Cuando fue despedida de un gran medio de comunicación nacional, Eva se hizo autónoma y se levantaba todos los días sobre las 6:30 de la mañana. Lo primero que hacía, aún en la cama, era mirar el móvil por si le había caído algún encargo de redacción de contenidos como 'freelance'. Trabajaba unas 10-11 horas diarias. Si tenía un día bueno, facturaba unos 30 euros; si no, en torno a cinco.
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