Pese a que para muchos de mis compañeros ir al instituto suponía un momento de risas y estrés a partes iguales, para mí supuso una de las peores etapas de mi vida a la que me he tenido que enfrentar. Insultos, collejas, descalificaciones... Todo eran ofensas hacia un niño que tenía que asumir como normal algo como una persona de 40 años.
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