La ONU determinó que en 2020 la franja de Gaza sería inhabitable pero en la aldea sueca las familias refugiadas de Palestina siguen viviendo sin trabajo, sin agua potable suficiente y sin saber si el mar acabará tragándose sus hogares. La esperanza corretea entre las estrechas calles de Gaza y se esconde deseando ser encontrada tras casas en ruinas, campamentos de refugiados de Palestina y mercados. En la frontera entre Egipto y Palestina, en el extremo suroeste de la Franja, unas 2.100 personas viven en un pueblo con vistas al mar