El grupo alemán BASF anunció este viernes la supresión de 3.300 empleos en el mundo y el cierre de varias unidades de producción en su histórica fábrica de Ludwigshafen, debido al aumento de los precios de la energía. "La competitividad" de Basf en Europa "sufre cada vez más por una reglamentación excesiva", lo que implica largos "procesos de autorización" y "elevados costes en la mayoría de factores de producción", aseguró Martin Brudermüller, el presidente director general de esta multinacional.
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