"Es como un cáncer; puedes acabar con él, pero a veces no llegas al núcleo". Con esta metáfora resume César Mansilla, psicólogo del Centro Penitenciario Sevilla II, en Morón de la Frontera, la actuación que se lleva a cabo en las prisiones españolas para intentar que un delincuente sexual no vuelva a cometer el mismo delito cuando termine su condena, como acaba de suceder con el llamado violador del ascensor.
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