Vivimos una realidad precaria. Caminamos en la cuerda floja de la precariedad desde el mismo momento en que abrimos los ojos y todo a nuestro alrededor amenaza con desvanecerse de un momento a otro. La seguridad y el confort de nuestras vidas, de las condiciones materiales en las que se basa hogar, salud, trabajo y de las relaciones que la alimentan, se mueve en un precario equilibrio a punto de venirse abajo. Navegar la precariedad se ha convertido en una destreza que tristemente muchos han llegado a practicar con maestría...
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Todavía habrá quien proponga más recortes...