Las guerras se han medido durante mucho tiempo por su gasto en «sangre y tesoro», es decir, sus costes humanos y financieros. De hecho, Donald Trump lleva mucho tiempo utilizando esta expresión como criterio para juzgar la conveniencia de desplegar las fuerzas estadounidenses, desde sus críticas a la guerra de Afganistán en 2013. Ahora, Trump ha lanzado su propia operación militar en la que Estados Unidos está gastando mucho más que su adversario.