LITERATOS. Compartimos fragmentos.
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Bola de sebo

La Guardia Nacional, que desde dos meses atrás practicaba con gran lujo de precauciones prudentes reconocimientos en los bosques vecinos, fusilando a veces a sus propios centinelas y aprestándose al combate cuando un conejo hacía crujir la hojarasca, se retiró a sus hogares. Las armas, los uniformes, todos los mortíferos arreos que hasta entonces derramaron el terror sobre las carreteras nacionales, entre leguas a la redonda, desaparecieron de repente. 

Los últimos soldados franceses acababan de atravesar el Sena buscando el camino de Pont-Audemer por Saint-Severt y Bourg-Achard, y su general iba tras ellos entre dos de sus ayudantes, a pie, desalentado porque no podía intentar nada con jirones de un ejército deshecho y enloquecido por el terrible desastre de un pueblo acostumbrado a vencer y al presente vencido, sin gloria ni desquite, a pesar de su bravura legendaria.

 Una calma profunda, una terrible y silenciosa inquietud, abrumaron a la población. Muchos burgueses acomodados, entumecidos en el comercio, esperaban ansiosamente a los invasores, con el temor de que juzgasen armas de combate un asador y un cuchillo de cocina.

 La vida se paralizó, se cerraron las tiendas, las calles enmudecieron. De tarde en tarde un transeúnte, acobardado por aquel mortal silencio,al deslizarse rápidamente, rozaba el revoco de las fachadas.

 La zozobra, la incertidumbre, hicieron al fin desear que llegase, de una vez, el invasor.

"Bola de sebo" de Guy de Maupassant.

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Cambalache

Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé

En el 506, y en el 2 000 también

Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos

Contentos y amargaos, valores y dublé

Pero que el siglo XX es un despliegue

De maldad insolente, ya no hay quién lo niegue

Vivimos revolcaos en un merengue

Y en el mismo lodo, todos manoseaos

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor

¡Ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador!

¡Todo es igual! ¡Nada es mejor!

¡Lo mismo un burro que un gran profesor!

No hay aplazaos , ni escalafón

Los inmorales nos han igualao

Si uno vive en la impostura

Y otro afana en su ambición

Da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos

Caradura o polizón

Qué falta de respeto, qué atropello a la razón

Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón

Mezclao con Stavisky, van Don Bosco Y "La Mignón",

Don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín

Igual que en la vidriera irrespetuosa

De los cambalaches se ha mezclao la vida

Y herida por un sable sin remaches

Ves llorar la Biblia junto a un calefón

Siglo veinte, cambalache, problemático y febril

El que no llora, no mama; y el que no afana, es un gil

Dale nomá', dale que va

Que allá en el horno nos vamo a encontrar

No pensés más, séntate a un lao

Que a nadie importa si naciste honrao

Si es lo mismo el que labura

Noche y día como un buey

Que el que vive de las minas, que el que mata, que el que cura

O está fuera de la ley

Enrique Santos Discepolo

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Berenice

En la mesa, a mi lado, brillaba una lámpara y cerca de ella había una pequeña caja. No tenía un aspecto llamativo, y yo la había visto antes, pues pertenecía al médico de la familia. Pero, ¿cómo había llegado allí, a mi mesa y por qué me estremecí al fijarme en ella? No merecía la pena tener en cuenta estas cosas, y por fin mis ojos cayeron sobre las páginas abiertas de un libro y sobre una frase subrayada. Eran las extrañas pero sencillas palabras del poeta Ebn Zaiat: “Dicebant mihi sodales, si sepulchrum amicae visitarem, curas meas aliquantulum fore levatas”. ¿Por qué, al leerlas, se me pusieron los pelos de punta y se me heló la sangre en las venas?

Sonó un suave golpe en la puerta de la biblioteca y, pálido como habitante de una tumba, un criado entró de puntillas. Había en sus ojos un espantoso terror y me habló con una voz quebrada, ronca y muy baja. ¿Qué dijo? Oí unas frases entrecortadas. Hablaba de un grito salvaje que había turbado el silencio de la noche, y de la servidumbre reunida para averiguar de dónde procedía, y su voz recobró un tono espeluznante, claro, cuando me habló, susurrando, de una tumba profanada, de un cadáver envuelto en la mortaja y desfigurado, pero que aún respiraba, aún palpitaba, ¡aún vivía!

Señaló mis ropas: estaban manchadas de barro y de sangre. No contesté nada; me tomó suavemente la mano: tenía huellas de uñas humanas. Dirigió mi atención a un objeto que había en la pared; lo miré durante unos minutos: era una pala. Con un grito corrí hacia la mesa y agarré la caja. Pero no pude abrirla, y por mi temblor se me escapó de las manos, y se cayó al suelo, y se rompió en pedazos; y entre éstos, entrechocando, rodaron unos instrumentos de cirugía dental, mezclados con treinta y dos diminutos objetos blancos, de marfil, que se desparramaron por el suelo.

Edgar Allan Poe, "Berenice."

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Historia del puñetero gorro

En febrero de 1948, el líder comunista Klement Gottwald salió al balcón de un palacio barroco de Praga para dirigirse a los cientos de miles de personas que llenaban la Plaza de la Ciudad Vieja.

Aquél fue un momento crucial de la historia de Bohemia. Uno de esos instantes decisivos que ocurren una o dos veces por milenio.

Gottwald estaba rodeado por sus camaradas y justo a su lado estaba Clementis. La nieve revoloteaba, hacía frío y Gottwald tenía la cabeza descubierta. Clementis, siempre tan atento, se quitó su gorro de pieles y se lo colocó en la cabeza a Gottwald.

El departamento de propaganda difundió en cientos de miles de ejemplares la fotografía del balcón desde el que Gottwald, con el gorro en la cabeza y los camaradas a su lado, habla a la nación.

En ese balcón comenzó la historia de la Bohemia comunista.

Hasta el último niño conocía aquella fotografía que aparecía en los carteles de propaganda, en los manuales escolares y en los museos.

Cuatro años más tarde a Clementis lo acusaron de traición y lo colgaron. El departamento de propaganda lo borró inmediatamente de la historia y, por supuesto, de todas las fotografías.

Desde entonces Gottwald está solo en el balcón. En el sitio en el que estaba Clementis aparece sólo la pared vacía del palacio. Lo único que quedó de Clementis fue el gorro en la cabeza de Gottwald.

El libro de la risa y el olvido. Milan Kundera

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La chica del estanco

Estoy al final de un domingo monótono. Llueve incesantemente. Un domingo fastidiado porque he tenido que levantarme a las seis para sacar a pastar por las nubes a un Bréguet. Al cabo de diez minutos ha manifestado el deseo imperioso de regresar a las cuadras. (¿Te das cuenta de que hablo como el Abbé Delille?… ¡Oh, la vida provinciana!). Y por diez minutos de vuelo todo un domingo soñoliento. He pasado todo el día comprando cerillas, cigarrillos y sellos. La chica del estanco es monísima. En mi habitación ya tengo más de treinta cajas de cerillas y sellos para cuarenta años. Melancólico balance de ocho días de amor.

Una estanquera es algo maravilloso. El mostrador es hermoso como un trono. Uno se siente alejado y muy pequeño. Uno se oye decir con embriaguez: «Cuarenta céntimos…». Uno mendiga las palabras de amor de donde se puede.

Cartas a una amiga imaginaria. Antoine de Saint Exupery

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No, Gracias

Qué quieres que haga? Buscar un protector, un amo tal vez?

Y como hiedra oscura, que sobre la pared medra sibilina y con adulación,

cambiar de camisa para obtener posición?

NO, GRACIAS.

Dedicar si viene al caso versos a los banqueros,

convertirme en payaso? Adular con vileza los cuernos de un cabestro

por temor a que me lance un gesto siniestro?

NO, GRACIAS.

Desayunar cada día un sapo? Tener el vientre panzón?

Un papo que me llegue a las rodillas con dolencias

pestilentes de tanto hacer reverencias?

NO, GRACIAS.

Adular el talento de los canelos, vivir atemorizado por infames libelos, y repertir sin tregua

“Señores, soy un loro, quiero ver mi nombre en letras de oro”?

NO, GRACIAS.

Sentir temor a los anatemas? Preferir las calumnias a los poemas, coleccionar medallas, urdir falacias?

NO, GRACIAS; NO, GRACIAS; NO GRACIAS...

Pero cantar... soñar.... reir, vivir,

estar solo, ser libre…

Tener el ojo avizor,

la voz que vibre.

Ponerme por sombrero el universo,

por un sí o un no batirme o hacer un verso.

Despreciar con valor la gloria y la fortuna,

viajar con la imaginación a la luna.

Sólo al que vale reconocer méritos,

no pagar jamás por favores pretéritos.

Renunciar para siempre a cadenas y protocolo,

Posiblemente… no volar muy alto,

pero solo.

Edmond Rostand - Cyrano de Bergerac

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Acerca del nacionalismo

El nacionalista es, por definición, un ignorante. El nacionalismo es la vía de menor resistencia, el camino fácil.

El nacionalista no tiene problemas. Sabe, o cree saber, cuáles son sus valores, es decir, los valores nacionales, es decir, los valores de la nación a la que pertenece, éticos y políticos. No está interesado en los demás, los demás no son de su incumbencia. Diablos, es otra gente (otras naciones, otras tribus). Ni siquiera hay que aprender nada acerca de ellos.

El nacionalista ve a los demás a su imagen y semejanza: como nacionalistas. Un punto de vista cómodo, como hemos señalado. Miedo y envidia. Un compromiso y una implicación que no requieren esfuerzo. No sólo el infierno son los demás, en clave nacional, por supuesto, sino también: todo lo que no es mío (serbio, croata, francés…) me resulta ajeno.

El nacionalismo es una ideología de la banalidad. Como tal, el nacionalismo es una ideología totalitaria.

Acerca del Nacionalismo - Danilo Kiš

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Corazón de Ulises - Javier Reverte

No había otro ruido que el del viento entre los árboles y el canto de las cigarras. Bebimos vino rosado para acompañar la comida y, a los postres , unos tragos de whisky. Luego, fumamos junto a los rescoldos de la hoguera. No hablábamos apenas. Y en algún momento que yo inicié una charla, por decir algo más que por otra razón, él me miró sonriente. "Déjelo", interrumpió, "Cavafis escribió que, cuando no hay nada que decir, hay que dejar que hable el silencio".

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Telipinu o de la solidaridad (fragmento)

Contexto adicional a El Edicto de Telipinu, rey de los Hititas. Es un fragmento de "Telipinu, o de la solidaridad" un artículo del grandísimo Mario Liverani dentro de su libro "Mito y política en la historiografía del Próximo Oriente Antiguo".

[...]

LOS ACTOS SANGRIENTOS

La promulgación del Edicto vino precedida e inspirada por la protesta de una delegación de «hombres de los dioses» que se presentaron ante el rey para decirle:

Mira, la sangre está por doquier en Hattusha (A ii 33)

El rey convocó inmediatamente al tribunal o Asamblea (tuliya) (ver *¹), explicó sus razones, preparó sus medidas y promulgó las «nuevas» reglas de sucesión al trono.

Este fue el contexto del Edicto, un contexto evidentemente difícil para el rey puesto que hacía muy poco que había sido entronizado tras diversos episodios criminales. La opinión pública, o al menos los miembros de la corte y los habitantes de la capital, cuestionaban a Telipinu. Como mínimo la gente estaba confusa, así que organizaron y formalizaron su malestar a través de una delegación de «hombres de los dioses», es decir, unas personas consideras apropiadas para la grave tarea de enfrentarse al rey²⁸.

Telipinu aprovechó su posición como juez. Contestó transformándose de acusado en acusador, de alguien acusado de un crimen en un ser moralizante. Comparó su caso con una secuencia de casos anteriores similares. Luego trató de desviar la ira de la opinión pública hacia los otros casos, presentándose no como el último de una secuencia negativa, sino como el primero de una nueva secuencia positiva. Es muy probable que Telipinu acabara por imponerse a la población en general o al menos a una parte de della (veremos que su discurso iba dirigido sobre todo al sector cuyo apoyo quería ganarse). Pero al mismo tiempo nos permitía, a los historiadores posteriores, atisbar sus crímenes, que conocemos sólo gracias al Edicto.

Veamos ahora los cargos que se le imputaban, aunque sólo fuera como insinuaciones y sospechas. En primer lugar, está la acusación de haber exiliado al rey Huzziya y a sus cinco hermanos despojándoles de su estatus regio; en segundo lugar el asesinato de Huzziya y sus hermanos; y por último la muerte de la reina Ishtapariya y del príncipe Ammuna. La responsabilidad de Telipinu en estos hechos se insinúa en dos series de acontecimientos. Primero, parece claro que la opinión pública lo consideraba responsable. La delegación le acusó, obligando a Telipinu a defenderse mediante el Edicto. Menciona incluso los cargos y admite al menos una cierta connivencia. Segundo, resulta significativo que Telipinu incluya su propio caso en una secuencia de casos considerados claramente análogos, y al mismo tiempo admita sin problema la culpa de los reyes precedentes. En aquellos casos los reyes habían conocido una situación muy parecida a la que ahora se dirimía.

La defensa de Telipinu fue la siguiente: «es cierto, rebajé a Huzziya y le envié al exilio, pero tuve que hacerlo porque si no me habría asesinado. Por lo tanto, he llevado a cabo una "represalia preventiva" contra Huzziya, al haberlo sorprendido en el momento de cometer un crimen contra mí. Es más, se que Huzziya me habría matado, pero sólo le degradé, así que fui generoso»:

Que se vayan y se queden (allí), que coman y beban, que nadie les haga daño. Y repito: estos hombres me han lastimado, pero yo no los lastimaré (A ii 13-15, §23).²⁹

La acusación de haber conquistado el trono ilegalmente se transformó en un alarde de generosidad, benevolencia y tolerancia. Pero lo cierto es que con posterioridad Huzziya y sus hermanos fueron asesinados,³⁰ así que la defensa de Telipinu carecía de sentido para un observador imparcial.

La defensa de Telipinu contra los desarrollos posteriores fue que estaba ausente ocupado en la defensa de su país. No sabía lo que estaba pasando. La instigación y la ejecución debían atribuirse a otras personas. Aunque no pudo transformar la acusación en jactancia, al menos pudo alegar que no estuvo involucrado en los hechos. Pero parece evidente que sí hubo algún tipo de implicación. Cuando los auténticos ejecutores del crimen fueron acusados por el pankuš y condenados a muerte, Telipinu les concedió el perdón. Su complicidad era evidente, pero trató nuevamente de transformar la sospecha en alarde, y de nuevo en un alarde de generosidad, benevolencia y tolerancia. Renuente a matar aunque fuera para ejecutar legalmente a los culpables, ¿cómo podía sospecharse de la complicidad de Telipinu en un asesinato ilegal?³¹.

Telipinu se mostró muy evasivo respecto al tercer hecho, el asesinato de la reina y del príncipe. Quizás demasiado evasivo; ni siquiera admitió que fueran asesinados, sólo que «murieron» (A ii 32). Ahora bien, si su esposa e hijo hubieran sido asesinados por la facción rival, es evidente que no se habría mostrado tan evasivo. Al contrario, habría aprovechado la ocasión para protestar y acusar a su vez. O, si las muestres de la reina y del príncipe habían sido naturales, ¿cómo explicar la protesta de la delegación inmediatamente después de ese hecho? La sangre «está por doquier en Hattusha» no se refería ciertamente a unas muertes naturales. Es razonable suponer que a Telipinu no se le consideraba implicado en las muertes de Ishtapariya de Ammuna, la pareja clave para una posible transferencia del trono. Pero es probable que sus muertes ocurrieran de un modo tan sumamente misterioso (tal vez mediante métodos mágicos)³² que resultara imposible presentar acusaciones concretas. Así que Telipinu no tuvo que defenderse de esta acusación.

Estos son los argumentos que Telipinu utilizó para su defensa en relación con los episodios de los que se le hacía responsable. Pero desarrolló implícitamente otra línea de defensa más general, basándose en referencias similares. El asesinato de Huzziya por orden de su cuñado Telipinu tenía un paralelo en el asesinato de Mushili por orden de su cuñado Hantili. Los asesinatos de la reina Ishtapariya y de su hijo tenían un paralelo en los asesinatos anteriores de la reina Harapshili y de sus hijos. La pretendida «ignorancia» de Telipinu respecto al asesinato de Huzziya tenía como paralelo la «ignorancia» de Hantili del asesinato de Harapshili. La utilización de un ejecutor (Tanuwa) para asesinar a Huzziya también tenía paralelos en el pasado: más recientemente, el caso de los ejecutores Tahurwaili y Tarushhu, y antes Ilaliuma.

¿Por qué recordar estos episodios del pasado, sin duda no olvidados, que incluso podían haber provocado enemistades seculares? Parece que Telipinu pretendía sugerir, sin decirlo abiertamente, que aún en el caso de haber sido inculpado, sólo había hecho lo que otros muchos antes que él. Y si esos otros no habían sido inculpados, ¿porqué acusarle a él? Telipinu también sugería que si tantas personas habían actuado así había sido por motivos que trascendían lo personal. La causa debía buscarse en la organización institucional, no en las responsabilidades individuales. Por lo tanto había que cambiar las instituciones, no castigar al individuo. Por último, Telipinu venía a decir que, a diferencia de otros, él era bueno y generoso: «Yo perdono, yo no mato; yo no sabía, yo no estaba allí. Soy el menos culpable de todos, así que ¿por qué os ensañáis conmigo?». Para transmitir el significado de todo esto Telipinu se remitió a causas generales, sin afirmar nada de modo explícito. Al insertar su causa en una larga secuencia de casos parecidos, minimizó su responsabilidad y exageró la relevancia de las causas generales y los posibles remedios. Concretamente, consiguió neutralizar la indignación de la opinión pública, sin duda exacerbada a raíz del último crimen —es decir, su propio crimen— y desviarla contra sus predecesores, colocándose al lado de los acusadores y gritando más fuerte que nadie contra los fantasmas.

[...]

²⁸. El procedimiento de presentar un asunto al rey a través de una delegación era algo habitual en el mundo hitita: KUB XL 62 + XIII 9: I 1-12 (Schuler, 1959,: 446-449) y §55 de las Leyes hititas.

²⁹. La fraseología de la generosidad deriva del Testamento de Hattushili (i 30-38, iii 20-22= Sommer, 1938: 6-7, 12-13), y de Forrer, 1926: n.º 10 (Schuler, 1959: 444).

³⁰. La interpretación opuesta de Hardy (1941:210), aún sostenida por Pugliese Carratelli (1958-1959: 107-109) —una conspiración contra Telipinu en beneficio de Huzziya— se basa en una lectura incompleta y ha quedado hoy excluida. Cavaignac (1930: 9-14) ya clarificó el relevante pasaje e identificó el rol de los ejecutores.

³¹. El argumento implícito de Telipinu es idéntico al argumento explícito que utiliza Hattushili III en su carta al rey de Babilonia en KBo I 10, Rs. 14-23 (véase especialmente su frase final: «Mirad, la gente no habituada a ejecutar a un reo, ¿cómo podría asesinar a un mercader?»).

³². Esta hipótesis explicaría la presencia del último párrafo del Edicto (50), donde se formulan las normas contra el uso de la hechicería en la familia real.

Liverani, M. Mito y política en la historiografía del Próximo Oriente Antiguo: Telipinu, o de la solidaridad. Bellaterra arqueología. pp. 62-65

*¹: En el ámbito hitita la discusión sobre el carácter de las asambleas gira en torno a dos términos: panku- y tuliya-. Estos dos vocablos, que los estudiosos entienden en unos casos como sinónimos y en otros como relativos a colectivos distintos, aparecen en particular en los documentos paleohititas. No hay unanimidad ni sobre el carácter preciso de sus competencias más allá del campo judicial o, concretamente, sobre su capacidad para limitar o compartir el poder detentado por el rey. El término tuliya- es el empleado en el bilingüe hurro-hitita de la Liberación para designar el lugar de «reunión» de los ancianos de Ebla. (Bárbara E. Soláns Gracia, Poderes colectivos en la Siria del Bronce Final. Tesis Doctoral. pp. 139-140)

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El primer loco

-Existe algo en el hombre de todas las edades, que no se educa ni ciñe por completo a las exigencias de la razón ni de la ciencia, así como suele sobreponerse también a todas las ignorancias y barbaries que han afligido y pueden afligir a la humanidad entera. Y este algo, es el exceso de sensibilidad y de sentimiento de que ciertos individuos se hallan dotados, y que busca su válvula de seguridad, sus ideales, su consuelo, no en lo convencional, sino en lo extraordinario, y hasta en lo imposible también. Ve, si no, a una madre de esas que han sido perfectamente educadas, y que puede decirse instruida, pero que es madre cariñosa al mismo tiempo; mírala a la cabecera de su hijo moribundo, sin esperanza de poder volverle a la vida. Acércate a ella en tan angustiosos momentos, aconséjale el mayor de los absurdos en el terreno de las supersticiones, asegurándole que si hace lo que se le ordena, su hijo recobrará la salud, y verás cómo cree en ti y se apresura a ejecutar exactamente lo que a sangre fría hubiera condenado y ridiculizado en otra cualquier mujer. Y si por casualidad su hijo volviese a la vida, aquella madre será supersticiosa en tanto exista, pese a su propia razón y a cuanto haya de más material y contrario a esa fe ciega, que así puede devolvernos la perdida tranquilidad como conducirnos por el camino de las mayores aberraciones.

Rosalía de Castro, “El primer loco.”

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La soledad como concepto anglosajón

La soledad es un concepto anglosajón. En Ciudad de México, si eres el único pasajero en un autobús y alguien sube, no solo se sentará a tu lado sino que se recostará en ti.

Manual para mujeres de la limpieza. Lucía Berlín

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Evolución de las especies y Cristianismo

Lo más devastador que la biología le hizo al cristianismo fue el descubrimiento de la evolución biológica. Ahora que sabemos que Adán y Eva nunca fueron personas reales, el mito central del cristianismo queda destruido. Si nunca hubo un Adán y Eva, nunca hubo un pecado original. Si nunca hubo un pecado original no hay necesidad de salvación. Si no hay necesidad de salvación no hay necesidad de un salvador. Y sostengo que eso pone a Jesús, histórico o no, en las filas de los desempleados. Creo que la evolución es la sentencia de muerte absoluta del cristianismo.

Frank Zindler

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Caligrafía...

A veces sentimos que nuestra vida es como nuestra letra: ni nos gusta, ni la entendemos.

Gato encerrado. Andrés Trapiello.

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Ese ridículo sentimiento

"Los celos no estallaron en nuestros jóvenes ardores. Ese ridículo sentimiento no es una prueba de amor: fruto tan sólo del orgullo y el egoísmo, se debe mucho más al temor de ver preferir un objeto distinto a nosotros que al de perder al que se adora". Marqués de Sade, Juliette

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Lo que pasa en esas casitas

En este mismo momento, dentro de estas casas que parecen muertas, están naciendo canallas, delatores, criminales… porque millares de personas acobardadas para toda su vida están enseñando implacablemente a sus hijos a ser cobardes, y éstos harán lo mismo con los suyos, y así sucesivamente. 

Qué difícil es ser Dios. Arkadi y Boris Strugatski

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Diario de Bukowski

29/08/91------------------------22,55h.

"Un día lento hoy en el hipódromo, mi maldita vida colgada de un gancho. Voy todos los días. No veo a nadie por allí que vaya todos los días excepto los empleados. Problablemente tenga alguna enfermedad. Saroyan perdió el culo en el hipódromo, Fante con el póquer, Dostoievski con la ruleta. Y realmente no es cuestión de dinero, a menos que se te acabe. Yo tenía un amigo jugador que me dijo una vez:"No me importa ganar o perder, lo único que quiero es jugar." Yo le tengo más respeto al dinero. He tenido muy poco la mayor parte de mi vida. Sé lo que es el banco de un parque, y los golpes del casero en la puerta. Con el dinero sólo hay dos problemas: tener demasiado o tener demasiado poco.

Supongo que siempre hay algo ahí fuera con lo que queremos torturarnos. Y en el hipódromo sientes a los demás, esa desesperada oscuridad, y la facilidad con que tiran la toalla y se rinden. La gente que va a las carreras es el mundo en pequeño, la vida rozándose con la muerte y perdiendo. Nadie gana finalmente; no hacemos más que buscar un aplazamiento, guarecernos un momento del resplandor.[-]

Ahora me siento mejor, aquí arriba, en el primer piso, con mi Macintosh. Mi compañero.

Y Malher suena en la radio, se desliza con tanta fluidez, corriendo grandes riesgos; a uno le hace falta eso, a veces. Luego te mete esas largas subidas de potencia. Gracias, Malhler, tomo prestado de ti pero nunca te lo puedo devolver.

Fumo demasiado, bebo demasiado, pero no puedo escribir demasiado, no hace más que seguir fluyendo, y yo pido más, y viene más y se mezcla con Mahler. A veces me obligo a pararme. Me digo, espera un momento, échate a dormir o quédate mirando tus 9 gatos o siéntate con tu mujer en el sofá. Siempre estás en el hipódromo o delante del Macintosh. Y entonces me paro, echo los frenos y paro la maldita máquina. Hay gente que me ha escrito para decirme que mi escritura les ha ayudado a seguir adelante. A mí también me ha ayudado. La escritura, los caballos, los 9 gatos.

Hay un pequeño balcón ahí fuera, la puerta está abierta y veo las luces de los coches en la Harbor Freeway, hacia el sur, nunca se detienen, ese flujo de luces sin principio ni fin. Toda esa gente. ¿Qué hace? ¿Qué piensa? Todos vamos a morir, todos nosotros, ¡menudo circo! Debería bastar con eso para que nos amáramos unos a otros, pero no es así. Nos aterrorizan y aplastan las trivialidades, nos devora la nada.

¡Sigue dándole Mahler! Tú has hecho que esta noche sea maravillosa. ¡No pares , hijo de puta! ¡No pares!"

-- Charles Bukowski, El Capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco --

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Frankenstein o el moderno Prometeo

Miré el valle a mis pies. Sobre los ríos que lo atraviesan se levantaba una espesa niebla, que serpenteaba en espesas columnas alrededor de las montañas de la vertiente opuesta, cuyas cimas se escondían entre las nubes. Los negros nubarrones dejaban caer una lluvia torrencial que contribuía a la impresión de tristeza que desprendía todo lo que me rodeaba. ¿Por qué presume el hombre de una sensibilidad mayor a la de las bestias cuando esto sólo consigue convertirlos en seres más necesitados? Si nuestros instintos se limitaran al hambre, la sed y el deseo, seríamos casi libres. Pero nos conmueve cada viento que sopla, cada palabra al azar, cada imagen que esa misma palabra nos evoca.

Descansamos; una pesadilla puede envenenar nuestro sueño.

Despertamos; un pensamiento errante nos empaña el día.

Sentimos, concebimos o razonamos, reímos o lloramos.

Abrazamos una tristeza querida o desechamos nuestra pena;

Todo es igual; pues ya sea alegría o dolor,

El sendero por el que se alejará está abierto.

El ayer del hombre no será jamás igual a su mañana.

¡Nada es duradero salvo la mutabilidad!



Mary W. Shelley, "Frankenstein o el moderno Prometeo."

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Groucho y yo

Mi papi era sastre y de vez en cuando hasta ganaba dieciocho dólares a la semana. Con todo, no era un sastre normal. El récord que estableció de ser el sastre más inepto que jamás produjo Yorkville no ha sido nunca superado. En este terreno podrían incluirse también algunas zonas de Brooklyn y del mismo Bronx.

La idea de que papi era un sastre constituía una opinión que únicamente era defendida por él. Sus clientes lo conocían como «el mal entallado Sam». Era el único sastre de quien he oído decir que rechazara emplear la cinta métrica. Él sostenía que una cinta métrica podía estar muy bien para un enterrador, pero no para un sastre que tuviera el ojo infalible de un águila. Insistía en que una cinta métrica era una simple muestra de vacilación y un absurdo completo, añadiendo que si un sastre tenía que medir a un hombre nunca podría ser un sastre de primera categoría. Mi papi alardeaba de que él podía sacar las medidas de un hombre con sólo mirarlo y hacerle un traje perfecto. Los resultados de sus apreciaciones eran tan precisos como las predicciones de Chamberlain acerca de Hitler.

Todos nuestros vecinos eran clientes de papi. Era fácil reconocerlos por la calle, ya que todos andaban con una pierna del pantalón más corta que la otra, una manga más larga que la otra o el cuello del abrigo sin decidirse por qué lado asentarse. El resultado inevitable era que mi padre nunca tenía dos veces al mismo cliente. Esto significaba que tenía que estar constantemente a la búsqueda de un nuevo negocio y, a medida que nuestro vecindario se iba poblando de gente vestida con trajes mal entallados, tenía que buscar sectores donde no lo hubiera precedido su reputación. Recorrió diversos sitios a lo largo y a lo ancho: trabajó en Hoboken, en Passaic, en Nyack e incluso más lejos. Cuando aumentaba su reputación, se veía obligado a alejarse más y más de su base hogareña a fin de cazar nuevas víctimas. Muchas semanas sus gastos de locomoción eran mayores que sus ingresos. Además, sus callos y juanetes, atendidos por uno de mis tíos favoritos, el talentudo doctor Krinkler, eran mayores que ambas cosas.

Cómo se las arreglaba mi madre constituye un misterio que supera cualquier explicación. Alexander Hamilton puede haber sido el mejor secretario de la tesorería, pero me habría gustado verle desempeñando el trabajo de mi madre con la misma habilidad con que ella lo desempeñaba.

Groucho Marx, "Groucho y yo."

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Sobre el oficio de periodista

Lo que todos me decían era que el secreto del éxito en periodismo consistía en estudiar un periódico en concreto y escribir lo apropiado para él. En parte por accidente e ignorancia, y en parte por las rabiosas certezas de la juventud, no recuerdo haber escrito nunca un artículo que fuera el apropiado para ningún periódico en concreto. Por el contrario, creo que conseguí un cierto éxito cómico por contraste. Ahora que ya soy un viejo periodista, se me ocurre que el consejo que le daría a uno joven sería simplemente que escribiera un artículo para el Sporting Times, otro para el Church Times, y confundiera los sobres. Después, si se aceptaba el artículo y era razonablemente inteligente, los deportistas se dirían unos a otros: "Es un grave error suponer que no tenemos una buena causa cuando tipos realmente inteligentes afirman lo contrario"; los clérigos, por su parte, irían por ahí diciéndose unos a otros: "Hay espléndidos artículos en algunas de nuestras publicaciones religiosas; un tipo de lo más ingenioso".

Tal vez esta teoría sea un poco inconsistente y fantástica, pero es la única que me sirve para explicar mi propia e inmerecida supervivencia en la contienda periodística de la vieja Fleet Street. Escribí para un periódico inconformista como el viejo Daily News sobre cafés franceses y catedrales católicas, y les encantaba porque nunca antes habían oído hablar de aquello. Escribí en un órgano del viejo y sólido laborismo como el Clarion, y allí defendí la teología medieval y todo aquello de lo que sus lectores no habían oído hablar jamás; y a sus lectores no les molestó lo más mínimo.

En realidad, lo que pasa con casi todos los periódicos es que están demasiado llenos de cosas adecuadas para ellos. Pero en estos últimos tiempos en los que el periodismo, como todo lo demás, se concentra en consorcios y monopolios, aún parece menos probable que alguien repita mi extraña, temeraria y poco escrupulosa maniobra, que alguien se despierte y descubra que se ha hecho famoso por ser el único hombre divertido del Methodist Monthly o el único hombre serio del Cocktail Comics.

Gilbert Keith Chesterton

Autobiografía, 1936

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Te lo haremos con cuidado

La sociedad capitalista relega a sectores enteros de su ciudadanía al vertedero, pero muestra una delicadeza exquisita para no ofender sus convicciones ni cuestionar su afirmación identitaria.

T. Eagleton. Cultura.

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“El elogio de la sombra”, de Junichiro Tanizaki,1933

En realidad, la belleza de una habitación japonesa, producida únicamente por un juego sobre el grado de opacidad de la sombra, no necesita ningún accesorio. A lo occidental que lo ve le sorprende esa desnudez y cree estar tan sólo ante unos muros grises y desprovistos de cualquier ornato, interpretación totalmente legítima desde su punto de vista, pero que demuestra que no ha captado en absoluto el enigma de la sombra.

Pero nosotros, no contentos con ello, proyectamos un amplio alero en el exterior de esas estancias donde los rayos de sol entran ya con mucha dificultad, construimos una galería cubierta para alejar aún más la luz solar. Y, por último, en el interior de la habitación, los shòji no dejan entrar más que un reflejo tamizado de la luz que proyecta el jardín.

Ahora bien, precisamente esa luz indirecta y difusa es el elemento esencial de la belleza de nuestras residencias. Y para que esta luz gastada, atenuada, precaria, impregne totalmente las paredes de la vivienda, pintamos a propósito con colores neutros esas paredes enlucidas. Aunque se utilizan pinturas brillantes para las cámaras de seguridad, las cocinas o los pasillos, las paredes de las habitaciones casi siempre se enlucen y muy pocas veces son brillantes. Porque si brillaran se desvanecerían todo elencanto sutil y discreto de esa escasa luz.

A nosotros nos gusta esa claridad tenue, hecha de luz exterior y de apariencia incierta, atrapada en la superficie de las paredes de color crepuscular y que conserva apneas un último resto de vida. Para nosotros, esa claridad sobre una pared, o más bien esa penumbra, vale por todos los adornos del mundo y su visión no nos cansa jamás

Fuente

 Junichiro Tanizaki

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El duplicador de materia

 

El Observador Jefe asintió.

-Unos fines individuales, no sociales. Ese es el quid. Primero yo, después yo y siempre yo. La cosa funciona bastante bien cuando un hombre no puede llegar mucho más lejos de la distancia a la cual puede lanzar una piedra, o gritar órdenes en un radio de unos centenares de metros. Pero se complica cuando uno puede decir "Salta, rana" a todo un continente, apoyando su orden con bombas de hidrógeno. Para controlar esa palanca de poder, se requiere adaptabilidad cultural, instintiva o razonada. Y esa gente carece de ella.

Hizo una pausa y se rascó pensativamente la barbilla o lo que hubiese sido su barbilla, si hubiera sido humano.

-Admito, sin embargo -continuó-, la posibilidad de un error por nuestra parte. De modo que hemos preparado una prueba. Con su autorización, pretendemos ofrecer un artilugio a esa gente. Inofensivo, individualmente deseable, pero culturalmente mortal. Ofrecido de un modo que puedan aceptarlo o rechazarlo, bajo su entera responsabilidad. Lo bueno del caso es que mataremos dos pájaros de un tiro. Si lo aceptan, destruirán su civilización y lo único que tendremos que hacer será trasladarnos y llenar el vacío. Si lo rechazan, no tendremos que trasladarnos, será que estoy equivocado.

-¿Qué clase de artilugio?

-Bueno, ¿qué clase de artilugio puede obtener un resultado positivo? Recuerde, una cultura sumamente competitiva, basada en la economía de la escasez; cosas -propiedad o uso- intercambiadas por servicios sobre base individual...

- ¡El duplicador de materia!

-Exactamente.

Ralph Williams, "El duplicador de materia". (Publicado en Antología de Ciencia Ficción 27)

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Herman Melville - Moby Dick (II)

Llamadme Ismael. Hace unos años -no importa cuánto hace exactamente-, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo. Es un modo que tengo de echar fuera la melancolía y arreglar la circulación. Cada vez que me sorprendo poniendo una boca triste; cada vez que en mi alma hay un nuevo noviembre húmedo y lluvioso; cada vez que me encuentro parándome sin querer ante las tiendas de ataúdes; y, especialmente, cada vez que la hipocondría me domina de tal modo que hace falta un recio principio moral para impedirme salir a la calle con toda deliberación a derribar metódicamente el sombrero a los transeúntes, entonces, entiendo que es más que hora de hacerme a la mar tan pronto como pueda. Es mi sustituto de la pistola y la bala. Catón se arroja sobre su espada, haciendo aspavientos filosóficos; yo me embarco pacíficamente. No hay en ello nada sorprendente. Si bien lo miran, no hay nadie que no experimente, en alguna ocasión u otra, y en más o menos grado, sentimientos análogos a los míos respecto del océano. 

(...)

Probablemente habréis visto muchas embarcaciones extrañas, lugres de pies cuadrados, montañosos juncos japoneses, galeotas como latas de manteca, y cualquier cosa; pero os aseguro que nunca habréis visto una extraña vieja embarcación como esta misma extraña y vieja Pequod. Era un barco de antigua escuela, más bien pequeño si acaso, todo él con un anticuado aire de patas de garra. Curtido y atezado por el clima, entre los ciclones y las calmas de los cuatro océanos, la tez del viejo casco se había oscurecido como la de un granadero francés que ha combatido tanto en Egipto como en Siberia. Su venerable proa tenía aspecto barbudo. Sus palos -cortados en algún punto de la costa del Japón, donde los palos originarios habían salido por la borda en una galerna-, sus palos se erguían rígidamente como los espinazos de los tres antiguos reyes en Colonia. Sus antiguas cubiertas estaban desgastadas y arrugadas como la losa, venerada por los peregrinos, de la catedral de Canterbury donde se desangró Becket. 

(...)

Las aguas que le rodeaban se iban hinchando en amplios círculos; luego se levantaron raudas, como si se deslizaran de una montaña de hielo sumergida que emergiera rápidamente a la superficie. Se intuía un rumor sordo, un zumbido subterráneo...Todos contuvieron el aliento al surgir oblicuamente de las aguas una mole enorme, que llevaba encima cabos enmarañados, arpones y lanzas. Se elevó un instante en la atmósfera irisada, como envuelta en una grasa de finísima textura, y volvió a sumergirse en el océano. Las aguas, lanzadas a treinta pies de altura, fulgieron como enjambres de surtidores, para caer luego en una vorágine que circuía el cuerpo marmóreo de la ballena.

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Virgen santa...

No, yo no creo que sea racista para nada: me gusta ver series de negros como The Wire, Bill Cosby o el Planeta de los Simios...

Barcelona. En un bar cerca de la Sagrada Familia. 2017.

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Consumismo según Paul Lutus

"Consumerism is the voluntary suspension of disbelief in the value of material goods." (El consumismo es la suspensión voluntaria de la incredulidad en el valor de los bienes materiales.)

Paul Lutus. (2001)

arachnoid.com/administration/index.html

menéame