La “muerte romántica” no se limitaba a la desaparición física, sino que representaba una conexión con lo infinito, lo trascendental y lo eterno, más allá de la existencia terrenal. Este enfoque no estaba marcado por la desesperanza, sino por una melancolía que sublimaba la muerte como parte del ciclo natural de la vida. En la visión romántica, la muerte no era el final definitivo, sino un paso hacia algo más grande dentro de la naturaleza.
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