Entre todos los regalos que el presidente Javier Milei atesora en su despacho en la Casa Rosada, hay uno omnipresente. No es el tablero de ajedrez autografiado por el niño prodigio Faustino Oro. Tampoco algunas de las camisetas de fútbol de distintos clubes que le obsequiaron en sus giras internacionales.
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