La naturalización se concreta en algo todavía más flagrante: la concesión de facultades legislativas extraordinarias al presidente Milei. El poder legislativo otorgó “superpoderes” a un jefe de Estado que, antes y después, definió como “ratas” a los congresistas y advirtió que pretendía “destruir” al Estado. Ese es el éxito fundacional de Javier Milei: que la institucionalidad política y mediática en Argentina haya normalizado su violencia desquiciante.
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