Abandonó su tierra natal en marzo de 2022, poco después del inicio de la gran ofensiva rusa sobre Ucrania. Pero asegura que lo del exilio no forma parte ya de su identidad. “No volveré a Rusia”, afirma, “aunque haya un resurgimiento de la democracia, es demasiado tóxico”. No quiere compartir sitio con gente que apoyó una guerra con miles de muertos. Avisa de que sus palabras son duras. “Para mí”, continúa, “ser ruso hoy es responsabilidad, culpabilidad. Como ser alemán en 1945″.
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