El humo que estos días ha velado ciudades como Nueva York o Toronto no procede de los tubos de escape ni de fábricas, sino de incendios a miles de kilómetros. La alerta sobre esta nueva amenaza para la salud, especialmente para la población más vulnerable, está creciendo entre la comunidad médica y científica, en medio de un mundo en llamas. La emergencia climática es pura gasolina para incendios cada vez más extensos y devastadores, que han llegado a zonas tan poco propicias hasta ahora como Groenlandia o Siberia. Y donde hay llamas, hay humo
Comentarios
Un planeta cojonudo nos está quedando.
Aún huele a azufre, que diría Hugo Chávez.
Y a mí el humo del tabaco de los vecinos en mi propia casa.