La nueva ley europea obliga a España a recuperar de la degradación el 75% de sus hábitats más valiosos. Esto supone una tarea colosal, que tendría que llegar a todas partes –ríos y playas, bosques y mares– y que es esencial para detener la crisis de extinción de especies, pero también para frenar la crisis climática. Ríos y humedales que absorban más agua, bosques más resistentes al fuego o ciudades donde la naturaleza ofrezca cobijo ante el calor extremo.