Kirill y Artem llevaban una vida discreta en Rusia. Nunca fueron especialmente abiertos con su sexualidad en su entorno y tenían pocos amigos dentro de la comunidad LGBT. Sin embargo, con el tiempo, comenzaron a distanciarse de algunas personas. «Incluso entre los propios LGBT rusos hay quienes apoyan activamente a Putin, la guerra que empezó en Ucrania y su agenda homofóbica. Me resulta imposible entenderlos, así que opté por no mantener contacto», explica Kirill.
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