El escenario es desgarrador, un lecho colocado de forma transversal para bloquear la entrada de un dormitorio, un gesto desesperado de sus ocupantes por protegerse de la lluvia de lapilli —fragmentos de roca volcánica— que caía sin piedad durante las primeras fases de la erupción. El mobiliario, reducido a cenizas, ha sido recuperado mediante la técnica de los vaciados de yeso. Junto a él, los restos de al menos cuatro individuos, entre ellos un niño.
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