El deterioro de la atención primaria y las puertas giratorias están transformando la sanidad pública en un sistema cada vez más privatizado. Durante años, el discurso oficial ha repetido que la saturación de la atención primaria es una consecuencia inevitable: faltan médicos, faltan recursos y faltan manos para atender a una población cada vez más envejecida. Sin embargo, cuando se observa el patrón que se repite en Galicia, Madrid, Andalucía y otras comunidades autónomas, la pregunta ya no es si el problema es casual, sino si es funcional.