La competitividad de la economía se juega en los próximos 5 años: o se innova en todos los usos de la energía o España se quedará atrás en la revolución energética de las renovables distribuidas en los tejados, con almacenamiento y aplicaciones inteligentes para la eficiencia de los edificios y la movilidad eléctrica. La gestión de la demanda se impone a la oferta de generación por la mayor competitividad de los recursos energéticos distribuidos. Lo importante ahora no es depender del mayor consumo sino del mayor ahorro de energía.
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