El enfrentamiento entre ONG y sindicatos

in embargo, cuando los trabajadores del sector sin ánimo de lucro intentan sindicarse, tropiezan con las contradicciones de la situación en la que se encuentran. Unos superiores que predican igualdad y dedicación a la causa de pronto se oponen ferozmente a la creación de un sindicato. StoryCorps, una ONG con sede en Nueva York inspirada en el marco de trabajo del activista laboral y periodista Studs Terkel, se enfrentó con uñas y dientes a la campaña sindical iniciada por sus empleados. El fundador y presidente de la organización, Dave Isay (autor de un libro titulado Callings: The Purpose and Passion of Work), envió un correo electrónico a sus empleados donde argumentaba que la existencia de un sindicato en StoryCorps «levantaría muros, reforzaría divisiones, crearía un entorno laboral más reglamentado y formal y fomentaría una cultura cada vez más beligerante». El sindicato recurrió a los piquetes durante la recaudación de fondos anual de StoryCorps, como parte de un proceso de más de dos años que los llevó a celebrar unas elecciones sindicales y a negociar un primer acuerdo. «Pensábamos que, como muchas otras organizaciones progresistas, entenderían por qué exigíamos para la empresa los mismos valores que comunicamos a través de nuestro trabajo», explica Justin Williams, un trabajador de StoryCorps.

StoryCorps estaba lejos de ser la única organización con una historia como esta. El Centro Nacional para la Igualdad Transgénero vio cómo la mayoría de sus trabajadores abandonaban sus puestos de trabajo durante una disputa parecida. Presentaron una demanda por práctica laboral desleal ante la Junta Nacional de Relaciones de Trabajo (NLRB) en la que afirmaban que los empleados se habían visto obligados a renunciar a su trabajo después de anunciar su intención de unirse al sindicato Nonprofit Professional Employees Union (NPEU). «No deja de ser irónico que la única forma de que los trabajadores transgénero puedan contar con una protección legal explícita en el lugar de trabajo en más de la mitad del país sea mediante la creación de un sindicato y la negociación de un acuerdo que prohíba toda discriminación por motivos de identidad de género», apuntaban desde el sindicato. De la misma manera, los trabajadores del Southern Poverty Law Center (Centro Legal sobre la Pobreza Sureña) lucharon por la creación de un sindicato y se encontraron con la resistencia de la cúpula directiva de la organización. Los gestores del centro contrataron los servicios de un importante bufete antisindicalista y fueron criticados por la contundencia de su reacción, en particular tras la marcha del cofundador y presidente de la organización por acusaciones de acoso sexual, discriminación racial y otros tratos vejatorios al personal.

Trabajar, un amor no correspondido. Sahra Jaffe.