Un artículo en The Economist, “The death of the internal combustion engine“, anuncia la muerte del motor de combustión interna, pero augura un camino repleto de problemas debido a la tozudez de unas compañías que, en lugar de emprender una transición hacia una tecnología claramente más ventajosa, prefieren permanecer ancladas en lo que consideran la seguridad de su tecnología y su ingeniería tradicional. La historia está repleta de ejemplos de compañías que, antes de aceptar una disrupción, prefirieron hundirse...
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