación. La sensación de "eso sucedió", pero no "eso me sucedió a mí".
¿Es esto una pérdida? Los neurólogos podrían llamarlo disociación. Los psicólogos podrían preocuparse por fragmentación. Pero el camino budista no tiene como objetivo la preservación del yo. Tiene como objetivo ver a través del yo. Ver que el prisionero y el carcelero son la misma ficción. Que la puerta de la jaula siempre estuvo abierta porque nunca hubo jaula, solo el hábito de actuar como si la hubiera.
No recomiendo la ayahuasca. No recomiendo ningún camino particular. Los budistas tradicionales dirían que tomé un atajo peligroso, que el verdadero despertar viene de décadas de meditación disciplinada, no de una noche de química cerebral alterada. Y tienen razón, hasta cierto punto. El DMT puede romper el ego temporalmente, pero no te enseña cómo vivir sin él. Esa es la obra de toda una vida.
Pero tampoco me arrepiento. A veces necesitas que tu mundo explote para darte cuenta de que está hecho de escenografía. A veces necesitas morir para descubrir que la muerte es solo otra historia que el ego cuenta sobre lo que no puede controlar.
Esta mañana, preparé café nuevamente. Vi el vapor elevarse de la taza, sentí el calor atravesar la cerámica hacia mis palmas. Y por un momento, solo un momento, no había nadie allí para tener la experiencia. Solo la experiencia misma, autoconocida, sin observador. Luego el "yo" regresó, como siempre lo hace, porque esto es lo que hace la conciencia en forma humana: se olvida y se recuerda, una y otra vez, en un ritmo tan antiguo como respirar.
Pero ahora sé la diferencia. Sé que el yo es como las olas en el océano: real en su expresión momentánea, pero nunca separado del agua que lo compone. Y ese conocimiento, ese simple reconocimiento, cambia todo y nada.
Todavía pago las facturas. Todavía siento dolor. Todavía cometo errores. Pero ahora los errores no amenazan con destruirme, porque no hay un yo sólido que destruir. Solo patrones. Solo hábitos. Solo esta extraña, preciosa, ordinaria experiencia de ser temporalmente humano.
Los maestros zen dicen: "Antes de la iluminación, corta leña, carga agua. Después de la iluminación, corta leña, carga agua."
Todo sigue igual. Todo es completamente diferente. Y quizás esa paradoja es la única verdad que vale la pena conocer.
La taza se enfría en mis manos. La bebo de todos modos. Esto, también, es sagrado. Esto, también, desaparecerá.
Y yo, quien sea que sea yo, no podría estar más agradecido de presenciar su desvanecimiento.
Cuando uno piensa en Tokio le viene a la cabeza los rascacielos de oficinas y edificios de pisos donde las viviendas son muy pequeñas o micropisos. Pero para nada esto es el Tokio real. Ese es el Tokio del neón, que aparece en la mayoría de películas, documentales y fotografías que muestran los distritos más icónicos: Shinjuku, Shibuya, Ginza, Akihabara o Roppongi.
Son zonas de altísima densidad, llenas de rascacielos, pantallas y trenes. Es decir, el Tokio más visual y cinematográfico, pero representa menos del 10% de la metrópoli.
Los barrios donde vive la mayor parte de los tokiotas —Setagaya, Nerima, Suginami, Ota, Machida, etc.— son de baja altura y residenciales, pero no aparecen en las películas.
Tokio tiene una alta densidad de población total (unos 6.000 hab/km²), pero una densidad construida relativamente baja: pocos rascacielos residenciales, muchísimas casas de dos o tres plantas con pequeño jardín o garaje, barrios muy extensos, con calles estrechas, árboles y baja altura. Es decir, la densidad se logra por extensión y eficiencia, no por amontonamiento vertical. Nada que ver con la hiperverticalidad de Hong Kong o Shanghái.
Aunque existen microapartamentos en el centro, la media de vivienda en el área metropolitana supera los 60–70 m², y en zonas suburbanas llega a los 90–120 m². Las familias de clase media suelen preferir una casa propia de dos plantas, incluso si deben desplazarse algo más, pero no hay problema porque la mayoría de estos barrios están muy bien comunicados con transporte publico y tren. Tokio cuenta con la red de trenes de cercanías más extensa y puntual del mundo: más de 80 líneas y 2.000 estaciones con trenes cada 2–5 minutos en horas punta, ciudades-satélite (Saitama, Chiba, Yokohama, Kawasaki...) conectadas en 30–50 minutos, eso permite que millones de personas vivan en casas unifamiliares fuera del centro sin depender del coche. Por tanto, el modelo urbano combina densidad, movilidad eficiente y calidad residencial.
Desde los años 80, con el auge económico japonés, muchos medios occidentales proyectaron una imagen de Tokio como ciudad “hiperurbana y deshumanizada”. Pero era un error de lectura cultural: en Japón, las calles pequeñas y las casas compactas no implican pobreza ni caos, son un reflejo de la eficiencia espacial, la seguridad y la proximidad comunitaria.
Tokio no es una ciudad de rascacielos ni de hacinamiento, sino una metrópoli policéntrica donde la mayoría vive en casas bajas y barrios verdes, el transporte público hace posible esa dispersión y la densidad está distribuida, no concentrada.
Barrios / urbes policéntricas de Tokio:

Barrios donde se ve como la zona de oficinas y comercial forman parte del núcleo de viviendas, dando forma a una ciudad policéntrica sin necesidad de grandes desplazamientos de masas hacia unos pocos puntos en el centro o barrios centricos de la ciudad.



Otra zona entre Kawasaki y Yokohama:

Cultura del barrio residencial (jūtaku chiiki)
En Tokio, lo habitual es vivir en casas unifamiliares o pequeños bloques de 2-3 pisos en barrios con tiendas, colegios, parques y templos. No son urbanizaciones cerradas ni suburbios aislados: las calles son estrechas y tranquilas, llenas de árboles y bicicletas. Casi todos los servicios cotidianos están a menos de 10 minutos andando. Hay una identidad de barrio muy fuerte: la gente se conoce y cuida su entorno.
Tokio no creció en torno al coche, sino al tren. Las líneas ferroviarias privadas (Tokyu, Seibu, Odakyu, Keio, etc.) planificaron barrios completos alrededor de cada estación, con viviendas, tiendas, escuelas y parques. Cada estación es casi una “mini ciudad”. Así, en lugar de un centro único como Madrid, Tokio tiene decenas de núcleos autosuficientes interconectados lo que permite que mucha gente viva en su casa a 30–50 minutos del centro sin sentir aislamiento.
El sistema de zonificación japonés es mucho más flexible que el europeo: en la mayoría de zonas residenciales puedes construir tiendas, oficinas o restaurantes pequeños. Eso crea una mezcla natural de usos, sin necesidad de planificar “macrocentros comerciales” o “parques empresariales” con resultado de que los barrios viven todo el día, y nadie necesita cruzar media ciudad para trabajar o comprar pan.
Aunque Tokio tiene mucha población pero la competencia entre promotores han mantenido precios más razonables. Por eso, una familia de clase media puede comprarse una casa de dos plantas con pequeño jardín en zonas como Setagaya o Nerima, a 30 minutos del centro. En comparación, Madrid tiene precios mucho más altos y rigidez urbanística, lo que empuja a vivir hacinados en pisos.
Nerima:

Y es que Tokio no tiene un “monocentro”. Los trabajos se reparten entre Shinjuku, Shibuya, Marunouchi, Shinagawa, Ikebukuro, etc... como se ve en las imagenes. Eso evita los atascos brutales que genera el modelo madrileño de concentrar todo en el centro o en grandes polos únicos como AZCA o Las Tablas, etc.
Tokio demuestra que densidad no significa hacinamiento, y que una megaciudad puede ser humana, verde y funcional si se diseña de manera descentralizada, con transporte público eficaz, barrios autosuficientes, mezcla de usos, viviendas unifamiliares asequibles.
Tokio y, en general, muchas ciudades japonesas encarnan mucho mejor los principios de Ebenezer Howard que casi cualquier ciudad europea del siglo XX, que terminó siguiendo el modelo de Le Corbusier. Tras la Segunda Guerra Mundial, Europa necesitaba reconstruir rápido y barato. Ahí fue donde las ideas de Le Corbusier —la ciudad funcional, zonificada y vertical— se impusieron casi sin discusión.
Características del modelo europeo postbélico: Separación estricta de funciones: vivir, trabajar, comprar, ocio, grandes polígonos de viviendas y torres rodeadas de espacios verdes “sin vida”, dependencia del coche o del transporte público radial., centros históricos saturados y periferias-dormitorio sin servicios. Este modelo dio lugar a ciudades mononucleares y dependientes del centro, donde vivir en un piso se asoció a la clase trabajadora y la casa unifamiliar se convirtió en un lujo suburbano.
En cambio, Japón —que también sufrió destrucción, pero con otra cultura urbanística— no abrazó el corbusianismo puro. En lugar de reconstruir con torres y zonificación rígida, fomentó un desarrollo gradual, denso pero humano, centrado en el barrio mixto y el transporte público.
Características que lo acercan a Howard:
Europa adoptó el modelo que fragmentó la vida cotidiana en funciones separadas y deshumanizó las ciudades, mientras que Japón, de forma casi intuitiva, recreó la visión de Howard:
Una ciudad moderna pero vivible, donde trabajo, ocio, servicios y naturaleza se entrelazan en un equilibrio urbano sorprendentemente humano.
Si pensabas que ya lo habías leído todo acerca del exaccionista más querido por la comunidad meneante, no te pierdas sus flamantes aventuras veraniegas por la Noruega socialista, el infierno en la tierra con radares y atascos :lol:
Os prometo más diversión que cuando visteis aquel meneo relacionando Martin Varsavsky con con la lista Epstein, que ya es decir. Pero bueno, de ese tema mejor no hablar que está prohíbido y no quiero que me censuren.
Aquí podéis leer sus últimas sandeces:
twitter-thread.com/t/1959320498212426175
Muchas gracias Martin por abrirme los ojos, yo ya no soy el mismo, era un ciego que no sabía relacionar el socialismo con las carreteras de montaña, los límites de velocidad y los túneles. Pero ahora, gracias a ti, he podido ver la luz. A partir de ahora nunca más cruzaré un tunel ni visitaré un país montañoso.
Maldito socialismo, lo está arruinando todo.
Dos cosas a aclarar previamente a entrar en harina:
1- Soy informático y técnico de seguridad, muchas de las cosas que diré, no las digo desde el equivalente a una barra de bar con el palillo en la boca.
2- No pretendo entrar en si porno sí, o porno no, eso se lo dejo a cada persona, no es mi asunto.
La actualidad al respecto de este asunto me obliga a decir unas cuantas cosas, que si no las digo, exploto, así que le ha tocado a las personas que se lean esto.
Para abreviar, la solución que Europa propone para el acceso al contenido para adultos es, de todas las posibles, la peor de todas, dudo severamente que, ni queriendo, se pudiese encontrar una solución peor, y lo desglosaré:
1- Se considere correcto o no, mucha gente no lo considera algo malo, por lo que una ley tan restrictiva la verán como algo innecesario, molesto o incluso inaceptable. A cualquiera que le guste la historia un poco, le sonará todo esto demasiado a la Ley Seca, pues bien, con esto pasará igual, mucha gente verá esta ley como innecesaria, e incluso obscena, y no la cumplirán, o harán todo lo posible por saltársela.
2- Supone, de manera directa o indirecta, crear una base datos de gente que ve porno en Europa, y dependiendo de la implementación de la aplicación, podría suponer incluir en ella, también directa o indirectamente, los gustos sexuales de estas personas. Eso no hace falta ser un experto para darse cuenta que es un atentado contra la privacidad de estas, y que es incluso peligroso, son datos privados que muchos países consideran del nivel más restringido, que incluso nuestro anterior reglamento de protección de datos, prohibía recabar.
3- El hecho de que ahora se recaben esos datos, y que la aplicación o lo que sea esté en el centro de todo, hará que esa aplicación se convierta en uno de los caramelos más jugosos, y valiosos, de la historia de Internet, más vale que estén preparados, porque el medio que usen para controlar los accesos, va a recibir más ataques e intentos de intromisión que el Pentágono, así que más les vale hacer un trabajo impoluto en lo referente a la seguridad.
4- Aunque intenten hacer un trabajo impoluto, con lo que valdría esa información, y los ataques que recibirá, será sólo cuestión de tiempo que alguno triunfe, y entonces las demandas que pueden caer por las filtraciones de esos datos, amén de otras consecuencias, van a tener cifras de escándalo, aunque sea solo por la clase de datos en discurso.
5- Si no lo adopta todo el globo, se podrá saltar con una VPN, y eso hace que cualquier sistema que monten, sea inútil
6- Y la que hace que todas las anteriores sean aún peores: a día de hoy, un sistema como el que están montando, es terriblemente innecesario, existe software de control parental para Android, MacOS, iOS, Windows, Linux, incluso para los propios navegadores web, software que se lleva usando mucho tiempo, está muy testado, y por sus características, ni supone un atentado contra la privacidad de nadie, ni supone tantos riesgos, además de resultar bastante más versátil, ya que permite escoger a qué más cosas no quieres que el menor tenga acceso, sin limitarlo sólo al porno, y además existe por lo menos desde que salió Windows 95, que las incorporaba en sus opciones para Internet Explorer. Teniendo además la ventaja de que al ser los que la deberían aplicar, los propios interesados, es más sencillo asegurar el cumplimiento de una norma que utilizase como base esta clase de software, que la aplicación que tienen planeada.
Existen otras soluciones menos intrusivas y menos problemáticas, además de menos polémicas, para tratar el acceso de los menores a esos contenidos, y no se me ocurre ningún buen motivo para que estén aplicando este, recalco, un buen motivo, para los malos no necesito mucha imaginación. Conforme lo veo, el sistema adoptado es el peor posible.
El cuadrado rojo es el área de lectura de la web en mi teléfono.
Seguro que puedo ganar unos pixels que se come el navegador pero ¡gensanta!
Ale, ya me voy.

El asesinato de Charlie Kirk ha levantado un vendaval mediático. Portadas, horas de tertulias, políticos rasgándose las vestiduras. Mientras tanto, en 2024 hubo 39 tiroteos en escuelas K-12 con 69 muertos y 194 heridos. En lo que llevamos de 2025, ya van 9 tiroteos, con 4 niños muertos y 35 heridos.
Esos niños no ocupan el prime time. No hay especiales ni despliegue internacional. Son tratados como una estadística más, un ruido de fondo.
La diferencia es sencilla: cuando la víctima es alguien del poder, alguien de su mismo círculo, los medios y la política tiemblan. Porque de repente sienten que puede pasarles a ellos. Entonces todo se vuelve urgente, todo se dramatiza.
Pero cuando las víctimas son niños, familias corrientes, ciudadanos sin micrófono… silencio. Un par de titulares y a otra cosa. Como si la vida de los hijos de nadie valiera menos que la de un político.
Esto no es casualidad, es sistema: perro no muerde a perro (o perro defiende a perro). Mientras sigamos aceptando que la vida de unos cuenta más que la de otros, la injusticia seguirá siendo noticia solo cuando toca a los de arriba.
Este artículo requiere de varias asunciones previas, como que Trump vaya a estar vivo en 2028 y que el Partido Republicano tenga mayoría en el Senado después de las midterms y las elecciones de 2028 (donde se tendrá que renovar un tercio del Senado), pero supongamos que así sea.
De buenas a primeras, la Constitución de los Estados Unidos impediría de manera clara que Donald Trump pueda ser presidente por tercera vez si leemos las enmiendas XXII y XII, que dicen lo siguiente:
XXII Enmienda
Ninguna persona será elegida más de dos veces para el cargo de Presidente [...]
XII Enmienda
[...] Mas ninguna persona constitucionalmente inelegible para el cargo de Presidente puede ser candidata a Vicepresidente de los EE.UU
Además, tendríamos que sumar a esto la sección e) de la Ley de Sucesión Presidencial de 1947 como elemento complementario que regula la sucesión presidencial en caso de ausencia de presidente y vicepresidente:
e) Las subsecciones a), b) y c) sólo serán aplicables a cargos públicos que sean elegibles para el cargo de Presidente según la Constitución.
Esto parece un grupo de obstáculos absolutamente insalvables, pero uno siempre puede confiar en los Siniestros Seis (Roberts, Alito, Thomas, Gorsuch, Kavanaugh, y Coney Barrett) para hacer interpretaciones creativas de la constitución y las leyes a beneficio del GOP.
Donald Trump no podría acceder al cargo de presidente de los EE.UU, pero una interpretación creativa de los textos constitucionales cortesía del Tribunal Supremo podría permitirle concurrir a las elecciones, asumiendo que presentarse a candidato no es garantía alguna de resultar electo, con lo que una derrota electoral prevendría una inconstitucionalidad.
Conviene recordar que el Congreso, o sea Cámara y Senado toman posesión el 3 de enero, algo más de dos semanas antes de la toma de posesión presidencial, que tiene lugar a las 12:00 hora de Washington DC del día 20 de enero. El 6 de enero es el día en que el Congreso certifica los resultados electorales transmitidos por cada uno de los estados.
Con una mayoría republicana en el Senado, y por si acaso con una turba a las puertas del Capitolio como recordatorio no amistoso, el Senado certificaría a Donald Trump como presidente por mucho impedimento constitucional explícito que hubiese.
La idea puede parecer algo estrafalaria y depende de varios hechos previos que tendrían que producirse, pero tiene una probabilidad superior a 0 de ocurrir, con lo que no se puede descartar que Steve Bannon, el Moriarty del Fascio, tenga algo así en mente.
Llegamos a creer que Internet podría ser una herramienta de progreso porque en los 90 creímos que el conocimiento era sinónimo de crecimiento. Pero el sistema ha logrado que el conocimiento no solo haya dejado de ser concebido como un instrumento para progresar, sino que lo ha convertido en una fuente de frustración. Cuanto más sabemos, cuanto más cuestionamos, más solos e incomprendidos nos sentimos.
Con la llegada de la Inteligencia Artificial ya no tendremos que crear nada y por lo tanto ya no tendremos que cuestionarnos nada. El conocimiento no será diferencial porque las máquinas podrán conocer por nosotros. Ya no tendremos que tomar decisiones, porque las máquinas sabrán por nosotros. Ya no tendremos que buscar pareja o vacaciones porque las máquinas lo harán por nosotros. Lo único que podremos y debemos hacer será, llana y sencillamente consumir.
En una década el sistema reinante ha acelerado el cambio de paradigma: si antes la revolución era no obedecer, ahora la revolución será no consumir. Nos hemos convertido en pequeños seres cuya mayor oposición frente a la injusticia es no comprar. Esa es nuestra nueva revolución: no cambiar sistemas o deponer a gobernantes, sino decidir a quién damos el sustento que producen nuestros trabajos de mierda. Ya no somos personas, tan solo somos dinero".
Adam Curtis
Hace años los artistas no solían hablar de salud mental. Hoy, nadie lanza un proyecto sin hablar de ella.Y aunque visibilizar importa, convertir el sufrimiento en trampolín comercial puede ser más dañino que el silencio. The Guardian lo llamó “La mercantilización del trauma”.

La salud mental se ha transformado en contenido. La depresión, da engagement. La ansiedad, impulsa los clicks. Y las lágrimas, si son a cámara y justo antes de una gira, cotizan ya mucho más que el talento. No exagero. Selena Gomez, Billie Eilish, Dani Martín, Ángel Martín… la lista es infinita. Todos han compartido sus batallas. Lo relevante no es que lo cuenten, sino cuándo y para qué.

Especialmente polémico fue el caso de Demi Lovato que convirtió su trastorno bipolar en narrativa de marca de la forma más impúdica y medida: confesiones públicas, discos, series, documental y merchandising de resiliencia. El dolor como lifestyle dentro del capitalismo emocional.

La industria del entretenimiento ya no oculta las crisis. Se producen, se publicitan y se monetizan con precisión quirúrgica. Vivek Shraya lo llamó “La Industria de los Payasos del Trauma” al autodefinir su pasado.

Las agencias de representación lo tienen claro: la “vulnerabilidad selectiva” es la forma más rentable de conectar sin exponerse. El storytelling del sufrimiento vende. Y ya si viene con arco de redención, miel sobre hojuelas.

El propio Leiva (que paradójicamente ha hablado de ansiedad y salud mental en el lanzamiento de sus TRES ÚLTIMOS DISCOS) ve clara la paja en el ojo ajeno.

¿Tienes un nuevo disco, un libro, una serie o un documental? Perfecto. Solo falta la confesión emocional en una entrevista y la portada con mirada quebrada. Agencias de representación y discográficas han entendido el poder del trauma. No importa si la narrativa del dolor es previsible, si la historia personal emociona. Una “buena depresión” puede tapar un disco mediocre o mejor aún, relanzar una trayectoria artística carente de vigor.

La desigualdad o la precariedad están desapareciendo de las letras de la mayoría de artistas. Se sigue cantando sobre dolor o tristeza, pero siempre desde una perspectiva absolutamente personal, nunca colectiva. La lucha contra la injusticia ya no vende como antes y eso es algo que el mercado ha entendido a la perfección. Porque solo se habla de salud mental desde un contexto de privilegio, en un ejercicio de profundo narcicismo, evitando analizar marcos o causas. Y una confesión con intenciones de conversión no es activismo. Es contenido de consumo. Es transformar la concienciación en pura frivolidad.
Al hablar Hitchcock sobre el inmenso poder que el suspense tiene sobre el drama en el cine (y en la vida), dijo: “Si no quieres que el espectador piense en el origen del problema, haz que se obsesione con sus consecuencias convirtiéndolas en relato o en obstáculo a superar, logrando que se identifique fuertemente con ellas”.
Hasta no hace mucho, los artistas creaban para compartir su visión del mundo con la gente, fomentando el talento y la evolución cultural. Ahora los artistas comparten traumas y dramas para que la gente pueda creer que son como ellos, fomentando una identificación tan manipuladora como paralizadora. Esa que logra que pongamos el foco en la consecuencia (la salud mental) y nunca en la causa (precariedad, empleo, vivienda y servicios sociales).
De esta forma, los medios han naturalizado que la gente empatice mejor a través de la admiración que a través del entendimiento del sufrimiento de un igual.
No hace falta mucha imaginación para entender a quién beneficia esta nueva forma de relacionarnos con la salud mental.
Estos días se ha producido bastante revuelo en el parlamento autonómico murciano porque el PSOE ha votado en contra de una moción del PP que proponía imponer en toda España una asignatura (que se impartiría en la ESO) sobre enseñanza de la Constitución Española www.murcia.com/region/noticias/2024/12/03-el-psoe-se-opone-a-que-los-a Dicha asignatura, desde hace un curso, ya se imparte en los institutos murcianos.
Sinceramente, no me ilusiona una asignatura sobre enseñanza de la Constitución configurada por el PP ¿Por qué? Por adoctrinadora. Adoctrinar es predicar una visión ideológica o religiosa en las aulas sin dar espacio para el análisis y debate de visiones alternativas. Por eso los colegios del Opus son ejemplo de adoctrinamiento, mientras que en las universidades públicas es difícil que se adoctrine, pues conviven profesores de diverso pensamiento que mostrarán al alumnado las distintas perspectivas sobre la realidad (lo ideal es que el profesor, aun expresando sus puntos de vista, fomente el debate sobre otros alternativos, pero incluso si no lo hiciera es seguro que otro compañero suyo con ideología diferente lo hará).
Una vez alguien me dijo que yo adoctrinaba por defender la república como mejor forma de Estado. Yo le repliqué ¿Y los profesores que alaban a Campechano en clase no adoctrinan? Y me soltó, con todo su morro, que eso era defender las instituciones. Es el curioso concepto de adoctrinamiento que tiene gran parte de la derecha: si defiendes lo establecido (que obviamente se basa en una opción ideológica conservadora) no adoctrinas, sino que te limitas a algo así como explicar el orden natural de las cosas. Como si no hubiese otras formas de organizar el Estado y regular los derechos ciudadanos en otras partes del mundo (sin ir más lejos, entre muchos de nuestros vecinos europeos) más acordes con la democracia real y la justicia social que, como mínimo, merecen ser escuchadas al mismo nivel que las vigentes en España. De ahí mis temores a que una asignatura sobre la Constitución impulsada por el PP sea puro adoctrinamiento para crear futuros ciudadanos sumisos, complacientes e inconscientes de sus derechos.
No obstante, sí que me parece fundamental establecer una asignatura de formación jurídica básica que, al menos, se dé en 3º y 4º de la ESO, y que tenga por objeto informar a cada ciudadano de sus derechos y los resortes para ejercerlos en los ámbitos más relevantes de su vida: el laboral, el de relaciones con las administraciones públicas y ejercicio de sus derechos políticos, y el familiar-afectivo sexual. Por ejemplo, el grueso de los abusos laborales se producen porque los trabajadores no conocen sus derechos frente al empresario o las armas que tienen para hacerlos efectivos (por ejemplo, desconocer qué es un convenio colectivo y su primacía sobre las condiciones "pactadas" individualmente con el empresario, o no saber que puedes grabar a tu jefe sin su consentimiento para acreditar que has hecho horas extras o que te acosa laboralmente).
Yo dividiría la asignatura en 4 bloques:
-Derechos fundamentales y otros derechos plasmados en la Constitución. Contenido y vías para ejercerlos y reclamarlos cuando no son respetados.
-Derecho del Trabajo. Derechos laborales básicos (jornada, salario, prevención de riesgos laborales...). Cómo saber el convenio colectivo que se te aplica y entender su contenido. Cómo enfrentarte a los incumplimientos empresariales en materia laboral: vías para denunciarlo y trucos para obtener pruebas.
-Derecho Administrativo: Derechos del administrado frente a las distintas administraciones públicas y concepto de interesado en un procedimiento administrativo. Obligaciones de las administraciones públicas. Transparencia y formas para obligar a la Administración que comparta contigo datos relevantes para tus intereses legítimos. Vías para exigir a las administraciones públicas el cumplimiento de sus obligaciones.
-Derechos en el ámbito familiar y afectivo-sexual. Derechos de los hijos frente a los padres. Derechos de los cónyuges y en el ámbito de la pareja. No discriminación por razón de sexo y libertad sexual. Vías para hacer valer tus derechos.
Desde mi punto de vista, conocer estos conceptos es mucho más útil y contribuye a lograr una sociedad mejor infinitamente más que saberse los principales ríos de España. Y sería perfectamente factible enseñarlos porque, a diferencia de lo que a veces se intenta hacer ver, el Derecho es mucho más sencillo de lo que parece.

Las variaciones porcentuales sobre variaciones porcentuales se están convirtiendo en una de las herramientas estrella para manipular la realidad en los medios. Y aquí ya no se puede alegar que haya errores en los cálculos, ya que aritméticamente son correctos, pero no deja de ser una manipulación. En el ejemplo anterior de El Mundo se ve una intención clara, hay que oscurecer que la productividad crece y para ello se compara el aumento actual con el de hace un año: si en el tercer trimestre de 2024 crecía un 2,44% y en el tercer trimestre de 2025 ha crecido un 0,82%, el crecimiento ha bajado (ya este concepto chirría un poco) un 67% (0,82/2,44=0,336).

Cuando se comparan variaciones porcentuales es mejor hacerlas en valores absoluto (en este caso habría sido mejor decir que el crecimiento es 1,62 puntos inferior) porque hacerlo en valores relativos es engañoso, y esto se puede apreciar con un sencillo ejemplo: si se hubiera pasado de un crecimiento de 0,03% a un 0,01%, donde la bajada porcentual es la misma que en el artículo (0,01/0,03=0,333), pero todos entendemos que la situación no es la misma.
El intento de equiparación del Imperio Romano al dominio estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial es tan viejo y manido como, en mi opinión, errado. Se trata de dos clases de imperialismo distinto con un contexto particular y pienso que, sin perjuicio de similitudes (como se pueden dar entre cualquier dos clases de regímenes políticos) obedece más a un intento de caracterización ideológica que a un análisis serio.
Sin entrar en este debate, la historia, como dice el adagio, puede que no se repita, pero sí rima. Y de un tiempo a esta parte no paro de ver similitudes entre la degradación institucional estadounidense y la República romana tardía. Y no puedo dejar de ver cómo algunas actuaciones concretas de Trump riman con acciones de Cayo Julio César.
Dejemos esto claro: Trump no le llega a la suela de los zapatos a César en absolutamente nada. Tal vez mi opinión esté un poco sesgada por ser este último mi personaje histórico favorito, al que le he dedicado horas y horas de estudio; pero creo que sólo un fanático podría ponerlos en la misma liga, fuera de sus similitudes: instinto autocrático, el recelo a las instituciones y tener ambos un perfil outsider al statu quo, a pesar de ser, ambos, de rancia "aristocracia" nacional.
Al hilo del “NO KINGS” reciente en Estados Unidos y de las manifestaciones contra las pulsiones del presidente, Trump posteó un vídeo realizado con inteligencia artificial que lo representa como un rey, con la parafernalia y panoplia asociada a un monarca clásico inglés.
Y esto no deja de recordarme el incidente de las Lupercales del año 44 a.C.
Otro de los versos que riman entre EE.UU y Roma es el odio que le tenían al concepto mismo de rey. Ambos se rebelaron contra su monarquía, la primera mediante una escisión. En Roma, acusar a alguien de querer ser rey era la principal y más grave acusación que se le podía hacer a un rival político, y fue causa del fin deshonroso de carreras extraordinariamente exitosas como la de Escipión Africano. Ser Rey era anatema. Como en EE.UU.
Existe la imagen simplista (y por tanto errónea) de que un día había República y al otro llegó César y montó un Imperio que heredaría Augusto. La República llevaba décadas siendo degradada progresivamente. Se ignoraban procedimientos legales, se hacían cosas manifiestamente contra ley, se inventaban normas, se eludían otras, la fuerza primaba sobre la razón. César empujó contra la República, no halló resistencia (con unas instituciones muy debilitadas), empujó un poco más, y empujó y empujó hasta que se percató de que nada quedaba de ella salvo el nombre. Fue, repito, algo gradual que derivaba desde antes siquiera de su nacimiento.
Otro verso que rima.
Pongámonos en contexto: derrotados todos sus enemigos principales, César es el primer hombre de Roma y el auténtico amo del cotarro. Acumula poderes y privilegios nunca vistos en un dirigente romano desde el rey Tarquinio el Soberbio.
Y en este contexto se produce la pantomima del ofrecimiento de la corona de rey a César en las Lupercales de ese año. Se trataba de una fiesta por demás curiosa, en la que hombres desnudos vestidos con piel de lobo jaraneaban, se emborrachaban y daban leves latigazos a jóvenes muchachas, que creían que eso favorecía su fecundidad.
En medio del jolgorio sucede lo siguiente: Marco Antonio ofrece o pone una corona a César tres veces. La plebe reacciona de forma, por lo general, desfavorable. Cuando César la rechaza por última vez, el populacho lo vitorea.
Y hay tres formas de ver este hecho, sobre el cual ni las fuentes antiguas ni los estudiosos contemporáneos se ponen de acuerdo. Como no somos ingenuos, vamos a partir de la base que el ofrecimiento no fue algo espontáneo sino coreografiado; la incógnita es por qué:
- Unos dicen que esto únicamente pretendía escenificar el rechazo de César, y que, a pesar de gozar de todos los poderes de un rey, no tenía deseos de serlo ni de acabar con la República.
- Otros entienden que esto pretendía escenificar que el pueblo romano deseaba ver a César como rey, aunque él lo rechazase, porque entiende que los símbolos no son nada comparado con el poder real que tiene.
- Y por último, la tercera teoría es que César pretendía probar cómo estaba el ambiente antes de tomar una decisión. Sostiene que, si la gente hubiese aclamado en el primer intento de coronación, en vez de rechazarla la habría aceptado. Pero esto sirvió como forma de ver cómo estaban los ánimos, y al percatarse de que el pueblo romano seguía sin aceptar un rey, aprovechó para escenificar un rechazo. Win-win.
Lo bueno (y complicado) de César es que todo se explica de forma doble. Sus acciones, por lo general, pueden ser vistas como algo maquiavélicamente meditado, o como algo emocional y sincero. Lo que creo personalmente y lo que hace que sea mi personaje histórico favorito es que se dan ambas. Uno puede pensar que César perdonaba a sus enemigos porque pretendía actuar de puertas afuera como clemente y tener una clase senatorial favorable; otro puede opinar que César perdonaba únicamente por su candidez y clemencia innatas con sus colegas; y otros, entre los que me incluyo, creo que a César lo guiaban ambos instintos con igual intensidad.
Por eso me adhiero a la tercera teoría de la pantomima especificada en las Lupercales: una forma de meter el dedito en la piscina a ver si se zambullía o no. Si me declaro Rey a calzón quitado o simplemente me mantengo con todos los poderes de uno, pero salvando las apariencias.
Y por eso pienso que el infame tweet de Trump como rey es la puesta en escena del rechazo a la corona de las Lupercales, una forma de ver si su pueblo acepta la idea de verle como autócrata. Unas Lupercales tuiteras.
Pero lo que me causa más inquietud es que el pueblo americano no ha rechazado tan de lleno la idea de un rey como el pueblo romano. Y habida cuenta de que César tuvo que enfrentarse militarmente a muchos oponentes hasta ser el princeps romano, esto me da mucho en qué pensar.
Porque, como se dice, la historia rima.

A buen seguro, muchos recordamos aquella célebre escena de Samuel L. Jackson en Django Unchained. Al ver al esclavo liberado, se pregunta quién es ese negro a caballo. Su ira aumenta a medida que el señor Candie, amo de la plantación, le da instrucciones para que lo trate con un mínimo de dignidad, como si fuera un blanco, es decir, una persona.
Estos días he vuelto a pensar en esa escena al observar las reacciones de muchos de nuestros congéneres ante la flotilla de Gaza.
Vivimos en una sociedad opulenta si la miramos con perspectiva histórica. A pesar de la precariedad laboral, la falta de perspectivas o las dificultades de acceso a la vivienda, tenemos pocas probabilidades de morir de hambre o de una enfermedad infecciosa común. Eso, que para nuestros antepasados habría sido un milagro, nos coloca entre los privilegiados. Precisamente por ello podemos conceder más valor a bienes inmateriales —la calidad humana, la dignidad—, y quizá por eso ahora nos irritan más quienes los poseen.
Tal vez sea esa la razón por la cual la existencia de la flotilla de Gaza resulte una afrenta para muchos. Habría que ser muy ingenuo para no advertir que vivimos en una plantación virtual: nosotros, los que trabajamos para vivir, los que pedimos permiso para existir, estamos claramente separados de las personas auténticas, nuestros amos, quienes deciden cómo ha de funcionar la plantación y qué hemos de pensar.
Las cosas no siempre son amables. Si el señor Candie decide despedazar con perros a uno de nosotros, el sentido común parece dictar que lo más prudente es mirar hacia otro lado. Hoy le toca a Gaza; mañana, ya veremos. Unos deciden y los demás obedecemos.
Algunos, incluso, asumen el papel moral de Stephen —el negro negrero interpretado por Jackson—, indignados porque algunos de sus iguales se creen con derecho a intervenir en el curso de la historia. Aunque sea de una forma tan inofensiva para el sistema-plantación como boicotear una competición ciclista o enviar unos veleros hacia Gaza para ser televisados mientras sus tripulantes son humillados.
“¿Quién se cree este negro, que va a caballo como un blanco? ¿Piensa que con ese gesto va a cambiar algo? ¿No conoce su lugar? La gente como él es un peligro, mi verdadero enemigo. He de hacer entrar en razón a Monsieur Candie, que está siendo demasiado blando. Tal vez no conozca a mi gente tan bien como yo.”
Quizá por eso nuestro compañero IanCutris estaba tan acertado en su artículo, y quienes comparten latigazos conmigo me obsequian con estos memes.



Ambas son virales porque sus protagonistas así lo han decidido. Ambas nos plantean interesantes preguntas ético-jurídicas. Ambas son oro para los guionistas de black mirror (de hecho, una coincide al dedillo con uno de sus últimos capítulos). Vamos con ellas.
PRIMERA. Una auxiliar de geriatría de una residencia debe dar de comer a una anciana que, según afirma la auxiliar, está "más muerta que viva". Por eso decide grabarla y subirlo a tiktok, realizando continuos comentaros humillantes hacia la anciana, que se da cuenta de todo y la mira desde su cama (está tumbada y cubierta por una manta) cuando le graba con el móvil. No voy a subir el enlace, entre otras cosas porque es ilegal, ya que difunde la imagen de la víctima sin su consentimiento, en un contexto que además es absolutamente vejatorio para ella. Pero se ha viralizado en twitter y otras redes, si alguien quiere "deleitarse" no le costará encontrarlo.
SEGUNDA. Un influencer de la órbita ultraneoliberal-cryptobro se vuelve adicto a las drogas, y cada vez consume más. Empieza a tener problemas económicos y necesita costearse sus vicios. Por eso empieza a hacer directos drogándose en vivo y hablando bajo los efectos de drogas duras (basuco). La "gracia" de sus streams consiste exactamente en eso: verle drogarse, verle desvariar...y pagarle para que lo siga haciendo. En efecto, sus seguidores le dan dinero para drogas y él, a cambio, se droga en directo con ese dinero para regocijo del público. Su deterioro físico y mental es absoluto, y ése es uno de los grandes incentivos del espectáculo: ver cuánto aguanta antes de morir, ver cómo lentamente se convierte en un cadáver viviente.
Al igual que en el supuesto anterior, no le publicitaré, en este caso para no ayudarle a seguirse matando (tampoco le hace falta, pues sólo en twitter hay un montón de extractos de sus vídeos). Pero los seguidores de black mirror podéis imaginaros el capítulo del streamer que bebía su propia orina y se hacía todo tipo de perrerías a cambio de propinas...multiplicado por mil en cuanto a sordidez.
Que los contenidos propios de la dark web empiecen a colonizar el internet visible, nos dice bastantes cosas. Comenzando por la auxiliar de geriatría, el primer dato destacable es que hay gente tan descerebrada, analfabeta funcional e inhumana como para considerar algo gracioso humillar a una anciana indefensa y compartirlo con el mundo. Y gente tan embrutecida que lo disfruta y le ríe las gracias. Se supone que esta chica tiene estudios de FP, y que en dicha formación le enseñaron los derechos del paciente, el respeto que debe guardarle y las obligaciones que la ley le impone respecto a él ¿Cómo pudo titularse semejante cacho carne con ojos? No es sólo una cuestión de absoluta insensibilidad, cuando no sadismo. Es ignorancia supina ¿Cómo puede haber obtenido el título sin saber que grabar a la anciana y subirlo a las redes sin su consentimiento, y encima vejándola de la peor forma, puede constituir un delito contra su intimidad, aparte de su despido fulminante?
Siempre digo que las peores películas de terror son los dramas que reflejan manicomios o residencias de ancianos o niños anteriores a (como mínimo) la segunda mitad del siglo XX. Porque los internos no eran nada, no tenían derechos en la práctica. Una persona cuerda de quien sus familiares se querían librar podía ser internada de por vida, pues su mera catalogación como demente por parte del director del centro le privaba de cualquier posibilidad de escape. Un anciano o un niño sin recursos eran esclavos del personal del centro, estando absolutamente en sus manos, a merced del hambre, la suciedad o el maltrato a que quisiesen someterles.
Se supone que en el siglo XXI hemos superado esa dinámica, y que existen inspecciones, controles y garantías jurídicas para proteger a los internos. Se supone que sólo el personal ética y técnicamente formado puede cuidar ancianos, enfermos mentales o niños internos en una residencia. Se supone que ese personal es suficiente, que los medios materiales son bastantes y que el Estado se asegura de que así sea. La realidad nos muestra que muchas veces sucede todo lo contrario. No sólo por la falta de personal, de aire acondicionado en verano o de comida en buenas condiciones que, mes tras mes, la prensa nos muestra que degradan inhumanamente las condiciones de vida de los internos en tal o cual residencia pública o privada. Es que hemos llegado al nivel de que la educación superior deja pasar a auténticas bestezuelas como la protagonista del vídeo.
Entremos ahora en el streamer que se mata en vivo a cambio de dinero para drogas ¿Debería ser legal que una empresa, en este caso la web de streams que usa para sus espectáculos, aloje semejante contenido? Ciertamente es extranjera, pero ¿no debería el Estado caparla como hace con dontorrent cada dos por tres? Habrá quien diga que el streamer está haciendo un legítimo uso de su libertad, que ofrece su salud y su dignidad para ganar dinero. Pero entonces ¿Por qué no legalizar la venta de órganos? ¿Y los combates de gladiadores a muerte? Desde mi perspectiva, es deber del Estado prohibir aquellos negocios que impliquen el comercio con bienes esenciales del ser humano, como su salud, su vida o su dignidad más elemental. Porque los derechos humanos son irrenunciables. Y no sólo por su valor intrínseco respecto de su titular. También porque son pilares irremplazables de todo orden social elementalmente justo.
Porque si permitimos que una persona renuncie a sus derechos humanos por dinero, los poderes económicos se las apañarán para crear las condiciones que obliguen a una masa de individuos a hacer lo mismo. Si asumimos que yo puedo vender mi riñón o dejar que una masa me apalee a cambio de unas monedas, acabará interiorizándose que ésa es una forma lícita de ganarse la vida. Y cuando alguien esté en el paro sin un duro, el Estado le dirá "no pidas una prestación por desempleo...vende el hígado. Si no lo haces es porque eres un parásito que pretende vivir de los demás en lugar de buscarse la vida". Y, evidentemente, en ese contexto la renuncia no es libre.
Todo ello aparte del problema central: la educación. Un sistema educativo que nos enseñe a respetarnos y respetar, que nos invite a cultivar la mente y el espíritu, que nos forme en el conocimiento y la defensa a ultranza de nuestros derechos y los del prójimo, que son los mismos. Un sistema educativo muy poco atractivo para quienes desean degradarnos a la condición de ganado, pero imprescindible para evitar que la caza al moro, el tirar monedas al yonki para que se pinche o el considerar basura a todo aquel que no puede valerse por sí mismo y no es de nuestra familia (y a veces ni eso) acaben convirtiéndonos en bestias de corral.
Tras leer hoy esta increíble gilipollez: www.meneame.net/story/elon-musk-dueno-google-quieren-todos-trabajen-si
No he podido evitar acordarme de una chorrada que me pasó hace años. Estaba trabajando en una empresa pequeña de una ciudad pequeña de España, que tenía la organización ligeramente más desorganizada de lo habitual para una pyme.
Un día, durante el desayuno, me asaltó una comercial y me preguntó si “¿se puede hacer esto?”, y me contó una idea vaga que podría encajar con la línea de trabajo principal de la empresa. Yo le contesté que sí y le dibujé un proceso nuevo en una servilleta.
Ella cogió la servilleta y, al día siguiente, a espaldas de casi todo el mundo, vendió la idea a un cliente enorme. La servilleta se había transformado en una presentación de 25 páginas a todo color. Más tarde discutió con la dirección y se fue.
Ocho meses más tarde, el cliente nos dijo: “Oye, ¿el servicio tan guay que he contratado y que empieza el mes que viene cómo va? Es que no me habéis dicho nada en siete meses. ¿Todo listo para empezar?” Así que hubo que pedirle al cliente la presentación y el contrato para averiguar qué puñetas le habíamos vendido.
Se dieron cuenta de que había que reprogramar el 25 % o más de la aplicación principal de la empresa, y que tenía que estar lista en 15 días. Así que nos reunieron a todos los informáticos y nos dijeron: “Os tenéis que esforzar al máximo, necesitamos un nivel de compromiso absoluto y total y hacer lo que sea necesario, se tarde lo que se tarde” o algo así era la frase, tampoco la recuerdo exactamente.
Y yo, como soy bastante más despistado que la media, entendí que teníamos que seguir haciendo lo de siempre, ya que yo empezaba a trabajar, rendía al máximo y paraba de trabajar a las 17:30, la hora de salida estándar. Así que seguí haciendo exactamente lo mismo que hacía siempre.
Lo que se tenía que entregar en 15 días se entregó 15 meses más tarde, y a pesar de todo, fue un éxito total.
Por otro lado, unos 25 meses más tarde, me enteré de que la dirección de la empresa estaba cabreadísima conmigo, ya que estaba dando un ejemplo espantoso al resto de los trabajadores al salir todos los días a mi hora, como siempre. Parece ser que algunos compañeros empezaron a dejar de trabajar un poco más pronto siguiendo mi estela. Según me contaron, la dirección se planteó despedirme de manera fulminante, aunque no se atrevieron, ya que quitar a un programador veterano cuando tienes un marrón enorme es una idea terriblemente estúpida.
Y así es como resistí una orden indirecta según la cual había que echar horas extras gratis: sin darme cuenta, con toda la tranquilidad del mundo, sin estrés alguno.
La moraleja de esto se puede resumir en:
A) Las cosas salen bien si no tienes a la gente quemada.
B) Nunca hay que hacer horas extras que no te paguen.
C) Las amenazas de despido se pueden contestar con un “no hay huevos” pasivo-agresivo. (Yo lo hice por accidente, pero conscientemente habría hecho lo mismo).
D) Cuando me fui de esa empresa voluntariamente, un poco más tarde encontré un empleo mucho mejor, así que probablemente, si me hubieran echado, incluso habría empezado a cobrar más mucho antes.
E) Nunca confies en un comercial, ni siquiera los de tu propia empresa.
D) Nunca cumplas una orden que no te den por escrito.
menéame