El antiguo lecho marino del cada vez más seco Mar de Aral, tras perder el 93 % de su volumen, ha provocado la elevación del manto terrestre de la zona en unos siete milímetros cada año. El peso del agua del lago antes de encogerse era lo suficientemente grande como para provocar el hundimiento de la corteza terrestre bajo él, por lo que los científicos esperaban que se produjera un cierto levantamiento de la superficie de rebote mientras el lago se secaba.
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