Los científicos relacionan el calentamiento de la atmósfera con cambios en las corrientes en chorro, lo que aumenta la probabilidad de sacudidas inesperadas, muy perceptibles cuando vas en vuelo.
En los últimos 15 años, cerca de una decena de artículos científicos han explorado esa conexión constatando un aumento en la velocidad de los vientos de esas corrientes, que conllevan más inestabilidad.
Se ha visto un incremento de 55% en casos de turbulencia moderada, severa o extrema, en comparación con hace 45 años.
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