Cuando, por las tardes, el gurú se sentaba para las prácticas del culto, siempre andaba por ahí el gato del ashram distrayendo a los fieles. De manera que ordenó que ataran al gato durante el culto de la tarde.
Mucho tiempo después de haber muerto el gurú, seguían atando al gato durante el referido culto. Y cuando el gato murió, llevaron otro para atarlo durante el culto vespertino.
Siglos más tarde, los discípulos del gurú escribieron doctos tratados acerca del importante papel que desempeña el gato en la realización de un culto como es debido.
Cuento sufí
Comentarios
Ahora entiendo mejor algunos chistes de Terry Pratchett, gracias.
#0 Es buenísimo
#3 Ya te digo, hoy tengo otro cachondo que le pasara a mas de uno
#4 Si es el de la mujer perfecta, es buenísimo también.
Se parece a la leyenda budista sobre los gatos:
Cuenta una leyenda budista que un gato se quedó dormido sobre la túnica de Buda. Este último decidió no molestar su apacible sueño y, para seguir con sus actividades, cortó el pedazo de tela alrededor del felino para poder levantarse sin interrumpir su descanso.
A partir de este momento, y según la leyenda budista sobre los gatos, el gato comenzó a formar parte de las meditaciones budistas. El maestro que hizo que el felino comenzara a formar parte de estos encuentros un buen día falleció.
Tras preguntarse qué camino seguir, su sucesor permitió que el gato los siguiera acompañando en sus clases y meditaciones de budismo zen. Esta historia comenzó a expandirse a los templos de la región y, para el momento en que el gato falleció, ya muchos templos habían adoptado a estos animales como compañeros de la meditación.
Incluso, llegaron a escribirse tratados científicos que comprobaban que la presencia del gato aumentaba la concentración del ser humano. Así fue como se originó esta leyenda budista sobre los gatos.